Lección 4: *COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS*

Lección 04
21 de octubre - 27 de octubre

Compartir la misión de Dios

Imagen del título semanal

Sábado por la tarde

Lea para el estudio de esta semana

Génesis 18:1-33; Santiago 5:16; Romanos 8:34; Hebreos 7:25; Génesis 19:1-29; Génesis 12:1-9.

Texto de memoria:

"Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros" (Juan 13:34-35).

Desde el principio, Abraham quiso ser usado por Dios para la misión. Esta verdad se puede ver, por ejemplo, en Génesis 18:1-33, cuando Dios le advirtió acerca de lo que iba a suceder con Sodoma y Gomorra. "Ciertamente el Señor Dios no hace nada, si no revela su secreto a sus siervos los profetas" (Amós 3:7). Y en la historia de Sodoma y Gomorra, "Su siervo el profeta" era Abraham.

Abraham estaba descansando durante el calor del día cuando vio a tres viajeros. "Abraham había visto en sus huéspedes solo a tres caminantes cansados, sin pensar que entre ellos había Uno a quien podía adorar sin pecado." (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, págs. 138, 139.)

Sin embargo, Abraham pronto se involucró personalmente en la misión de Dios. Su participación, como se revela en este capítulo, fue orar e interceder por el pueblo de Sodoma y Gomorra. Es decir, quería ver si, de alguna manera, estas personas, a pesar de sí mismas, podían salvarse. En cierto sentido, si no es de eso de lo que se trata la misión, ¿de qué se trata?

A lo largo de este capítulo, se revelan tres grandes cualidades espirituales de Abraham: la hospitalidad, el amor y la oración, cualidades que también pueden ser de gran ayuda en la misión.

*Estudie la lección de esta semana para prepararse para el día de reposo 28 de octubre.



Comentarios Elena G.W.

El que proclama ser cristiano debería examinarse a sí mismo y ver si es tan bueno y considerado con sus semejantes como desea que estos lo sean con él... Cristo enseñó que la posición social o la riqueza no deben hacer diferencia en nuestro trato mutuo y que a la vista del Cielo todos somos hermanos. Las posesiones terrenales o el honor mundano no cuentan en la valoración que Dios hace del hombre. Creó a todos los hombres iguales. No hace acepción de personas. Valora a un hombre de acuerdo con la virtud de su carácter.

El poseer verdadera piedad significa amarse uno al otro, ayudar al uno al otro, manifestar la religión de Jesús en nuestras vidas. Debemos ser conductos santificados a través de los cuales fluya el amor de Cristo hacia los que necesitan ayuda. El que se aproxima más a la obediencia de la ley divina prestará un mayor servicio a Dios. El que sigue a Cristo, obrando de acuerdo con su bondad, su compasión, su amor por la familia humana, será aceptado por Dios como un obrero juntamente con él (In Heavenly Places, p. 287; parcialmente en En los lugares celestiales, p. .289).

El fundamento de nuestra esperanza en Cristo es el hecho de que nos reconozcamos a nosotros mismos como pecadores necesitados de restauración y redención. Porque somos pecadores tenemos ánimo para reclamarlo como nuestro Salvador. Por lo tanto, prestemos atención, no sea que tratemos a los que yerran en forma tal que manifieste que no tenemos necesidad de redención. No delatemos, condenemos y destruyamos como si nosotros fuéramos perfectos. La obra de Cristo es reparar, curar, restaurar. Dios es amor en sí mismo, en su misma esencia. Él… no da a Satanás ocasión de triunfo por presentar la peor apariencia o por exponer nuestras debilidades a nuestros enemigos (En los lugares celestiales, p. 293).

Dios ha dado a sus siervos un conocimiento precioso de su verdad y desea que se unan estrechamente a Jesús y, con compasión, se acerquen a sus hermanos para poder hacer con ellos todo el bien que esté en su poder. El Redentor del mundo no buscó su propio placer, sino que anduvo de aquí para allá haciendo el bien. Se vinculó estrechamente con el Padre para poder unir sus fuerzas y así cargar con las almas de los hombres para salvarlos de la ruina eterna. De manera similar, sus siervos deben cultivar la espiritualidad si esperan tener éxito en su trabajo.

Jesús se apiadó tanto de los pobres pecadores que abandonaron los atrios celestiales y puso a un lado las vestiduras reales, humillándose a sí mismo hasta la humanidad, para poder familiarizarse con las necesidades del hombre y ayudar a levantarse sobre la degradación de la caída. Puesto que ha dado al hombre una evidencia tan incuestionable de su amor y su compasión más tierna, ¡cuán importante es que sus representantes imiten su ejemplo al acercarse a sus compañeros y ayudarlos a formar un verdadero carácter cristiano! (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 264, 265).
 Domingo
22 de octubre

El don de la hospitalidad

Lee Génesis 18:1-15. ¿Qué elementos de hospitalidad se demuestran en la respuesta de Abrahán a sus invitados?

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Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda en el calor del día. Este comportamiento era inusual. A esa hora del día en verano, cuando el sol está en su cenit, todo el mundo busca sombra y una brisa fresca. Pero, tal vez, Abraham estaba soportando el calor para ayudar a cualquiera que pudiera estar pasando.

Mientras estaba allí, vio a tres viajeros. Su práctica, muy probablemente, era ofrecer hospitalidad a los extraños. Por eso la iniciativa del encuentro fue de Abraham: en el texto corrió hacia ellos desde la entrada de su tienda. Es decir, y este punto es importante: Abraham tomó la iniciativa de encontrarse con ellos incluso antes de que vinieran a él.

"'Por favor, traigan un poco de agua, y lávense los pies, y descansen debajo del árbol. Y os traeré un bocado de pan, para que refrescaréis vuestros corazones. Después de esto pasarás, ya que has venido a tu siervo" (Génesis 18:4-5).

Abraham era consciente de su misión, que era compartir con todos el conocimiento del Señor en un mundo sumido en el paganismo, la idolatría y el politeísmo. Como podemos ver en este incidente, su forma más inmediata de cumplir su misión fue a través de la hospitalidad hacia estos extraños, que parecían haber aparecido en el horizonte.

Mientras tanto, la "gran casa de Abraham consistía en más de mil almas, muchas de ellas cabezas de familia, y no unas pocas, sino recién convertidas del paganismo. Una familia así requería una mano firme al timón. Ningún método débil y vacilante sería suficiente. . . . La influencia de Abraham se extendió más allá de su propia casa. Dondequiera que plantaba su tienda, colocaba junto a ella el altar para el sacrificio y el culto. Cuando se retiró la tienda, el altar permaneció; y muchos cananeos errantes, cuyo conocimiento de Dios se había obtenido de la vida de Abrahán su siervo, se detuvieron en ese altar para ofrecer sacrificios a Jehová". —Ellen. G. White, Educación, p. 187.

Desde el principio, este hombre entendió que Dios lo había llamado a la misión, y que su viaje a la Tierra Prometida no era para unas vacaciones, sino para ser una bendición para los que lo rodeaban y, a través de su semilla, para el mundo.

¿Qué principios del ejemplo de hospitalidad de Abraham puedes emular en tu propia vida?

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Comentarios Elena G.W

La Biblia atribuye mucha importancia a la práctica de la hospitalidad. No solo ordena la hospitalidad como un deber, sino además presenta numerosos ejemplos del ejercicio de esta gracia y las bendiciones que reporta. Entre ellos se destaca el caso de Abraham.

En el libro de Génesis, encontramos al patriarca de Mamre descansando a la sombra de las encinas durante la cálida tarde veraniega. Tres viajeros se acercan. No solicitan albergue ni favor alguno; pero Abraham no les permite seguir su viaje sin refrigerio. El patriarca es un anciano digno y rico, muy honrado, y acostumbrado a dar órdenes; sin embargo, al ver a los forasteros “salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra”. Dirigiéndose hacia el que encabezaba el grupo, dijo: “Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo”. Génesis 18:2, 3. Él mismo trajo agua para que pudieran lavarse el polvo que había ensuciado sus pies durante el viaje; eligió la comida y dispuso su preparación. Mientras ellos descansaban a la fresca sombra, su esposa Sara preparó los alimentos y Abraham permaneció respetuosamente junto a ellos mientras disfrutaban de su hospitalidad. Les manifestó esta bondad simplemente como a viajeros comunes, como a forasteros a quienes tal vez no volvería a ver (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 343).

Hay… muchos para quienes podemos hacer de nuestro hogar una bendición. Nuestras relaciones sociales no deberían ser dirigidas por los dictados de las costumbres del mundo, sino por el Espíritu de Cristo y por la enseñanza de su Palabra. En todas sus fiestas los israelitas admitían al pobre, al extranjero y al levita, el cual era a la vez asistente del sacerdote en el santuario y maestro de religión y misionero. A todos se les consideraba como huéspedes del pueblo, para compartir la hospitalidad en todas las festividades sociales y religiosas y ser atendidos con cariño en casos de enfermedad o penuria. A personas como ésas debemos dar buena acogida en nuestras casas. ¡Cuánto podría hacer semejante acogida para alegrar y alentar al enfermero misionero o al maestro, a la madre cargada de cuidados y de duro trabajo, o a las personas débiles y ancianas que viven tan a menudo sin familia, luchando con la pobreza y el desaliento!…

El tiempo de que disponemos es corto. Solo una vez podemos pasar por este mundo; saquemos, pues, al hacerlo, el mejor provecho de nuestra vida. La tarea a la cual se nos llama no requiere riquezas, posición social ni gran capacidad. Lo que sí requiere es un espíritu bondadoso y abnegado y firmeza de propósito. Una luz, por pequeña que sea, si arde siempre, puede servir para encender otras muchas. Nuestra esfera de influencia, nuestras capacidades, oportunidades y adquisiciones podrán parecer limitadas; y sin embargo tenemos posibilidades maravillosas si aprovechamos fielmente las oportunidades que nos brindan nuestros hogares. Si tan solo queremos abrir nuestros corazones y nuestras casas a los divinos principios de la vida, llegaremos a ser canales por los que fluyan corrientes de fuerza vivificante (El ministerio de curación, pp. 272-274).
 Lunes
23 de octubre

El amor de Abraham por todos

Lee Génesis 18:16-33. ¿Cómo ejerció Abrahán su gran cualidad de amor por todas las personas sin distinguir tribus, razas o pueblos?

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La segunda cualidad de Abraham extraída de Génesis 18:1-33 fue su amor por la gente, incluso por aquellos que no conocía personalmente. Esta es una gran lección para cada uno de nosotros. La gente de Sodoma y Gomorra eran pecadores, muy alejados de sus valores, pero su corazón estaba lleno de amor por todos sin distinción de raza, género, idioma o religión.

Dios, entonces, revela a Abraham su decisión de aniquilar las ciudades de Sodoma y Gomorra. "Entonces el Señor dijo: 'Porque el clamor contra Sodoma y Gomorra es grande y su pecado es muy grave, descenderé para ver si han hecho todo conforme al clamor que ha venido a mí. Y si no, lo sabré" (Génesis 18:20-21).

Con gran humildad y reverencia, Abraham dirigió su petición a Dios: "'¡Lejos esté de Ti hacer tal cosa, hacer morir a los justos con los inicuos, para que a los justos les vaya como a los inicuos! ¡Lejos esté eso de Ti! ¿No hará el Juez de toda la tierra lo que es justo?'. (Génesis 18:25).

A través de su amor, Abraham esperaba salvar a todas las personas de estas ciudades, no solo a los justos. Ciertamente, Abraham sabía cuán malvadas y malvadas eran las personas que vivían allí. ¿Quién sabe qué historias había escuchado con respecto a esas personas y sus prácticas? Y por lo que sabemos acerca de ellos, como se revela en el siguiente capítulo, con la sórdida historia de Lot y la turba fuera de su casa (ver Génesis 19:1-11), estas eran personas muy malvadas.

Sin embargo, Abraham, conociendo por sí mismo el amor de Dios, apeló a Él en favor de ellos. Abraham sabía que los seres humanos siempre pueden volver a Dios en arrepentimiento. Para Abraham, salvar a los habitantes de estas ciudades les daría la oportunidad de arrepentirse.

Al final, Abraham basó su petición en lo que él personalmente sabía sobre el amor de Dios por los seres humanos. Él mismo tenía un gran amor por los pecadores, y sabía que mientras haya vida, hay esperanza para la salvación.

¿Por qué es tan importante la oración intercesora en nuestra propia vida de oración? ¿De qué manera el orar por los necesitados puede ayudarnos a crecer espiritualmente y a experimentar más la realidad del amor de Dios por los pecadores?

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Comentarios Elena G.W

En el corazón de los que profesan seguirle, se necesita la tierna simpatía de Cristo, un amor más profundo por aquellos a quienes estimó tanto que dio su propia vida para salvarlos. Estas almas son preciosas, infinitamente más preciosas que cualquier otra ofrenda que podamos llevar a Dios. El dedicar toda energía a alguna obra aparentemente grande, mientras descuidamos a los menesterosos y apartamos al extranjero de su derecho, no es un servicio que reciba su aprobación…

El amor es la base de la piedad. Cualquiera que sea la 317profesión que se haga, nadie tiene amor puro para con Dios a menos que tenga amor abnegado para con su hermano. Pero nunca podemos entrar en posesión de este espíritu tratando de amar a otros. Lo que se necesita es que esté el amor de Cristo en el corazón. Cuando el yo está sumergido en Cristo, el amor brota espontáneamente. La plenitud del carácter cristiano se alcanza cuando el impulso a ayudar y beneficiar a otros brota constantemente de adentro, cuando la luz del cielo llena el corazón y se revela en el semblante (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 316, 317).

[Abraham,] el hombre de fe intercedió en favor de los habitantes de Sodoma. Una vez los había salvado mediante su espada, ahora trató de salvarlos por medio de la oración…

Con profunda reverencia y humildad rogó... Siendo él mismo pecador, intercedió en favor de los pecadores. Semejante espíritu deben tener todos los que se acercan a Dios. Abraham manifestó la confianza de un niño que suplica a un padre a quien ama. Se aproximó al mensajero celestial, y fervientemente le hizo su petición.

El amor hacia las almas a punto de perecer inspiraba la oración de Abraham. Aunque detestaba los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su profundo interés por Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar por los impíos. Debemos sentir odio hacia el pecado, y compasión y amor hacia el pecador (Conflicto y valor, p. 51).

Para convencer a otros del poder de la gracia de Cristo, tenemos que conocer ese poder en nuestro corazón y nuestra vida. El evangelio que presentamos para la salvación de las almas debe ser el evangelio que salva nuestra propia alma. Solo mediante una fe viva en Cristo como Salvador personal nos resulta posible hacer sentir nuestra influencia en un mundo escéptico. Si queremos sacar pecadores de la corriente impetuosa, nuestros pies deben estar afirmados en la Roca: Cristo Jesús.

El símbolo del cristianismo no es una señal exterior, ni tampoco una cruz o una corona que se lleven puestas, sino que es aquello que revela la unión del hombre con Dios. Por el poder de la gracia divina manifestada en la transformación del carácter, el mundo ha de convencerse de que Dios envió a su Hijo para que fuese su Redentor. Ninguna otra influencia que pueda rodear al alma humana ejerce tanto poder sobre ella como la de una vida abnegada. El argumento más poderoso en favor del evangelio es un cristiano amante y amable (El ministerio de curación, pp. 372, 373).
 Martes
24 de octubre

El espíritu de oración de Abraham

Lea Génesis 18:23-32; Santiago 5:16. ¿Qué debe enseñarnos esto sobre el poder de la oración intercesora?

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El diálogo entre Abraham y Dios es un tipo, una representación, de la oración intercesora. Abraham es presentado en este capítulo como un intercesor ante Dios por el pueblo de Sodoma y Gomorra. Él estaba suplicando por ellos, en favor de ellos; es decir, en cierto modo estaba actuando como un tipo, un símbolo, de Jesús como nuestro Intercesor ante el Padre. Nuestra misión de hoy tendrá éxito solo si procedemos con este tipo de oración.

Abraham había aprendido a amar a los habitantes de Sodoma, Gomorra y las otras ciudades cercanas. Por eso su oración era honesta y sincera. Ya había luchado contra algunos reyes que habían derrotado a los reyes de Sodoma y Gomorra. Después de la victoria de Abraham, Bera, el rey de Sodoma, salió al encuentro de Abraham con Melquisedec. Bera pidió que su pueblo volviera a sus casas: "Dame las personas, pero toma para ti los bienes" (Génesis 14:21). Esto es una indicación del amor de este rey por su pueblo. Puesto que una de las grandes características de Abraham era el amor, amaba a los reyes de Sodoma y Gomorra, y oraba por ellos y por su pueblo. "El amor por las almas que perecen inspiró la oración de Abraham". (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pág. 140.)

Abraham ejerció humildad y perseverancia en sus oraciones. Tan pronto como Dios aceptó la primera petición, de salvar la ciudad mientras 50 personas justas vivieran allí, continuó su intercesión.

Nuestra misión no puede tener éxito sin la oración, la oración intercesora. Después de conocer a alguien, después de dar un sermón o un estudio bíblico, debemos orar por las personas con las que hemos estado en contacto. Dios presta atención a estas oraciones para tocar los corazones de las personas con las que nos hemos puesto en contacto. No son nuestras palabras o elocuencia las que convertirán a nuestros amigos o conocidos, es el Espíritu Santo. Es por eso que en cualquier misión en la que estemos comprometidos, debemos orar por cada persona individualmente.

Lee Romanos 8:34; Hebreos 7:25. ¿Qué nos dicen acerca de lo que Jesús hace por nosotros, y cómo podría esta verdad ayudarnos a comprender mejor nuestro propio papel como intercesores por los demás?

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Comentarios Elena G.W

¿Están progresando ustedes en el conocimiento de la verdad? ¿Tienen una relación viviente con Jesucristo? Abraham la tuvo, y conversó con los ángeles y les pudo pedir un favor…

Nuestra fe y nuestra experiencia carecen del suficiente fervor... Espero que ninguno de ustedes se quede conforme simplemente porque cree en la verdad. Mientras haya un alma que salvar en el mundo, es necesario que acudan a la Fuente de toda luz y todo poder para salvar a esas almas. A ustedes no les importa que su experiencia tenga un molde terrenal y mundano. Hay almas que se pueden salvar o perder, y necesitan asimilar mucho más de Jesús en sus vidas, caracteres y experiencias. Pueden ser de ayuda y bendición mutuas si son fieles donde están, y si sienten que son representantes de Dios en la tierra (Cada día con Dios, p. 93).

Las lecciones de Cristo con respecto a la oración deben ser cuidadosamente consideradas. Hay una ciencia divina en la oración, y la ilustración de Cristo presenta un principio que todos necesitamos comprender. Demuestra lo que es el verdadero espíritu de oración, enseña la necesidad de la perseverancia al presentar a Dios nuestras peticiones, y nos asegura que él está dispuesto a escucharnos y a contestar la oración.

Nuestras oraciones no han de consistir en peticiones egoístas, meramente para nuestro propio beneficio. Hemos de pedir para poder dar. El principio de la vida de Cristo debe ser el principio de nuestra vida… La misma devoción, la misma abnegación, la misma sujeción a las declaraciones de la Palabra de Dios que se manifestaron en Cristo, deben verse en sus siervos. Nuestra misión en el mundo no es servirnos o agradarnos a nosotros mismos. Hemos de glorificar a Dios cooperando con él para salvar a los pecadores. Debemos pedir bendiciones a Dios para poder comunicarlas a los demás. La capacidad de recibir es preservada únicamente impartiendo. No podemos continuar recibiendo tesoros celestiales sin comunicarlos a aquellos que nos rodean (Palabras de vida del gran Maestro, p. 108).

[Cristo] está ahora junto al altar del incienso presentando las oraciones de aquellos que desean su ayuda.

A las almas que se vuelven a él en procura de refugio, Jesús las eleva por encima de las acusaciones y contiendas de las lenguas. Ningún hombre ni ángel malo puede acusar a estas almas. Cristo las une a su propia naturaleza divino-humana. Ellas están de pie junto al gran Expiador del pecado, en la luz que procede del trono de Dios. “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. Romanos 8:33, 34 (El Deseado de todas las gentes, p. 522).
 Miércoles
25 de octubre

La misión de Abraham

Lee Génesis 19:1-29. ¿Cuál fue el resultado del espíritu de hospitalidad, amor y oración de Abraham?

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El texto da una indicación interesante sobre la posición de Lot en la ciudad de Sodoma: "Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma" (Génesis 19:1). Esto significa que era un personaje importante en la ciudad, ciertamente un funcionario público, porque sentarse en la puerta es un privilegio de los oficiales, jueces y reyes (2 Samuel 19:8; Jeremías 38:7; Rut 4:1).

Génesis 19:1-38 es casi paralelo al capítulo 18 y a la historia de los ángeles con Abraham. Abraham y Lot estaban sentados cada uno en una entrada o puerta (Génesis 18:1; Génesis 19:1); Abraham y Lot invitaron a extraños a descansar en su morada (Génesis 18:3-4; Génesis 19:2); Abraham y Lot prepararon comida para sus visitantes (Génesis 18:4-8; Génesis 19:3). Cualesquiera que fueran sus defectos, parece que Lot tenía algunas buenas características.

"Entonces el Señor hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra, de parte del Señor desde los cielos. Y destruyó aquellas ciudades, toda la llanura, todos los habitantes de las ciudades, y lo que crecía en la tierra" (Génesis 19:24-25).

No sabemos cuántas personas vivían en las ciudades de Sodoma y Gomorra en el momento de este relato, pero entre estas miles de personas solo cuatro salieron de la ciudad, y solo tres se salvaron. Lo mismo con el diluvio de Génesis. No sabemos cuántos estaban vivos entonces, pero sabemos que la mayoría no fueron salvos.

El pequeño número de residentes de Sodoma que fueron salvos tiene implicaciones para nuestra propia misión: no todos serán salvos. Nos gustaría que todos aceptaran a Jesús y su plan de salvación, pero cada persona tiene libre albedrío. Nuestra tarea es invitar a tantas personas como sea posible a hacer la elección por Jesús. Mientras llevamos a cabo nuestra misión, Dios nos asiste a través del Espíritu Santo, pero nunca irá en contra de la voluntad de nadie. El libre albedrío significa que, al final, no importa lo que hagamos, no importa cuánto oremos, la salvación se reduce a la elección de cada individuo.

¿Cómo podemos aprender a no desanimarnos si no estamos viendo el tipo de resultados que queremos cuando hacemos la misión?

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Comentarios Elena G.W

Al perdonarle la vida a Caín el homicida, Dios dio al mundo un ejemplo de lo que sucedería si le fuese permitido al pecador seguir llevando una vida de iniquidad sin freno. La influencia de las enseñanzas y de la conducta de Caín arrastraron al pecado a multitudes de sus descendientes, hasta “que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia”. Génesis 6:5, 11.

Fue por misericordia para con el mundo por lo que Dios barrió los habitantes de él en tiempo de Noé. Fue también por misericordia por lo que destruyó a los habitantes corrompidos de Sodoma. Debido al poder engañador de Satanás, los obreros de iniquidad se granjean simpatía y admiración y arrastran a otros a la rebelión. Así sucedió en días de Caín y de Noé, como también en tiempo de Abraham y de Lot; y así sucede en nuestros días. Por misericordia para con el universo destruirá Dios finalmente a los que rechazan su gracia (El conflicto de los siglos, pp. 531, 532).

“El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar.” Los claros rayos matutinos parecían anunciar solo prosperidad y paz a las ciudades de la llanura. Empezó el ajetreo de la vida diaria por las calles; los hombres iban por sus distintos caminos, a su negocio o a los placeres del día. Los yernos de Lot se burlaban de los temores y advertencias del caduco anciano.

De repente, como un trueno en un cielo despejado, se desató la tempestad. El Señor hizo llover fuego y azufre del cielo sobre las ciudades y la fértil llanura. Sus palacios y templos, las costosas moradas, los jardines y viñedos, la muchedumbre amante del placer, que la noche anterior había injuriado a los mensajeros del cielo, todo fue consumido…

Se nos enseña la temible y solemne lección de que mientras la misericordia de Dios tiene mucha paciencia con el transgresor, hay un límite más allá del cual los hombres no pueden seguir en sus pecados. Cuando se llega a ese límite, se retira el ofrecimiento de la gracia y comienza la ejecución del juicio (Patriarcas y profetas, p. 160).

Cada uno de los que profesan el nombre de Cristo debe trabajar ferviente y desinteresadamente, dispuesto a defender los principios de la justicia. Todos deben tomar una parte activa en fomentar la causa de Dios. Cualquiera que sea nuestra vocación, como cristianos tenemos una obra que hacer para dar a conocer a Cristo al mundo. Hemos de ser misioneros y tener por blanco principal ganar almas para Cristo.

Dios confió a su iglesia la obra de difundir la luz y proclamar el mensaje de su amor. Nuestra obra no consiste en condenar ni denunciar, sino en atraer juntamente con Cristo, rogando a los hombres que se reconcilien con Dios. Debemos estimular a las almas, atraerlas y ganarlas para el Salvador (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 426, 427).
 Jueves
26 de octubre

Sumisión a la voluntad de Dios

Lee Génesis 12:1-9. ¿Qué enseñan estos versículos acerca de someterse a la voluntad de Dios, aun cuando el camino por delante no parezca claro?

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Una de las principales cualidades de Abraham fue su sumisión a la voluntad de Dios. Todas las experiencias de Abraham con Dios se caracterizaron por esta sumisión.

Su vocación: Abraham recibió un llamado desafiante del cielo: "El Señor había dicho a Abram: 'Vete de tu tierra, de tu pueblo y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré'" (Génesis 12:1). Cuando escuchó una voz del cielo, su primera reacción podría haber sido ignorar esta voz, pensando que estaba teniendo una alucinación. O podría haber desafiado el mensaje, diciendo algo como, no quiero ir; Me gusta estar aquí. "'La tierra que te mostraré'" puede haber parecido una descripción extraña de un destino. Pero aceptó el llamado. Sometió su voluntad a la voluntad de Dios y dejó la casa de su padre y su país: "Y Abram se fue, como el Señor le había dicho" (Génesis 12:4).

Elección del terreno: Estalló una disputa entre los siervos de Lot y los de Abraham, pero Abraham no era un hombre que peleara con su propia carne y sangre. Se sometió a la voluntad de Dios, quien nuevamente lo bendijo: "El Señor dijo a Abram, después que Lot se hubo separado de él: 'Ahora levanta tus ojos y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte y hacia el sur y hacia el este y hacia el oeste; porque toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre" (Génesis 13:14-15).

Destrucción de Sodoma y Gomorra: Cuando Dios le reveló a Abraham el destino de estas dos ciudades, Abraham, lleno de amor, trató de salvar las ciudades. Debido a que no había ni siquiera diez justos en las ciudades, las ciudades fueron destruidas. Abraham se sometió a la voluntad de Dios y aceptó el juicio de Dios sobre estas ciudades.

El Señor pudo usar a Abraham debido a su sumisión a Dios en todas las circunstancias. Debe ser lo mismo con nosotros hoy.

Desafío: En nuestras ciudades, enfrentamos obstáculos para predicar el evangelio de manera apropiada y efectiva. Necesitamos suplicarle a Dios que intervenga.

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Desafío: Encuentre una manera de ponerse en contacto con alguien que esté siendo directamente afectado por una situación difícil similar a la suya. Dile a esa persona que estás orando por ella y pídele a Dios que te muestre lo que puedes hacer para ayudarla.

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Comentarios Elena G.W

En su providencia, el Señor proporcionó esta prueba a Abraham para enseñarle lecciones de sumisión, paciencia y fe, lecciones que habían de conservarse por escrito para beneficio de todos los que posteriormente iban a ser llamados a soportar aflicciones. Dios dirige a sus hijos por senderos que ellos desconocen; pero no olvida ni desecha a los que depositan su confianza en él. Permitió que Job fuese atribulado pero no le abandonó. Consintió en que el amado Juan fuese desterrado a la solitaria isla de Patmos, pero el Hijo de Dios le visitó allí, y pudo ver escenas de gloria inmortal.

Dios permite que las pruebas asedien a los suyos, para que mediante su constancia y obediencia puedan enriquecerse espiritualmente, y para que su ejemplo sea una fuente de poder para otros. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal.” Jeremías 29:11. Los mismos sufrimientos que prueban más severamente nuestra fe, y que nos hacen pensar que Dios nos ha olvidado, sirven para llevarnos más cerca de Cristo, para que echemos todas nuestras cargas a sus pies, y para que sintamos la paz que nos ha de dar en cambio (Patriarcas y profetas, p. 122).

Diariamente debemos manifestar el espíritu de sumisión infantil, y orar para que nuestros ojos sean ungidos con el colirio celestial, a fin de que podamos discernir las indicaciones de la voluntad divina, para que no se confundan nuestras ideas a causa de la omnipotencia de nuestra propia voluntad. Con los ojos de la fe, con una sumisión infantil como hijos obedientes, debemos mirar a Dios, seguir su dirección, y así desaparecerán las dificultades. La promesa es: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”. Salmo 32:8.

Si acudimos a Dios con una disposición humilde y deseos de aprender, sin llevar planes previos antes de pedirle consejo, y no dispuestos según nuestra propia voluntad, sino con sumisión, dispuestos a ser enseñados, con fe, será nuestro privilegio reclamar las promesas cada hora del día. Debemos desconfiar de nosotros mismos y vigilar nuestras propias fuertes tendencias e inclinaciones, para no actuar según nuestras propias ideas y planes y pensar que estamos haciendo la voluntad del Señor (A fin de conocerle, p. 247).

Cristo insta a su pueblo que ore sin cesar. Esto no significa que debiéramos estar siempre de rodillas, sino que la oración ha de ser como el aliento del alma. Nuestros pedidos silenciosos, doquiera estemos, han de ascender a Dios, y Jesús nuestro Abogado suplica por nosotros, sosteniendo con el incienso de su justicia nuestros pedidos ante el Padre.

El Señor Jesús ama a su pueblo, y lo fortalece cuando este pone su confianza en Cristo y depende plenamente de él. Vivirá mediante su pueblo, dándole la inspiración de su Espíritu santificante, impartiendo al alma una transfusión vital de sí mismo (A fin de conocerle p. 79).
 Viernes
27 de octubre

Reflexiones adicionales

"El amor por las almas que perecen inspiró la oración de Abraham. Aunque aborrecía los pecados de esa ciudad corrupta, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su profundo interés por Sodoma muestra la ansiedad que debemos sentir por los impenitentes. Debemos abrigar el odio al pecado, pero la compasión y el amor por el pecador. A nuestro alrededor hay almas que descienden a la ruina, tan desesperadas, tan terribles, como las que le sucedieron a Sodoma. Cada día se cierra el tiempo de gracia de algunos. Cada hora algunos pasan más allá del alcance de la misericordia. ¿Y dónde están las voces de advertencia y súplica para pedir al pecador que huya de esta terrible condenación? ¿Dónde están las manos extendidas para sacarlo de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y fe perseverante están suplicando a Dios por él?

"El espíritu de Abraham era el espíritu de Cristo. El Hijo de Dios es el gran intercesor a favor del pecador. Aquel que ha pagado el precio de su redención conoce el valor del alma humana. Con un antagonismo hacia el mal que sólo puede existir en una naturaleza inmaculadamente pura, Cristo manifestó hacia el pecador un amor que sólo la bondad infinita podía concebir. En las agonías de la crucifixión, cargado con el terrible peso de los pecados del mundo entero, oró por sus injuriadores y asesinos: 'Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pág. 140.)

"Abraham fue honrado por las naciones vecinas como un príncipe poderoso y un jefe sabio y capaz. No apartó su influencia de sus vecinos. Su vida y carácter, en su marcado contraste con los de los adoradores de ídolos, ejercieron una influencia reveladora en favor de la verdadera fe. Su lealtad a Dios era inquebrantable, mientras que su afabilidad y benevolencia inspiraban confianza y amistad, y su grandeza no afectada imponía respeto y honor". (Patriarcas y profetas, págs. 133, 134.)

Preguntas de discusión


  1. ¿Qué otros ejemplos de las Escrituras nos muestran a una persona que cumplió con su llamado a la misión? ¿Y Juan el Bautista? ¿Lo llamarías exitoso?
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  2. Lee Génesis 19:30-36. ¿Qué nos dice esto acerca del carácter de algunos de los que se salvaron de Sodoma?
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  3. ¿Qué otras lecciones podemos aprender del ejemplo de Abraham en cuanto a la misión y cómo se lleva a cabo?
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  4. Piensa en esto: ¿Considerarías que la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra fue un éxito o un fracaso?
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Comentarios Elena G.W.

Exaltad a Jesús, 11 de octubre, “El amor, la evidencia del discipulado”, p. 292;Alza tus ojos, 9 de septiembre, “Valor en el Señor”, p. 264.


A. Pida a un voluntario que lea Génesis 18:1-15.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este pasaje.
  2. ¿Qué elementos de hospitalidad se demuestran en la respuesta de Abraham a sus invitados?
  3. Aplicación personal: ¿Qué principios de la hospitalidad de Abraham puedes emular en tu vida? Comparte tus pensamientos..
  4. Estudio de caso: Uno de sus familiares afirma: “No creo que la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra haya tenido éxito en absoluto. Dios destruyó las ciudades y sólo tres salieron con vida”. ¿Cómo le responderías a tu familiar?

B. Haga que un voluntario lea Génesis 18:16-33.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Cómo ejerció Abraham su amor por todas las personas sin separar tribus, razas o etnias?
  3. Aplicación personal: ¿Por qué es tan importante la oración intercesora en nuestras vidas? Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de caso: Uno de tus amigos afirma: "¿Cómo nos ayuda orar por otros necesitados a crecer espiritualmente y experimentar más la realidad del amor de Dios por los pecadores?". ¿Cómo le responderías a tu amigo?

C. Haga que un voluntario lea Génesis 19:1-19.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Cuál fue el resultado del espíritu de hospitalidad, amor y oración de Abraham?
  3. Aplicación personal: ¿Cómo podemos aprender a no desanimarnos si no vemos los resultados que deseamos cuando nos involucramos en el trabajo misionero? Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de caso: Uno de sus vecinos afirma: “¿Cuán decididos y dedicados estamos a salir de nuestro pequeño círculo para ayudar a quienes nos rodean a comprender y recibir el evangelio de la verdad presente?” ¿Cómo le responderías a tu familiar?

D. Haga que un voluntario lea Génesis 12:1-9.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de someternos a la voluntad de Dios, incluso cuando el camino a seguir no parece claro?
  3. Aplicación Personal: ¿Cómo podemos aprender a someternos a la voluntad de Dios cuando entra en conflicto con lo que queremos hacer?. Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de caso: Piense en una persona que necesita escuchar un mensaje de la lección de esta semana. Dile a la clase lo que planeas hacer esta semana para compartir con ellos.

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