Lección 2: *LA MISIÓN DE DIOS EN FAVOR DE NOSOTROS: SEGUNDA PARTE*
Sábado por la tarde
Lea para el estudio de esta semana: Juan 20:21-22; Mateo 28:16-20; Apocalipsis 14:6-7; Deuteronomio 7:6,11-12; Apocalipsis 7:9-10.
Texto de memoria:
"Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19).
El tema, el de Dios como Dios de misión, está presente a lo largo de las Escrituras. Es el hilo conductor de la historia humana, y demuestra el propósito de Dios para Su creación. Además, consolida la revelación divina con un enfoque principal: la restauración de la imagen de Dios en sus hijos caídos (comparar con Colosenses 3:9-10; 1 Juan 3:2).
La misión de Dios también funciona como el trasfondo a través del cual debemos ver y entender la Palabra de Dios para nosotros. Cuando leemos la Biblia, podemos identificar a un Dios que intencionalmente se está acercando a nosotros. A pesar de la separación causada por el pecado (Isaías 59:2), a través de Su misión, Dios continúa restaurando la relación rota con la humanidad hasta el glorioso momento en que Él "hará nuevas todas las cosas" (Apocalipsis 21:5).
Mientras tanto, Dios ha elegido manifestarse a nosotros de tal manera que podamos entender Su naturaleza y propósito, y sobre todo, podamos tener una relación real y duradera con Él. En otras palabras, no solo llegamos a conocerlo, sino que también compartimos, con otros, nuestra experiencia con Él y Su amor salvador.
En las Escrituras, entonces, Dios nos da los elementos básicos de lo que es Su misión.
*Estudie la lección de esta semana para prepararse para el día de reposo 14 de octubre.
Comentarios Elena G.W.
Debemos creer que somos elegidos de Dios, para ser salvados por el ejercicio de la fe, a través de la gracia de Cristo y la obra del Espíritu Santo; y debemos alabar y glorificar a Dios por esta maravillosa manifestación de un favor que no merecemos. Es el amor de Dios el que conduce el alma a Cristo para ser benignamente recibida y presentada al Padre. Mediante la obra del Espíritu, se renueva la relación divina entre Dios y el pecador. El Padre dice: “Yo será Dios para ellos, y ellos serán para mí hijos. Ejerceré el amor perdonador hacia ellos, y derramaré en ellos mi gozo. Ellos serán para mí un tesoro peculiar; porque este pueblo a quien yo he formado por mí mismo manifestará mi alabanza”.El Padre concede su amor al pueblo elegido que vive en medio de los hombres. Son el pueblo que Cristo ha redimido, mediante el precio de su propia sangre, y porque responden a la dirección de Cristo, mediante la misericordia soberana de Dios, son elegidos para ser salvados como sus hijos obedientes (Nuestra elevada vocación, p. 79) .
Los miembros de la iglesia no muestran esa conexión viva con Dios que deben tener para llevar almas de la oscuridad a la luz... La obra del Espíritu de Dios en el corazón es esencial para la piedad. Debe ser recibido en los corazones de quienes aceptan la verdad, y crear en ellos corazones limpios, antes de que uno de ellos pueda guardar sus mandamientos y ser hacedor de la Palabra. “No te maravilles”, dijo el gran Maestro al asombrado Nicodemo, “no te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”.
No se estudia la Biblia tanto como se debía; no se convierte en la regla de la vida. Si se siguieran concienzudamente sus preceptos, y fueran la base del carácter, habría un propósito firme sobre el cual ninguna especulación comercial o asunto mundano podría influir seriamente. Un carácter así formado, y sostenido por la palabra de Dios, soportará el día de la prueba, de las dificultades y de los peligros. La conciencia debe ser iluminada y la vida santificada por el amor de la verdad recibida en el corazón, antes que la influencia sea salvadora para el mundo (Dios nos cuida, p. 330).
Sobre nosotros… [Dios] derrama innúmeras bendiciones. Debemos expresar nuestra gratitud a Dios por ser aceptados como obreros que cooperan con el Señor Jesucristo.
Los que predican la Palabra del Señor deben vivir lo que enseñan. Si recibimos la gracia de Dios en el corazón, debemos revelar a otros esta gracia en toda palabra y acción. Los que están fundados en la misericordia sin límite de Cristo deben practicar su paciencia y tolerancia, y nunca revelar un espíritu de injusticia arbitraria hacia sus hermanos o hacia los demás (El ministerio médico, p. 337).
El Dios Trino: El Origen de la Misión
La misión de Dios en las Escrituras tiene a Jesús al frente y al centro como el único camino a la salvación. Cristo mismo declaró: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). Pero Jesús también nos ayuda a entender la centralidad del Dios trino en su misión.
Todo lo que Cristo hizo fue para Su Padre celestial o de Su Padre celestial (véanse Juan 4:34; Juan 5:30; Juan 12:45). Sin embargo, siempre debemos recordar que la misión de Jesús no comenzó cuando vino al mundo. Él lo había recibido del Padre incluso antes de la creación de nuestro mundo (comparar con Efesios 1:4; 1 Pedro 1:20).
Por lo tanto, Dios planeó Su alcance a la humanidad incluso antes de poner los cimientos de nuestro planeta, e intencionalmente entró en la historia de la humanidad para lograr este propósito.
El Hijo creó el mundo (Juan 1:3), y en "la plenitud de los tiempos" (Gálatas 4:4), Dios demostró Su amor al enviar al Hijo aquí (Juan 3:16-17). El Hijo vino, murió en la cruz y venció a la muerte. Entonces, enviado por el Padre, el Espíritu vino aquí (Juan 14:26; Juan 16:7), convence al mundo (Juan 16:8-11), y hoy continúa la misión del Padre y del Hijo al empoderar y enviar al pueblo de Dios a la misión (Juan 14:26; Juan 16:13-14).
Lee Juan 20:21-22. ¿De qué manera la comprensión de que la misión encuentra su origen en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo debe dar forma a nuestra misión?
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Aunque la palabra “trinidad” no se encuentra en la Biblia, son numerosas las evidencias centradas en la misión que involucran a las Tres Personas de la Trinidad. Por ejemplo, después de Su resurrección, Cristo se apareció a Sus discípulos y les prometió: “'Os voy a enviar lo que mi Padre ha prometido; sino permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos del poder de lo alto'” ( ; cursiva agregada). Aquí encontramos la realidad de la misión de la Divinidad en una frase: la promesa del Padre, la seguridad del Hijo del cumplimiento de la promesa, y la promesa misma, la venida del Espíritu Santo (ver también Lucas 3:16; Hechos 1: ).Lucas 24:49 Lucas 3:16 ; Hechos 1:4-5 , 8
De esto aprendemos que la misión no es nuestra. Pertenece al Dios trino. Como tal, no fracasará.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están todos involucrados en la obra de salvar almas. ¿Por qué debería encontrar este pensamiento tan reconfortante?
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Comentarios Elena G.W.
Dios mantiene hacia su pueblo la relación de un padre, y nos pide, como Padre, nuestro servicio fiel. Consideremos la vida de Cristo. Como cabeza de la humanidad, sirviendo a su Padre, es un ejemplo de lo que cada hijo debe y puede ser. La obediencia que Cristo rindió es la que Dios requiere de los seres humanos hoy día. Él sirvió a su Padre con amor, con buena voluntad y libertad. “Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío —declara él—; y tu ley está en medio de mi corazón”. Salmo 40:8 . Cristo no mostró demasiado grande ningún sacrificio ni demasiado dura ninguna labor, a fin de realizar la obra que él vino a hacer. A la edad de doce años: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?” Lucas 2:49. Había oído el llamamiento y había emprendido la obra. Dijo él: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. Juan 4:34 .Así hemos de servir a Dios (Palabras de vida del gran Maestro, p. 225).
La encarnación de Cristo es un misterio. La unión de la divinidad con la humanidad ciertamente es un misterio, oculto con Dios, “misterio escondido desde los siglos”. Fue guardado en silencio eterno por Jehová, y primero fue revelado en el Edén mediante la profecía de que la Simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente, y que esta la heriría en el calcañar.
Presentar al mundo este misterio que Dios mantuvo en silencio durante siglos eternos, antes de que el mundo fuera creado, antes de que el hombre fuera creado, era la parte que Cristo debía cumplir en la obra que él emprendió cuando vino a esta tierra. Y este maravilloso misterio, la encarnación de Cristo y la expiación que él hizo, debe ser declarada a cada hijo y cada hija de Adán… Los sufrimientos de Cristo satisficieron perfectamente las demandas de la ley de Dios (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t.6, p.1082).
La Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención. Con el fin de llevar a cabo plenamente ese plan, se decidió que Cristo, el Hijo unigénito de Dios, se entregara a sí mismo como ofrenda por el pecado. ¿Con qué se podría medir la profundidad de este amor? Dios quería hacer que resultara imposible para el hombre decir que hubiera podido hacer más. Con Cristo, dio todos los recursos del cielo, para que nada faltara en el plan de la elevación de los seres humanos. Este es amor, y su contemplación debería llenar el alma con gratitud inexpresable. ¡Oh, cuánto amor, cuánto amor incomparable! La contemplación de este amor limpiará el alma del egoísmo. Hará que el discípulo se niegue a sí mismo, tome su cruz y siga al Redentor (Consejos sobre la salud,
Hacer discípulos: el enfoque de la misión
Lee Mateo 28:16-20. ¿Qué elementos del discipulado puedes identificar en este pasaje?
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Mateo 28:16-20 declara el mandato bíblico, comúnmente identificado como la Gran Comisión (Mateo 28:18-20), en el que Jesús instruye a sus seguidores a salir y hacer discípulos, enseñándoles en la fe e iniciándolos en la comunión (ver también Marcos 16:15-16; Lucas 24:44-49; Juan 20:21-23; Hechos 1:8).
Los componentes básicos de Mateo 28:16-20 se pueden ver en cuatro aspectos simples: (1) Jesús ordena a sus discípulos que vayan a Galilea para estar con Él (Mateo 28:16-17); (2) Jesús viene a ellos, declarando Su autoridad y soberanía (Mateo 28:18); (3) Jesús entonces comisiona a sus discípulos a una tarea específica, a saber, hacer discípulos (Mateo 28:19-20); y finalmente, (4) Jesús promete estar con sus discípulos hasta el final (Mateo 28:20).
Hacer discípulos es el enfoque principal de la Gran Comisión, y la tarea principal de la misión. Literalmente, en el idioma griego original, el comienzo de Mateo 28:19 dice: "Habiendo ido, pues, haced discípulos [...]" El "por lo tanto" le da a la comisión su fundamento en lo que se acaba de presentar (Mateo 28:18): el poder, la autoridad y la soberanía de Jesús, todo esto proveniente de la victoria alcanzada en Su resurrección.
Es importante destacar que el único verbo de acción con fuerza imperativa en la Gran Comisión es "hacer discípulos". Enseñar a todos, bautizarlos y compartir las enseñanzas de Jesús con todo el mundo son las características del proceso de discipulado. Aquí Jesús está claramente dirigiendo a sus discípulos hacia un propósito: hacer discípulos. Este es, de hecho, uno de los pasajes misioneros más grandes de toda la Escritura. Termina con la promesa de Jesús de una presencia continua con sus seguidores.
Obviamente, la Gran Comisión tenía la intención de ser algo más que los primeros discípulos reunidos en esa circunstancia particular. No podían ir a "todas las naciones" por sí mismos para cumplir la nueva misión de hacer discípulos. Por lo tanto, la comisión es universal en su alcance: todo verdadero seguidor de Jesucristo debe dedicarse a hacer discípulos. Además, el mensaje que se ha de transmitir —el evangelio eterno de Jesucristo— está destinado a todo el mundo, sin limitaciones geográficas, sociales o étnicas.
La misión es "hacer discípulos". ¿Cómo está afectando este mandato del Maestro la forma en que vives y ministras a los demás? ¿Qué puedes hacer para involucrarte más en lo que has sido llamado a hacer?
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Comentarios Elena G.W
Así dio Cristo su mandato a sus discípulos. Proveyó ampliamente para la prosecución de la obra y tomó sobre sí la responsabilidad de su éxito. Mientras ellos obedeciesen su palabra y trabajasen en relación con él, no podrían fracasar. Id a todas las naciones, les ordenó. Id hasta las partes más lejanas del globo habitable, pero sabed que mi presencia estará allí. Trabajad con fe y confianza, porque nunca llegará el momento en que yo os abandone.El mandato que dio el Salvador a los discípulos incluía a todos los creyentes en Cristo hasta el fin del tiempo. Es un error fatal suponer que la obra de salvar almas solo depende del ministro ordenado. Todos aquellos a quienes llegó la inspiración celestial, reciben el evangelio en cometido. A todos los que reciben la vida de Cristo se les ordena trabajar para la salvación de sus semejantes. La iglesia fue establecida para esta obra, y todos los que toman sus votos sagrados se comprometen por ello a colaborar con Cristo (El Deseado de todas las gentes, p. 761).
Una obra grande y solemne se extiende delante del pueblo de Dios. Tiene que acercarse a Cristo mediante la abnegación y el sacrificio, con el solo objeto de dar el mensaje de misericordia a todo el mundo. Algunos trabajarán de una manera y otros de otra, de acuerdo con la dirección de Dios. Pero todos deben luchar juntos, tratando de llevar la obra a su total conclusión. Los siervos de Dios deben trabajar para él por medio de la pluma y la voz. Hay que traducir la palabra impresa, llena de la verdad, a distintos idiomas. Hay que predicar el evangelio a todos los pueblos (Cada día con Dios, p. 219).
Tan pronto como uno acude a Cristo nace en el corazón un vivo deseo de hacer saber a otros cuán precioso amigo encontró en el Señor Jesús. La verdad salvadora y santificadora no puede permanecer encerrada en el corazón. Si estamos revestidos de la justicia de Cristo y rebosamos de gozo por la presencia de su Espíritu, no podremos guardar silencio. Si hemos probado y visto que el Señor es bueno, tendremos algo que decir a otros… Anhelaremos seguir en la senda que Jesús recorrió y desearemos que quienes nos rodean puedan ver al “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29.
Y el esfuerzo por hacer bien a otros se tornará en bendiciones para nosotros mismos. Tal era el designio de Dios al darnos una parte que hacer en el plan de redención. Él concedió a los hombres el privilegio de ser hechos participantes de la naturaleza divina y de difundir a su vez bendiciones para sus hermanos. Este es el honor más alto y el gozo mayor que Dios pueda conferir a los hombres. Los que así participan en trabajos de amor son los que más se acercan a su Creador (El camino a Cristo, pp. 78, 79).
El Evangelio Eterno: El Mensaje de la Misión
Lee Apocalipsis 14:6-7. ¿Qué aspectos de la misión de Dios puedes identificar en el "evangelio eterno" presentado por el primer ángel de los mensajes de los tres ángeles?
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Este es el único lugar en las Escrituras en el que las palabras "eterno" y "evangelio" están conectadas. El evangelio es la buena noticia de gracia ofrecida a todos a través de Jesucristo. Él vino a nuestro mundo para mostrarnos "gracia y verdad" (Juan 1:14). Él vivió una vida sin pecado y murió en la cruz como un sacrificio sustitutivo para llevar el castigo de nuestros pecados (Isaías 53:4-5; 1 Pedro 3:18). Resucitó, regresó al cielo, fue exaltado por el Padre y hoy intercede por nosotros en el santuario celestial (Apocalipsis 1:18; Hechos 2:33; Hebreos 7:25). Pronto cumplirá su mayor promesa: regresar en majestad y gloria y, finalmente, después del milenio para establecer el reino de Dios en la tierra (Juan 14:1-4; Hechos 1:11; Apocalipsis 21:1-4). Todas estas son realidades esenciales del evangelio eterno.
Sin embargo, el hecho de que este mensaje sea eterno es notable. Solo hay un evangelio que puede salvarnos. Seguirá siendo la misma hasta que la misión de Dios se cumpla plenamente. Nunca habrá otro evangelio. Las enseñanzas y doctrinas engañosas van y vienen (Efesios 4:14), pero el mensaje de salvación, el evangelio eterno, es inmutable, y aquellos que crean y lo vivan en obediencia serán recompensados (véanse Deuteronomio 5:33; Romanos 2:6).
La misma comisión dada a los primeros discípulos también se nos da a nosotros hoy. Debemos continuar la tarea de hacer discípulos para Cristo en todas partes. Pero, ¿qué clase de discípulos? ¿Gente buena, honesta, totalmente dedicada y amorosa? Estos rasgos son esenciales, pero no son suficientes. Debemos hacer discípulos enfocados en todos los elementos bíblicos del discipulado (Lucas 9:23; Juan 13:34-35; 2 Corintios 5:17) con un propósito final: estar preparados y preparar a otros para la segunda venida del Maestro, Jesucristo.
"La proclamación del juicio [Apocalipsis 14:6-7] es un anuncio de la segunda venida de Cristo como próxima. Y esta proclamación se llama el evangelio eterno. Así, la predicación de la segunda venida de Cristo, el anuncio de su cercanía, se muestra como una parte esencial del mensaje evangélico". —Elena G. de White, Las lecciones objetivas de Cristo, págs. 227, 228.
¿Cómo se relaciona el concepto de juicio con el "evangelio sempiterno" en el mensaje del primer ángel? ¿Por qué el Evangelio debe ser central en la idea del juicio?
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Comentarios Elena G.W
Es el evangelio, y solo el evangelio, lo que santificará el alma. Y esto hace posible al receptor esa vida “que se mide con la vida de Dios”. Este es el registro que Dios nos ha dado, aun la vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que es partícipe de la naturaleza divina huirá de las corrupciones que hay en el mundo aa causa de la concupiscencia. Su fe en Cristo como el Dador de la Vida, le da vida. “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”.Esta vida de santificación y de gozo en creer está al alcance de toda alma que reclame las promesas de la Palabra de Dios mediante la fe, y recurra a la fuerza divina para la obra de vencer (Manuscript Releases, t. 4, p. 356).
“El que gana almas es sabio”. Proverbios 11:30. “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”. Daniel 12:3. Lo que se hace mediante la cooperación de los hombres con Dios es una obra que nunca perecerá, sino que perdurará a través de las edades eternas. El que hace de Dios su sabiduría, el que crece hasta alcanzar la plena estatura de un hombre en Cristo Jesús, se presentará ante los reyes, ante los llamados grandes hombres del mundo, y manifestará las alabanzas de Aquel que lo ha llamado de las tinieblas a su luz admirable (Christian Education, p. 97).
Hemos de ser obreros diligentes; un hombre ocioso es una criatura miserable. ¿Pero qué excusa puede ofrecerse por la holgazanería en la gran obra que Cristo dio su vida para realizar? Las facultades espirituales dejan de existir si no se las ejercita, y es el designio satánico que ellas perezcan. Todo el cielo se halla activamente empeñado en la obra de preparar a un pueblo para la segunda venida de Cristo a nuestro mundo, y “coadjutores somos de Dios”. El fin de todas las cosas es inminente. Ahora es la oportunidad de trabajar. “La noche viene, cuando nadie puede trabajar”. Juan 9:4. Debemos proclamar a Cristo y a este crucificado, preparando así el camino para cuando aparece por segunda vez…
Uníos al gran Maestro obrero, seguid al Redentor abnegado en su peregrinación de amor sobre la tierra. El mismo Jesús que caminó con sus discípulos, que les enseñó en la tierra, que trabajó y sufrió en su naturaleza humana, está con nosotros en su poder divino. Está a nuestra derecha para ayudarnos en cualquier emergencia. Exaltemos a Jesús, y revelemos el fundamento bíblico de nuestra fe (The Review and Herald, 24 de enero, 1893; parcialmente en Servicio cristiano, p. 107).
El Pueblo de Dios: Los Canales de la Misión
A lo largo de la historia, Dios siempre ha tenido a aquellos que fielmente representaron Su carácter y, en obediencia, siguieron Sus propósitos. El pueblo de Dios son aquellos que han sido llamados y que han aceptado su invitación a ser partícipes de su gracia. Todos ellos han sido, y siguen siendo, instrumentos de Dios para el cumplimiento de su misión.
Lea Génesis 12:1-3; Deuteronomio 7:6,11-12. ¿Cuál fue el propósito original de Dios para Su pueblo en el Antiguo Testamento?
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El pacto de Dios con Abraham y sus descendientes tenía un propósito específico. Fueron llamados, creados y comisionados para ser agentes de la misión de Dios, canales de bendiciones para las naciones (compárese con Deuteronomio 28:10; Isaías 49:6). Sin embargo, fueron escogidos dentro de una relación de pacto con Dios, basada en una condicionalidad implícita de fe y obediencia (Génesis 22:16-18; Éxodo 19:5-6; Deuteronomio 28:1-2; 2 Crónicas 7:14). Este proceso, el de atraer a las naciones vecinas a Israel, fue la "estrategia misionera" de Dios en el Antiguo Testamento.
En el Nuevo Testamento, la misión de Dios continúa. El Señor y Salvador resucitado lanza ahora una renovada "estrategia misionera" (ver Mateo 28:18-20; Hechos 1:8) en el que los discípulos de Cristo, que componen la iglesia, salen en misión a todo el mundo en lugar de, como en el antiguo Israel, que el mundo venga a él. La misión no se originó con la iglesia. Por el contrario, la iglesia existe porque Dios todavía tiene una misión que cumplir y está usando a Su iglesia para cumplirla.
Sin embargo, queda una pregunta: ¿Cuál es la misión de la iglesia? Es la misma que la de Aquel que llamó a la iglesia a existir: "Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar a los perdidos" (Lucas 19:10). Aunque ninguno de nosotros en la iglesia puede salvar a nadie, podemos y debemos señalar a otros al Único que puede salvar, Jesucristo.
"La misión de la iglesia de Cristo es salvar a los pecadores que perecen. Es dar a conocer el amor de Dios a los hombres y ganarlos para Cristo por la eficacia de ese amor". —Elena G. de White, Testimonios para la Iglesia, tomo 3, pág. 381. ¡Qué privilegio y tremenda responsabilidad!
La misión es a la iglesia lo que el aire es a nuestras vidas. Sin aire, morimos. Sin misión, la iglesia muere. ¿Qué puedes hacer, personalmente, para sostener la vida de tu iglesia?
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Comentarios Elena G.W
Dios había elegido a Israel. Lo había llamado para conservar entre los hombres el conocimiento de su ley, así como los símbolos y las profecías que señalaban al Salvador. Deseaba que fuese como fuente de salvación para el mundo. Como Abraham en la tierra donde peregrinó, José en Egipto y Daniel en la corte de Babilonia, había de ser el pueblo hebreo entre las naciones. Debía revelar a Dios ante los hombres.En el llamamiento dirigido a Abraham, el Señor había dicho: “Bendecirte he… y serás bendición… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Génesis 12:2, 3. La misma enseñanza fue repetida por los profetas (El Deseado de todas las gentes, p. 27).
“Vosotros sois la luz del mundo”, declara Cristo. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:14, 16. En estos últimos días la obra de Dios en la tierra ha de reflejar la luz que trajo Cristo al mundo. Esta luz ha de disipar las densas tinieblas de los siglos. Hombres y mujeres que están en las tinieblas del paganismo deben ser alcanzados por quienes estaban antes en una condición similar de ignorancia, pero que recibieron el conocimiento de la verdad de la Palabra de Dios. Estas naciones paganas aceptarán ávidamente la instrucción que se les ha de dar en el conocimiento de Dios.
Muy preciosa es para Dios su obra en la tierra. Cristo y los ángeles celestiales están velando sobre ella en todo momento. A medida que nos acerquemos a la venida de Cristo, más obra misionera debemos hacer. El mensaje del poder renovador de la gracia de Dios será proclamado a todo país y clima, hasta que la verdad circunde el mundo. Entre los que serán sellados habrá quienes vendrán de toda nación, tribu, lengua y pueblo. De todo país se reunirán hombres y mujeres que estarán delante del trono de Dios y del Cordero exclamando: “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”. Apocalipsis 7:10. Pero antes que esta obra sea realizada, debemos experimentar aquí en nuestro propio país la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones (Consejos para los maestros, pp. 517, 518).
Si la iglesia de Cristo cumpliera el propósito del Señor, se derramaría luz sobre todos los que moran en las tinieblas y en regiones de sombra de muerte. En vez de agruparse y rehuir la responsabilidad y el peso de la cruz, los miembros de la iglesia deberían dispersarse por todos los países para irradiar la luz de Cristo y trabajar como él por la salvación de las almas. Así este “evangelio del reino” sería pronto llevado a todo el mundo…
La cruz del Calvario debe levantarse en alto delante de la gente para que absorba sus espíritus y concentre sus pensamientos. Entonces todas las facultades espirituales se vivificarán con el poder divino que viene directamente de Dios. Se concentrarán entonces las energías en una actividad genuina por el Maestro. Los que obren enviarán al mundo rayos de luz, como agentes vivos que iluminen la tierra (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 38-40).
El Mundo: La Arena de la Misión
Lee Apocalipsis 7:9-10. ¿Qué sugiere este texto sobre el alcance geográfico de la misión de Dios?
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La lección de esta semana ha discutido intencionalmente dos textos misioneros cruciales que enfatizan la centralidad de hacer discípulos en la Gran Comisión y el mensaje del evangelio eterno. Curiosamente, ambos textos tienen al menos un punto de conexión común: el "dónde" de la misión. Dicen: "Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones" (Mateo 28:19), "a los que moran en la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo_" (Apocalipsis 14:6; cursiva agregada).
En otras palabras, el evangelio de Cristo debe alcanzar a todas las clases, a todas las naciones, a todas las lenguas y a todos los pueblos. La influencia del evangelio es unir a los salvos en una gran hermandad. Solo tenemos un modelo a imitar, y ese es Cristo. Si aceptamos la verdad tal como es en Jesús, los prejuicios y los celos nacionales serán derribados, y el espíritu de la verdad mezclará nuestros corazones en uno solo.
Cuando Jesús dijo: "Ustedes serán mis testigos" (Hechos 1:8), Él tenía tres áreas geográficas diferentes en mente:
Área 1: "'Ustedes serán mis testigos en Jerusalén'. "En ese tiempo, sus discípulos estaban muy cerca de Jerusalén. Entonces, Jesús básicamente estaba diciendo: "Comienza a compartir tu experiencia con Dios con las personas que están cerca de ti". La misión comienza en casa, con la familia, con los vecinos, con los amigos. Este es el lugar inicial de la misión.
Área 2: Luego continúa: "'en toda Judea y Samaria'. "Nuestra misión también involucra a aquellos que de alguna manera están cerca pero al mismo tiempo distantes de nosotros. En este grupo hay personas que pueden hablar el mismo idioma que nosotros, personas que tienen una cultura similar pero que no viven ni comparten la misma realidad que nosotros. Este es nuestro otro lugar de misión.
Área 3: Más allá de esto, Cristo dice: "y hasta los confines de la tierra". La misión de Dios nos llama a alcanzar a personas de todos los lugares, naciones, grupos étnicos, idiomas y etnias. Este es nuestro último lugar de misión.
Desafío: Ora todos los días de esta semana por la comunidad donde vives. Dios te ha puesto allí por una razón.
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Desafío: Investiga la demografía de tu área (qué tipo de personas viven a tu alrededor): antecedentes étnicos y religiosos, ancianos, jóvenes, pobres, ricos, idiomas hablados, etc. Pídele a Dios que te muestre cómo puedes ser un canal de Su amor para ellos.
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Comentarios Elena G.W
La presencia visible de Cristo estaba por serles quitada a los discípulos, pero iban a recibir una nueva dotación de poder. Iba a serles dado el Espíritu Santo en su plenitud, el cual los sellaría para su obra. “He aquí —dijo el Salvador—, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto”. Lucas 24:49. “Porque Juan a la verdad bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos.” “Mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hechos 1:5, 8.El Salvador sabía que ningún argumento, por lógico que fuera, podría ablandar los duros corazones, o traspasar la costra de la mundanalidad y el egoísmo. Sabía que los discípulos habrían de recibir la dotación celestial; que el evangelio sería eficaz solo en la medida en que fuera proclamado por corazones encendidos y labios hechos elocuentes por el conocimiento vivo de Aquel que es el camino, la verdad y la vida. La obra encomendada a los discípulos requeriría gran eficiencia; porque la corriente del mal que fluía contra ellos era profunda y fuerte. Estaba al frente de las fuerzas de las tinieblas un caudillo vigilante y resuelto, y los seguidores de Cristo podrían batallar por el bien solo mediante la ayuda que Dios, por su Espíritu, les diera (Los hechos de los apóstoles, p. 25).
Los discípulos no habían de aguardar que la gente acudiera a ellos. Ellos debían ir a la gente y buscar a los pecadores como el pastor busca a la oveja perdida. Cristo les presentó el mundo como campo de labor. Debían ir “por todo el mundo” y predicar “el evangelio a toda criatura”. Marcos 16:15. Habían de predicar acerca del Salvador, acerca de su vida de amor abnegado, su muerte ignominiosa, su amor sin parangón e inmutable. Su nombre había de ser su consigna, su vínculo de unión. En su nombre habían de subyugar las fortalezas del pecado. La fe en su nombre había de señalarlos como cristianos (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 21, 22).
Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros: para que el mundo crea que tú me enviaste. Juan 17:21.
Repítanse con frecuencia estas palabras y cada alma discipline sus ideas, espíritu y acción diariamente de modo que pueda cumplirse esta oración de Jesucristo. Él no requiere cosas imposibles de su Padre. Ora por lo que precisamente debe haber en sus discípulos en relación con la unión mutua, y su unidad y unión con Dios y Jesucristo. Cualquier cosa que no llegue a este nivel no corresponde con la perfección del carácter cristiano. La cadena áurea del amor, que vincula los corazones de los creyentes en unidad, con lazos de compañerismo y amor, y en unión con Cristo y el Padre, establece la perfecta conexión y da al mundo un testimonio del poder del cristianismo que no puede ser controvertido (A fin de conocerle, p. 173).
Reflexiones adicionales
Para testimonio a todas las naciones. "Las palabras del Salvador: 'Vosotros sois la luz del mundo', señalan el hecho de que ha encomendado a sus seguidores una misión mundial. Así como los rayos del sol penetran hasta los rincones más remotos del globo, así Dios quiere que la luz del evangelio se extienda a cada alma sobre la tierra. Si la iglesia de Cristo estuviera cumpliendo el propósito de nuestro Señor, la luz sería derramada sobre todos los que están sentados en tinieblas y en la región y sombra de muerte; en lugar de congregarse y rehuir la responsabilidad y llevar la cruz, los miembros de la iglesia se dispersarían por todas las tierras, dejando que la luz de Cristo brillara en ellos, trabajando como lo hizo por la salvación de las almas, y este "evangelio del reino" sería rápidamente llevado a todo el mundo.
"De todos los países resuena el llamado macedonio: 'Ven y ayúdanos'. Dios ha abierto campos delante de nosotros. Los seres celestiales han estado cooperando con los hombres. La Providencia va delante de nosotros, y el poder divino está trabajando con el esfuerzo humano. Ciegos deben ser los ojos que no ven la obra del Señor, y sordos los oídos que no oyen el llamado del verdadero Pastor a sus ovejas. Algunos han escuchado el llamado de Dios y han respondido. Que cada corazón santificado responda ahora, tratando de proclamar el mensaje vivificante. Si los hombres y las mujeres con humildad y fidelidad emprenden la obra que Dios les ha asignado, el poder divino se revelará en la conversión de muchos a la verdad. Maravillosos serán los resultados de sus esfuerzos". —Elena G. de White, Advent Review and Sabbath Herald, 14 de noviembre de 1912.
Preguntas de discusión
- La credibilidad de la influencia de la iglesia en la comunidad está determinada principalmente por la medida en que nosotros, el cuerpo de Cristo, ejemplificamos en nuestras propias vidas el amor de Dios en el cumplimiento de su misión. ¿Cómo respondes tú personalmente a este reto?__________________________________________________________________________________________
- ¿Cómo cree que su iglesia es vista y entendida por sus vecinos no adventistas? ¿Cómo lo sabes? Si la percepción es positiva, ¿qué puedes hacer para fortalecerla más? Si es negativo, ¿qué puedes hacer para cambiarlo?__________________________________________________________________________________________
- ¿Por qué es tan importante mantener el "evangelio eterno" como el centro de nuestra misión al mundo? ¿Qué esperanza suprema podemos presentar a alguien, en cualquier lugar, que no esté centrada en la gran esperanza que tenemos debido al evangelio, las buenas nuevas de lo que Jesús ha hecho por nosotros en la cruz?__________________________________________________________________________________________
La misión de Dios para con nosotros – 2 – Plan de enseñanza
1. Pida a un voluntario que lea Juan 20:21, 22 .
- Pida a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este pasaje.
- ¿Cuándo comenzó el plan de misión de Dios para nosotros?
- Aplicación personal: ¿Qué es reconfortante sobre el hecho de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estén involucrados en la obra de salvar almas? Comparte tus pensamientos..
- Estudio de caso: Uno de sus familiares dice: "¿Cómo cree que sus vecinos ven y entienden su iglesia?". ¿Esta percepción ayuda o dificulta sus esfuerzos por compartir el evangelio con ellos? ¿Cómo le responderías a tu familiar?
2. Pida a un voluntario que lea Apocalipsis 14:6, 7.
- Pida a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
- ¿Qué aspectos de la misión de Dios puedes identificar en el evangelio presentado por el primer ángel?
- Aplicación personal: ¿Por qué es tan importante mantener el evangelio eterno en el centro de nuestra misión? Comparte tus pensamientos
- Estudio de caso: Uno de tus amigos afirma: “¿Cómo se relaciona la idea del juicio con las buenas nuevas eternas? ¿Por qué las buenas noticias deben ser centrales para la idea del juicio? ¿Cómo le responderías a tu amigo?
3. Pida a un voluntario que lea Mateo 26:16-20.
- Pida a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este texto.
- ¿Qué elementos del discipulado puedes identificar en este pasaje?
- Aplicación personal: ¿Qué puedes hacer para involucrarte más en lo que has sido llamado a hacer? Comparte tus pensamientos.
- Estudio de caso: Uno de tus vecinos afirma: “A menos que vivas lo que predicas, nadie te escuchará. Tu vida, tu amor y tus acciones hablan más que las palabras. Todo lo que tienes que hacer es vivir una buena vida cristiana y serás testigo para los demás. No tienes que decir nada”. ¿Cómo le responderías a tu familiar?
4. Pida a un voluntario que lea Apocalipsis 7:9, 10.
- Pida a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
- ¿Qué sugiere esto sobre el alcance geográfico de gran alcance del evangelio?
- Aplicación personal: ¿Cómo podemos llegar a personas cercanas y lejanas que tienen una cultura, un idioma y un origen religioso diferente? Comparte tus pensamientos.
- Estudio de caso: Piense en una persona que necesita escuchar un mensaje de la lección de esta semana. Dile a la clase lo que planeas hacer esta semana para compartir con ellos.
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