Complementario: La misión de Dios en favor de nosotros: Segunda Parte

 La misión de Dios para nosotros: Parte 2

El fútbol, o soccer como algunos lo conocen, es salvajemente popular. Ningún otro acontecimiento deportivo atrae a tantos espectadores como la Copa del Mundo, que se celebra cada cuatro años. Se calcula que 715 millones de personas vieron la final del Mundial de 2006 entre Italia y Francia. Eso equivale a que todas las personas de Europa Occidental, Estados Unidos, Sudáfrica, Argentina, Corea del Sur y Canadá sintonizaran el partido. A los veinte minutos del pitido inicial del árbitro, ambos equipos marcaron. El gol de Francia llegó en primer lugar gracias a un lanzamiento de penalti de su centrocampista estrella, Zinédine Zidane, en el minuto siete. Ocho años antes, Zidane había llevado a Francia a la victoria en la final d e l Mundial contra Brasil. Ahora parecía dispuesto a hacerlo de nuevo contra Italia. 

A pesar del frenético comienzo, el partido seguía empatado a un gol al final de los noventa minutos, lo que forzaba la prórroga. Entonces, a falta de diez minutos para el final, ocurrió algo extraordinario. El gran Zidane se acercó al defensa italiano Marco Materazzi y le propinó un fuerte cabezazo en el pecho. Materazzi cayó al suelo, el árbitro mostró la tarjeta roja y Zidane fue expulsado. Zidane puso fin a su carrera profesional. 

Los aficionados al fútbol y los expertos han diseccionado, discutido y debatido sin cesar el incidente. Los expertos de sillón lo han visto y revisado millones y millones de veces en YouTube. Al parecer, Zidane respondió a un insulto personal de Materazzi. Los aficionados al fútbol serios pueden describir su rico legado como jugador y recitar sus numerosos triunfos sobre el terreno de juego. Pero el resto de nosotros, si es que reconocemos su nombre, sólo recordamos el cabezazo, su último y más memorable momento como jugador profesional. 

Sean cuales sean las explicaciones y justificaciones, ese cabezazo significó que Francia jugó los últimos diez minutos del partido con un jugador menos en el campo. Un momento de indisciplina privó al equipo francés de su mejor jugador durante los diez minutos más cruciales del partido. La salida de Zidane fue triste, fue patética, y puede haber sido el factor clave para que Francia se perdiera otra victoria en el Mundial. Italia se impuso en la tanda de penaltis (5-3).

Poder de elección 

La tarjeta roja de Zidane nos recuerda que todas las acciones tienen consecuencias, ya se lleven a cabo ante 715 millones de personas, en la escuela o en el lugar de trabajo, o en la intimidad de nuestros hogares. Adán y Eva caminaron y hablaron con Dios, pero cuando le desobedecieron, recibieron una tarjeta roja y salieron del Jardín del Edén. Moisés fue un poderoso profeta y amigo de Dios, pero cuando desobedeció a Dios en las aguas de Meribah Cades, Dios le dio una tarjeta roja: no entraría en la Tierra Prometida (Números 20:10-12; Deuteronomio 32:51, 52). 

Años más tarde, Judas Iscariote también se ganó una tarjeta roja. "Guardián de la bolsa del dinero" (Juan 12:6) para Jesús y los demás discípulos, presentaba una falsa cara de piedad. En una ocasión, se indignó cuando María ungió a Jesús con un perfume caro. Murmuró: "¿Por qué no se vendió este perfume y se dio el dinero a los pobres? Valía el salario de un año" (versículo 5). En caso de que alguien se sienta tentado a darle la razón, Juan explica la historia: "No lo decía porque le importaran los pobres, sino porque era un ladrón" (versículo 6). El aparentemente piadoso Judas echaba mano de los fondos cuando le apetecía. 

Judas traicionó finalmente a Jesús con un beso en el Huerto de Getsemaní (Mateo 26:47-49). Sus acciones traidoras explican por qué Judas no encabeza la lista de nombres de bebé favoritos. Para Jesús, aquel beso, ahora simbólico de la más profunda traición, debió de sentirse como un cabezazo en el pecho. Enviado desde el campo, Judas se ahorcó, y como resultado, Mateo escribió uno de los versículos más tristes de la Biblia: "Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado" (Mateo 28:16). Antes eran doce discípulos. Ahora les faltaba uno a causa de un fatídico beso. 

Jesús había pasado tres años y medio tutelando a Judas. Judas había oído decir a Jesús: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28). Había oído decir a Jesús: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (Juan 14:6). Había visto a Jesús curar leprosos, resucitar muertos y llorar sobre Jerusalén. Ahora Judas estaba muerto. 

Sólo once discípulos hicieron el viaje a Galilea, a la montaña donde Jesús les había dicho que fueran (Mateo 28:16), el lugar donde recibirían su declaración de misión, estableciendo la iglesia de Dios en La Tierra. Una declaración de misión que Judas nunca llegaría a escuchar. Una iglesia q u e nunca llegaría a ver. 

Descalificado

El conmocionado grupo de discípulos, en el que faltaba un jugador, se reunió para conocer a Jesús. Creían haber conocido a Judas. Sí, había traicionado a Jesús, pero en cierto sentido, los había traicionado a todos. Peor aún, cada uno de ellos sabía que ellos también eran culpables. Cada uno de ellos "lo abandonó y huyó" (Mateo 26:56). Cada uno de ellos traicionó a Jesús a su manera, dejándolo de lado cuando no tenía un amigo. Ahora Él los abandonaba, y ellos no sabían qué hacer.

 Cuando los discípulos vieron a Jesús resucitado, lo adoraron. Y, sin embargo, en este momento de emoción sobrecargada, mientras estaban en la montaña con Jesús justo delante de ellos, algunos todavía dudaban (Mateo 28:17). Seamos claros sobre lo que sucede a continuación. Es un momento crucial de la historia. Jesús confía su misión de salvación a un equipo herido espiritualmente, un equipo de hombres incultos, pendencieros, cobardes, ambiciosos, teológicamente confusos, dubitativos e infieles. Cualquiera que mirara exclamaría: "¡Buena suerte con eso!". 

Desde un punto de vista humano, es desconcertante. ¿Cómo podía confiar en estos once hombres? Carecían de fe, malinterpretaron sus enseñanzas, se disputaron su posición y le abandonaron cuando más les necesitaba. Y sin embargo, Jesús los comisionó como Sus embajadores en la Tierra. Esta es una buena noticia para nosotros hoy. Jesús se especializa en llamar a los dañados, a los débiles y a los infieles. Puede que nos sintamos mal equipados, poco preparados e indignos de participar en la misión de Dios , pero aun así Jesús nos llama. De hecho, le cuesta más llamar a los que se sienten dignos, a los que creen que le están haciendo un favor a Jesús ofreciéndole todas sus habilidades, carisma y talento. 

Allí estaban, un grupo de once hombres rotos. Y, sin embargo, Jesús les dio la comisión del Evangelio. A menudo, citamos sólo una parte de esta comisión, olvidando lo que Jesús dice al principio y al final. La comisión realmente comienza con estas palabras: Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra"" (Mateo 28:18). Este es el contexto en el que Jesús enmarca su comisión. Y es de vital importancia que sus agotados, frágiles y confusos seguidores lo oigan. Luego añade: "Por tanto, id...". (versículo 19). Es porque Aquel que tiene "toda autoridad en el cielo y en la tierra" está con ellos que podrán ir por todo el mundo. La única razón por la que este equipo herido de once hombres puede siquiera pensar en ir es que van con el poder de Jesús. Del mismo modo, las últimas palabras de la comisión son igualmente importantes: "Y yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin d e l mundo" (versículo 20). La comisión se cierra con una palabra tranquilizadora. Podían ir con la autoridad de Jesús (versículo 18), sabiendo que Él estaría con ellos todo el camino (versículo 20).

 Re Gran Comisión 

Hoy damos por sentado que la Gran Comisión se aplica a nosotros, no sólo a los primeros discípulos. Pero no siempre fue así. En 1786, un grupo de pastores bautistas se reunió en Northampton, Inglaterra. El presidente de la reunión, el Dr. Ryland, invitó a los jóvenes pastores presentes a sugerir temas de debate. Sin duda, sintiéndose un poco intimidados, nadie respondió. Finalmente, después de algunos ánimos, uno de ellos preguntó "si el mandato dado a los Apóstoles, de enseñar a todas las naciones, no era obligatorio para todos los ministros sucesivos hasta el fin del mundo, viendo que la promesa que lo acompañaba era de igual alcance." Se dice que Ryland gritó una reprimenda: "Eres un miserable entusiasta por hacer semejante pregunta".1 Según algunos relatos, añadió: "Cuando a Dios le plazca convertir a los paganos, lo hará sin consultarnos ni a ti ni a mí". 

El joven regañado por formular la pregunta aquella noche fue William Carey. Sin inmutarse, seis años más tarde, en 1792, escribió un panfleto que marcó un antes y un después, titulado Enquiry Into the Obligations of Christians, to Use Means for the Conversion of the Heathens (Investigación sobre la obligación de los cristianos de emplear medios para la conversión de los paganos). ¿Por qué el panfleto marcó un hito? Porque la opinión dominante entre los cristianos de la época, como demostró Ryland, era que la Gran Comisión era sólo para los once discípulos. En su panfleto, Carey describe el punto de vista predominante que estaba atacando: "Es así como las multitudes se sientan a sus anchas, y no se preocupan por la mayor parte de sus compañeros pecadores, que hasta el día de hoy, están perdidos en la ignorancia y la idolatría".2 

En 1792, en gran parte debido a la influencia de Carey, se fundó lo que hoy se conoce como la Sociedad Misionera Bautista. El carácter vinculante de la Gran Comisión no era sólo una teoría abstracta o un argumento teológico para Carey. Al año siguiente, él y su familia embarcaron como misioneros en la India. Carey sirvió allí durante cuarenta y un años sin permiso y experimentó penas y alegrías. Su hijo de cinco años murió de disentería. Su esposa se sumió en una crisis mental permanente antes de morir en 1807. Está claro que Carey estaba tan motivado por su vocación que a veces su familia sufría. No era perfecto, pero su visión de la misión era fuerte. Trabajó incansablemente por el bienestar y el bienestar eterno del pueblo indio. Hoy en día, a menudo se le llama el padre de las misiones protestantes modernas. 

Carey vivió sus creencias. En 1835, la revista Family Magazine de Londres publicó una copia de su última voluntad. Los editores declararon: "Se verá que... no pudo legar a sus hijos más que su biblioteca y el beneficio de su gran ejemplo". Carey también indicó las palabras que quería que se inscribieran en su tumba: 

William Carey, nacido el 17 de agosto de 1761, fallecido --- 
Desdichado, pobre y desamparado gusano, en tus bondadosos brazos caigo.3 

La vida y la influencia de Carey prepararon el camino para la obra misionera protestante y, a su vez, para la posterior misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. 

Palabras subversivas 

Cuando Jesús reunió a aquellos once discípulos, no se imaginaban la importancia de su encargo. Esas palabras seguirían sirviendo como llamada a la misión de la Iglesia cristiana dos mil años después. Pero en aquella época, cualquier romano que hubiera escuchado las últimas palabras de Jesús las habría considerado subversivas. Declaraciones como "toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra" habrían sonado a sedición (Mateo 28:18). Cuando Jesús dijo esto, Roma ocupaba Judea y el culto al emperador estaba en su a p o g e o . "Virgilio, Josefo 4 Uno de los títulos de los emperadores romanos era "salvador del mundo", y los escritores de la época describían a Roma como poseedora de una comisión divina para ir a todo el mundo. 

Pero Jesús encargó a sus discípulos que difundieran la buena nueva de la salvación, no el poder romano. No es un evangelio de poder y fuerza, sino un evangelio de amor, esperanza y compasión. No iban con el poder de ningún gobierno o autoridad terrenal, sino bajo el estandarte de Aquel que tiene "toda autoridad en el cielo y en la tierra". Debían hacer discípulos en nombre de Aquel que tiene más autoridad de la que cualquier emperador romano podría siquiera soñar.

Jesús Pastor 

En marcado contraste con el poderío de Roma, Jesús inauguró una nueva forma de ver el mundo. Vino a la Tierra para "buscar y salvar a los perdidos" (Lucas 19:10). Encontró y atendió a una samaritana junto al pozo de Jacob, en la ciudad de Sicar (Juan 4:4-42). Encontró y curó al ciego Bartimeo junto al camino, a las afueras de Jericó (Marcos 10:46-52). Y de paso por Jericó, encontró a un recaudador de impuestos subido a un sicómoro (Lucas 19:1-10). Al detenerse bajo aquel árbol, Jesús miró hacia arriba y vio a Zaqueo encaramado a una rama. Lucas describe a Zaqueo buscando, indagando, tratando de averiguar quién era Jesús (versículo 3). Un buscador se encontró con el Buscador. Pronto conoció a Jesús de una manera que nunca había imaginado. Jesús le dijo a Zaqueo que quería visitar su casa.

 Como nota al margen, Lucas dice que la gente que observaba el encuentro murmuraba y murmuraba entre sí (versículo 7). La palabra griega que utiliza, diagoggýzon, es onomatopéyica. En otras palabras, cuando se pronuncia, la palabra suena exactamente como lo que significa: "zumbando como abejas". Aquí la gente eran abejas zumbando en señal de desaprobación. ¿Cómo podía Jesús visitar la casa de un pecador tan notorio como Zaqueo? ¿Acaso no conocía su sórdida historia? Lucas utiliza la misma palabra griega anteriormente en su libro para describir a los indignados maestros de la ley y fariseos cuando ven a Jesús mezclándose y comiendo con pecadores. Ellos diagoggýzon sobre el hecho de que "este hombre acoge a los pecadores y come con ellos" (Lucas 15:2).

Después de que Jesús se invita a sí mismo a la casa de Zaqueo, el resto de la historia sucede a puerta cerrada. Pero hiciera lo que hiciera Jesús, dijera lo que dijera, la vida nunca volvió a ser la misma para Zaqueo. Anunció: "Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres. Y si en algo he defraudado a alguien, se lo devuelvo cuadruplicado" (Lucas 19: 8). ¿Y el resumen de Jesús? "Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (versículo 9). Una vez más, Jesús demostró su misión de "buscar y salvar a los perdidos" (versículo 10). 

La palabra griega traducida aquí como "perdido", apolōlos, tiene como raíz el significado de "destrucción". Zaqueo había estado viajando por un camino peligroso y destructivo. Amaba más su cuenta bancaria que a sus vecinos. Estaba perdido en prioridades muy equivocadas. Gracias a Jesús, se arrepiente, lo que literalmente significa que se da la vuelta. Comienza a caminar por una senda nueva de curación y salvación. Jesús había liberado a Zaqueo a una vida nueva y más abundante. 

La historia de Zaqueo nos recuerda que hay varias formas de pérdida. Una persona puede poseer una casa cara y una cartera de inversiones llena y, sin embargo, tener una vida vacía. El Salvador que busca vino a llenar las vidas vacías. 

Los perdidos ahora se encuentran

En respuesta a los líderes religiosos que zumbaban como abejas sobre su asociación con los "pecadores", Jesús contó tres historias sobre estar perdido: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido (Lucas 15). Recordar que la palabra griega para "perdido" tiene como raíz el significado de "destrucción" añade un matiz a estas historias. La oveja no sólo estaba perdida, sino que se enfrentaba a todo tipo de peligros mortales fuera de la seguridad del redil (versículo 4). Del mismo modo, el valor de la moneda se destruyó mientras se escondía en algún rincón polvoriento (versículo 8). Y el extravío del hijo, de fiesta en un país lejano, tomó un cariz peligroso y más destructivo cuando se le acabaron el dinero y los amigos. Se vio obligado a negar su herencia e identidad religioso cultural trabajando en una pocilga sólo para sobrevivir (versículos 13-15). Un chico judío trabajando en una pocilga sería como un chico adventista sirviendo cócteles en un bar. 

El momento crucial fue cuando "volvió en sí" y se dio cuenta de que estaría mejor incluso como criado en casa de su padre (versículo 17). Se dirigió a su casa muy avergonzado, sin tener idea de la profundidad del pecado hacia su padre.

Amor incondicional. 

De camino a casa, ensayó su discurso: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti" (versículo 18). 

Me imagino al hijo con manchas de nicotina en los dedos, alcohol en el aliento y olor a droga en el pelo, todavía apestando a cerdo. Probablemente su padre le olió antes de verle. Y sin duda su padre, recién lavado, llevaba un traje fresco y limpio. Pero, al ver venir a su hijo desde lejos, corrió, con la túnica al viento, a abrazarlo. Era una manera poco decorosa de comportarse para un hombre de su distinción. 

El hijo intentó su discurso. Empezó con fuerza: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo" (versículo 21). Pero allí mismo, antes de que pudiera decir otra palabra, su padre lo interrumpió. No pudo terminar. Su padre no tenía interés en oírlo. Estaba demasiado ocupado alegrándose de que su hijo estuviera en casa. En ese momento, el hijo comenzó a despojarse de su extravío y a disfrutar del sol de estar donde realmente pertenecía (versículos 17-22). 

Imagino que el hijo parecía flaco y enfermo por las limitaciones nutricionales de comer pienso para cerdos. No eran exactamente cinco raciones de fruta y verdura al día. Alarmado, el padre ordenó inmediatamente a sus sirvientes que prepararan el ternero cebado. Pero la orden era algo más que alimentar a un niño hambriento. Significaba que el padre comería y celebraría en la mesa con su hijo. Y más que eso, le daría un anillo para su dedo y ropa limpia para vestir, simbolizando celebración, aceptación, reajuste y un nuevo comienzo (versículos 22-24). El padre había encontrado a su hijo perdido. 

En estos relatos, Jesús ilustró profusamente lo que llamó la "buena nueva del reino" (Lucas 4:43). Es la buena noticia que encargó a sus discípulos que compartieran con todo el mundo. Es la buena noticia que nuestro mundo todavía necesita oír. 

Re alegría de ser encontrado 

Hace poco vi una publicación en un tablón de anuncios de un barrio. 

Decía: Perro perdido. Mi dulce Olive sigue desaparecida. 

Lleva un collar azul claro. Por favor, siga manteniendo un ojo hacia fuera para ella. Si l a ven, ¡por favor llame al [XXX-XXX-XXXX] o envíeme un PM INMEDIATAMENTE! . . . . Por favor, no la llame o persiga. Está muy asustada y huirá. Desapareció de nuestra casa en Wild Grass Ct. el 29 de enero.

Pronto se produjo una avalancha de respuestas: 
"Estaré pendiente de tu dulce niña". 
"Mi corazón está con usted; mis ojos están alerta." 
"Definitivamente estaré pendiente de ella." 
"Siento que siga desaparecida. Mantendré los ojos abiertos cuando esté por esa zona. Espero que aparezca pronto‼". 
"Espero que la encuentres pronto. Sé lo duro que es tener mascotas perdidas". 
"Lo siento. Debes tener el corazón roto. Espero lo mejor". 

Unos días después, el vecino publicó la buena noticia: ¡Olive ha sido encontrada! Quiero dar las gracias a todos por sus pensamientos y oraciones y por todos los consejos que nos han dado en estos últimos 8 días. 

Una maravillosa pareja la encontró debajo de la terraza de su vecino. Está delgada y cojea, pero por lo demás está en buena forma. Ahora está en Urgencias para que la revisen. 

Entonces los vecinos empezaron a alegrarse: 

"¡Vaya! Qué alegría". 
"¡Qué buena noticia! Gracias por avisar a los vecinos". 
"¡Estoy tan feliz de leer esta a c t u a l i z a c i ó n ! Estaba rezando por una actualización como éste". "¡Yay‼! He estado pensando en ella. Me alegro mucho de que esta historia tenga un final feliz y de que ahora pueda empezar su vida como parte de tu familia!". 
"Has tenido muchos seguidores rezando por su regreso a salvo. ¡Bravo!" 
"Hurra". 
"¡Oh, qué gran noticia!" 
"¡Oh, menos mal! Mis hijos han estado muy preocupados y buscando por todas partes. ¡Bienvenida a casa, Olive!" 

Y el regocijo en línea siguió y siguió. Era como Lucas 15 otra vez. Los perdidos son encontrados. Los vecinos lo celebran. El cielo se alegra.

1. George Smith, Ge Life of William Carey, D.D.: Shoemaker and Missionary (Londres: John Murray, 1885), 31. 

2. William Carey, An Enquiry Into the Obligations of Christians, to Use Means for the Conversion of the Heathens (Leicester, Inglaterra: Ann Ireland, 1792), 8. 

3. "Inteligencia interior y exterior: India", Family Magazine 2, nº 8 (enero de 1835): 29, https://www.google.com/books/edition/The_Family_magazine_conducted_by_J_Belc h/U20EAAAAQAAJ. 

4. Darren Cronshaw, "¿Una comisión 'grande' para quién? Postcolonial Contrapuntal Readings of Matthew 28:18-20 and the Irony of William Carey," Transformation 33, no. 2 (abril de 2016): 111.


La plenitud del rescate de Cristo, 13 de marzo

Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor; habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, según el puro afecto de su voluntad. Efesios 1:4, 5. NEV 80.1

En el concilio del cielo se hizo provisión para que los hombres, aunque fueran transgresores, no perecieran en su desobediencia, sino que, mediante la fe en Cristo como su sustituto y garantía, pudieran llegar a ser los elegidos de Dios. ... Dios quiere que todos los hombres se salven, porque se ha hecho una amplia provisión para pagar el rescate del hombre, mediante su Hijo unigénito. Aquellos que perezcan, perecerán porque rehusarán ser adoptados como hijos de Dios a través de Jesucristo. El orgullo del hombre le impide que acepte la provisión para la salvación. Pero el mérito humano no bastará para admitir un hombre a la presencia de Dios. Lo que hace aceptable a un hombre delante de Dios, es la gracia impartida de Cristo, a través de la fe en su nombre. No se puede colocar ninguna confianza en las obras, ni en los felices vuelos de los sentimientos, como evidencia de que los hombres han sido elegidos por Dios, porque los elegidos lo son a través de Cristo. NEV 80.2

Jesús dice: “Y al que a mí viene, no le echo fuera”. Juan 6:37. Cuando el pecador arrepentido acude a Cristo, consciente de su culpa y de su indignidad, comprendiendo que merece el castigo, pero confiando en la misericordia y el amor de Cristo, él no lo echará afuera. Se le concede el amor perdonador de Dios, y de su corazón surge gozosa gratitud por la infinita comprensión y el amor de su Salvador. Esa provisión fué hecha para él en los concilios celestiales, antes de la fundación del mundo, y la comprensión de ello, y de que Cristo tuvo que cargar con la penalidad que merecía la transgresión del hombre, e imputarle a él su justicia, lo abruma de asombro.—The Signs of the Times, 2 de enero de 1893. NEV 80.3

El Padre lleva nuestros pecados a un lugar donde ninguna otra cosa, sino su ojo, puede verlos, y así como ocultó su rostro de la inocencia de Cristo, también ocultará sus ojos de la culpa del pecador creyente, a causa de la justicia que le ha sido imputada. La justicia de Cristo, que nos es concedida, nos traerá las bendiciones más preciosas en esta vida, y derramará sobre nosotros vida eterna en el reino de Dios.—The Signs of the Times, 8 de diciembre de 1898.

Capítulo 45—Cartas escritas desde Roma

Este capítulo está basado en Colosenses y Filipenses.

En los primeros años de la experiencia cristiana del apóstol Pablo, le fueron dadas oportunidades especiales de aprender la voluntad de Dios concerniente a los seguidores de Jesús. Fué “arrebatado hasta el tercer cielo,” “al paraíso, donde oyó palabras secretas que el hombre no puede decir.” El mismo reconoció que muchas “visiones y revelaciones” le fueron dadas “del Señor.” Su comprensión de los principios de las verdades evangélicas, era igual a la de “los sumos apóstoles.” 2 Corintios 12:2, 4, 1, 11. Tenía una clara y amplia comprensión de “la anchura, y la longitud, y la altura y la profundidad” del “amor de Cristo, que sobrepuja a todo conocimiento.” Efesios 3:18, 19 (VM). HAp 374.1

Pablo no podía decir todo lo que había visto en visión, porque entre sus oidores había algunos que habrían hecho mal uso de sus palabras. Pero aquello que le fué revelado, le habilitó para trabajar como dirigente y sabio maestro, y también modeló los mensajes que en años ulteriores envió a las iglesias. La impresión que recibió cuando estuvo en visión le acompañaba siempre y le habilitaba para dar una correcta representación del carácter cristiano. A viva voz y por carta expresó su mensaje que en todo momento trajo ayuda y fuerza a la iglesia de Dios. Para los creyentes de la actualidad, sus mensajes hablan claramente de los peligros que amenazarán a la iglesia y las falsas doctrinas que tendrán que arrostrar. HAp 374.2

El deseo del apóstol para aquellos a quienes escribía sus cartas de consejo y admonición era que no fuesen “niños fluctuantes y llevados por doquiera de todo viento de doctrina,” sino que todos llegaran “a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo.” Rogó a aquellos que eran seguidores de Cristo y que vivían en comunidades paganas, que no anduviesen “como los otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios ... por la dureza de su corazón,” sino “avisadamente; no como necios, mas como sabios; redimiendo el tiempo.” Efesios 4:14, 13, 17, 18; 5:15, 16. Animó a los creyentes a mirar hacia el tiempo cuando Cristo, que “amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella,” podría “presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante,” una iglesia “santa y sin mancha.” Efesios 5:25, 27. HAp 374.3

Estos mensajes, escritos, no con poder humano, sino con el de Dios, contienen lecciones que deben ser estudiadas por todos, lecciones que será provechoso repetir frecuentemente. En ellas encontramos delineada la piedad práctica, se formulan principios que deben ser seguidos en cada iglesia y se define el camino que lleva a la vida eterna. HAp 375.1

En su carta “a los santos y hermanos fieles en Cristo que están en Colosas,” escrita mientras estaba preso en Roma, Pablo hace mención de su regocijo por la constancia de ellos en la fe, cuyas buenas nuevas le fueron traídas por Epafras, quien, escribió el apóstol, “nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu. Por lo cual—continúa,—también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y espiritual inteligencia; para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios: corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria, para toda tolerancia y largura de ánimo con gozo.” HAp 375.2

De este modo Pablo expresó en palabras sus deseos para con los creyentes de Colosas. ¡Cuán elevado es el ideal que mantienen estas palabras ante el seguidor de Cristo! Muestran las maravillosas posibilidades de la vida cristiana y hacen bien claro que no hay límites para las bendiciones que los hijos de Dios pueden recibir. Creciendo constantemente en el conocimiento de Dios, podían ir de fortaleza en fortaleza, de altura en altura en la experiencia cristiana, hasta que por “la potencia de su gloria,” llegasen a ser “aptos para participar de la suerte de los santos en luz.” HAp 375.3

El apóstol exaltó a Cristo delante de sus hermanos como aquel por quien Dios había creado todas las cosas, y por quien había labrado su redención. Declaró que la mano que sostiene los mundos en el espacio y mantiene en su ordenada distribución e infatigable actividad todas las cosas en el universo, es la que fué clavada por ellos en la cruz. “Por él fueron criadas todas las cosas—escribió Pablo—que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fué criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten.” “A vosotros también que erais en otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora empero os ha reconciliado en el cuerpo de su carne por medio de muerte, para haceros santos y sin mancha, e irreprensibles delante de él.” HAp 376.1

El Hijo de Dios se humilló para levantar al caído. Por ello dejó los mundos celestiales que no han conocido el pecado, los noventa y nueve que le amaban, y vino a esta tierra para ser “herido por nuestras rebeliones,” y “molido por nuestros pecados.” Isaías 53:5. Fué hecho, en todas las cosas, semejante a sus hermanos. Se revistió de carne humana igualándose a nosotros. HAp 376.2

El sabía lo que significaba tener hambre, sed y cansancio. Fué sustentado por el alimento y refrigerado por el sueño. Fué un extranjero y advenedizo sobre la tierra,—en el mundo, pero no del mundo. Tentado y probado como lo son los hombres de la actualidad, vivió, sin embargo, una vida libre del pecado. Lleno de ternura, compasión, simpatía, siempre considerado con los demás, representó el carácter de Dios. “Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros, ... lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14. HAp 376.3

Rodeados por prácticas e influencias paganas, los creyentes de Colosas estaban en peligro de ser inducidos a dejar la sencillez del Evangelio, y Pablo, amonestándoles contra eso, les señaló a Cristo como el único guía seguro. “Porque quiero que sepáis—escribió—cuán gran solicitud tengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca vieron mi rostro en carne; para que sean confortados sus corazones, unidos en amor, y en todas riquezas de cumplido entendimiento para conocer el misterio de Dios, y del Padre, y de Cristo, en el cual están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. HAp 377.1

“Y esto digo, para que nadie os engañe con palabras persuasivas.... Por tanto de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él: arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis aprendido, creciendo en ella con hacimiento de gracias. Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente: y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad.” HAp 377.2

Cristo había anticipado que se levantarían engañadores, por cuya influencia la maldad se multiplicaría y la caridad de muchos se enfriaría. Mateo 24:12. Advirtió a sus discípulos que la iglesia estaría en mayor peligro por este mal que por las persecuciones de sus enemigos. Una y otra vez Pablo previno a los creyentes contra esos falsos maestros. De este peligro, más que de cualquier otro, deberían prevenirse; pues, al recibir falsos maestros, abrirían la puerta a errores por los cuales el enemigo podría empañar las percepciones espirituales y hacer tambalear la confianza de los nuevos conversos al Evangelio. Cristo era la norma por la cual debían probar las doctrinas presentadas. Todo lo que no estaba en armonía con sus enseñanzas debían rechazarlo. Cristo crucificado por el pecado, Cristo resucitado de entre los muertos, Cristo ascendido a lo alto, ésta era la ciencia de la salvación que ellos debían aprender y enseñar. HAp 377.3

Las amonestaciones de la Palabra de Dios respecto a los peligros que rodean a la iglesia cristiana, son para nosotros hoy. Como en los días de los apóstoles, los hombres intentan, por medio de tradiciones y filosofías, destruir la fe en las Escrituras. Así hoy, por los complacientes conceptos de la “alta crítica,” evolución, espiritismo, teosofía y panteísmo, el enemigo de la justicia está procurando llevar a las almas por caminos prohibidos. Para muchos, la Biblia es una lámpara sin aceite, porque han dirigido sus mentes hacia canales de creencias especulativas que traen falsos conceptos y confusión. La obra de la “alta crítica” al criticar, conjeturar y reconstruir, está destruyendo la fe en la Biblia como revelación divina. Está privando a la Palabra de Dios del poder de guiar, levantar e inspirar las vidas humanas. Por el espiritismo, multitudes son inducidas a pensar que el deseo es la mayor ley, que la licencia es libertad y que el hombre es responsable únicamente de sí mismo y ante sí mismo. HAp 378.1

El seguidor de Cristo se encontrará con las “palabras persuasivas” contra las cuales el apóstol advirtió a los creyentes de Colosas. Se encontrará con interpretaciones espiritualistas de las Escrituras, pero no debe aceptarlas. Ha de oírsele afirmar claramente las verdades eternas de las Escrituras. Guardando sus ojos fijos en Cristo, caminará constantemente hacia adelante en la senda señalada, descartando todas las ideas que no están en armonía con su enseñanza. La verdad de Dios es el objeto de su contemplación y meditación. Considerará la Biblia como la voz de Dios que le habla directamente. Así encontrará la sabiduría divina. HAp 378.2

El conocimiento de Dios, como está revelado en Cristo, es el conocimiento que deben tener todos los que están salvos. Este es el conocimiento que obra la transformación del carácter. Recibido en la vida, volverá a crear en el alma la imagen de Cristo. Tal es el conocimiento que Dios invita a sus hijos a obtener, pues en comparación con él todo lo demás es vanidad y nada. HAp 378.3

En toda generación y en cada país el fundamento de la verdad para la construcción del carácter ha sido el mismo: los principios contenidos en la Palabra de Dios. La única norma segura e infalible es hacer lo que Dios dice. “Los mandamientos de Jehová son rectos,” y “el que hace estas cosas, no resbalará para siempre.” Salmos 19:8; 15:5. Fué con la Palabra de Dios cómo los apóstoles hicieron frente a las falsas teorías de sus días, diciendo: “Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto.” 1 Corintios 3:11. HAp 379.1

Al tiempo de su conversión y bautismo, los creyentes de Colosas prometieron dejar a un lado creencias y prácticas que hasta entonces habían sido una parte de sus vidas, y ser constantes en su lealtad a Cristo. En su carta, Pablo les recordó esto, rogándoles que no olvidasen que, a fin de cumplir su voto, deberían hacer un esfuerzo constante contra los males que buscaban tener dominio sobre ellos. “Si habéis pues resucitado con Cristo—dijo,—buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” HAp 379.2

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2 Corintios 5:17. Por medio del poder de Cristo, los hombres y mujeres han roto las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. El profano se transformó en reverente, el borracho en sobrio, el libertino en puro. Almas que habían manifestado la semejanza de Satanás, han llegado a transformarse a la imagen de Dios. Este cambio, en sí mismo, es el milagro de los milagros. El cambio realizado por la Palabra es uno de los más profundos misterios de ella. No lo podemos entender; solamente podemos creerlo, como lo señalan las Escrituras: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” HAp 379.3

Cuando el Espíritu de Dios domina la mente y el corazón, el alma convertida prorrumpe en una nueva canción; porque ha reconocido que la promesa de Dios ha sido cumplida en su experiencia, que su transgresión ha sido perdonada, su pecado cubierto. Ha sentido arrepentimiento hacia Dios por la violación de su divina ley, y fe hacia Cristo, quien murió por la justificación del hombre. Justificado “pues por la fe” tiene “paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 5:1. HAp 380.1

Pero habiendo alcanzado esa experiencia, el cristiano no debe por lo tanto cruzarse de brazos conforme con lo que ha logrado. Aquel que está determinado a entrar en el reino espiritual encontrará que todos los poderes y las pasiones de la naturaleza no regenerada, respaldadas por las fuerzas del reino de las tinieblas, están preparadas para atacarle. Cada día debe renovar su consagración, cada día debe batallar contra el pecado. Los hábitos antiguos, las tendencias hereditarias hacia el mal, se disputarán el dominio, y contra ellos debe siempre velar, apoyándose en el poder de Cristo para obtener la victoria. HAp 380.2

Escribió Pablo a los colosenses: “Amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: ... en las cuales [cosas] vosotros también anduvisteis en otro tiempo viviendo en ellas. Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca.... Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia; sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cual es el vínculo de la perfección. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la cual asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.” HAp 380.3

La carta a los colosenses está llena de lecciones de gran valor para todos los que están ocupados en el servicio de Cristo, lecciones que muestran la sinceridad de propósito y la altura del blanco que será visto en la vida de aquel que representa correctamente a su Salvador. Renunciando a todo lo que pueda impedirle realizar progresos en el camino ascendente, o quiera hacer volver los pies de otros del camino angosto, el creyente revelará en su vida diaria misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, tolerancia y el amor de Cristo. HAp 381.1

El poder de una vida más elevada, pura y noble es nuestra gran necesidad. El mundo abarca demasiado de nuestros pensamientos, y el reino de los cielos demasiado poco. HAp 381.2

En sus esfuerzos por alcanzar el ideal de Dios, el cristiano no debería desesperarse de ningún empeño. A todos es prometida la perfección moral y espiritual por la gracia y el poder de Cristo. El es el origen del poder, la fuente de la vida. Nos lleva a su Palabra, y del árbol de la vida nos presenta hojas para la sanidad de las almas enfermas de pecado. Nos guía hacia el trono de Dios, y pone en nuestra boca una oración por la cual somos traídos en estrecha relación con él. En nuestro favor pone en operación los todopoderosos agentes del cielo. A cada paso sentimos su poder viviente. HAp 381.3

Dios no fija límites al avance de aquellos que desean ser “llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y espiritual inteligencia.” Por la oración, la vigilancia y el desarrollo en el conocimiento y comprensión, son “corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria.” Así son preparados para trabajar en favor de los demás. Es el propósito del Salvador que los seres humanos, purificados y santificados, sean sus ayudadores. Demos gracias por este gran privilegio a Aquel “que nos hizo aptos para participar de la suerte de los santos en luz: que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.” HAp 381.4

La carta de Pablo a los filipenses, como la escrita a los colosenses, fué redactada mientras estaba preso en Roma. La iglesia de Filipos había enviado regalos a Pablo por mano de Epafrodito, a quien el apóstol llama “mi hermano, y colaborador y compañero de milicia, y vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades.” Mientras estaba en Roma, Epafrodito “estuvo enfermo a la muerte; mas Dios tuvo misericordia de él—escribió Pablo,—y no solamente de él, sino aun de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza.” Al oír de la enfermedad de Epafrodito, los creyentes de Filipos se llenaron de ansiedad respecto de él, por lo que decidió volver a ellos. “Porque tenía gran deseo de ver a todos vosotros,—escribió el apóstol,—y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado.... Así que le envío más presto, para que viéndole os volváis a gozar, y yo esté con menos tristeza. Recibidle pues en el Señor con todo gozo; y tened en estima a los tales: porque por la obra de Cristo estuvo cercano a la muerte, poniendo su vida para suplir vuestra falta en mi servicio.” HAp 381.5

Por su mano, Pablo envió una carta a los creyentes filipenses, en la cual les agradecía las dádivas que le enviaron. De todas las iglesias, la de Filipos había sido la más liberal para suplir sus necesidades. “Y sabéis también vosotros, oh Filipenses—decía el apóstol en su carta,—que al principio del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia me comunicó en razón de dar y recibir, sino vosotros solos. Porque aun a Tesalónica me enviasteis lo necesario una y dos veces. No porque busque dádivas; mas busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Empero todo lo he recibido y tengo abundancia: estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis, olor de suavidad, sacrificio acepto, agradable a Dios.” HAp 382.1

“Gracia sea a vosotros y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a Dios en toda memoria de vosotros, siempre en todas mis oraciones haciendo oración por todos vosotros con gozo, por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora: estando confiado de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos vosotros por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, sois todos vosotros compañeros de mi gracia. Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros.... Y esto ruego, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que discernáis lo mejor: que seáis sinceros y sin ofensa para el día de Cristo; llenos de frutos de justicia, que son por Jesucristo, a gloria y loor de Dios.” HAp 382.2

La gracia de Dios sostenía a Pablo en su encarcelamiento, habilitándolo para regocijarse en la tribulación. Con fe y convicción escribió a sus hermanos filipenses que su prisión había resultado en el adelantamiento del Evangelio. “Y quiero, hermanos—declaró,—que sepáis que las cosas que me han sucedido, han redundado más en provecho del evangelio; de manera que mis prisiones han sido célebres en Cristo a todo el pretorio, y a todos los demás; y muchos de los hermanos en el Señor, tomando ánimo con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.” HAp 383.1

En esa experiencia de Pablo hay una lección para nosotros; nos revela la manera en que Dios obra. El Señor puede sacar victoria de lo que nos parece desconcierto y derrota. Estamos en peligro de olvidar a Dios, de mirar las cosas que se ven, en vez de contemplar con los ojos de la fe las cosas que no se ven. Cuando viene la desgracia o el infortunio, estamos listos para culpar a Dios de negligencia o crueldad. Si ve conveniente interrumpir nuestro servicio en alguna actividad, nos lamentamos, sin detenernos a reflexionar que así Dios puede estar obrando para nuestro bien. Necesitamos aprender que la corrección es parte de su gran plan y que bajo la vara de la aflicción, el cristiano puede hacer, a veces, más por su Maestro que cuando está ocupado en el servicio activo. HAp 383.2

Como ejemplo para la vida cristiana, Pablo señaló a los filipenses a Cristo, “el cual siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios: sin embargo se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres: y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” HAp 383.3

“Por tanto, amados míos—continúa,—como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa, entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo; reteniendo la palabra de vida para que yo pueda gloriarme en el día de Cristo, que no he corrido en vano, ni trabajado en vano.” HAp 384.1

Estas palabras fueron registradas para ayudar a cada alma que lucha. Pablo presentó el nivel de perfección y mostró cómo puede ser alcanzado. Dijo: “Ocupaos en vuestra salvación ... porque Dios es el que en vosotros obra.” HAp 384.2

La obra de ganar la salvación es una operación mancomunada. Debe haber cooperación entre Dios y el pecador arrepentido. Es necesaria para la formación de principios rectos de carácter. El hombre debe hacer fervientes esfuerzos para vencer lo que le impide obtener la perfección. Pero depende enteramente de Dios para alcanzar el éxito. Los esfuerzos humanos, por sí solos, son insuficientes. Sin la ayuda del poder divino, no se conseguirá nada. Dios obra y el hombre obra. La resistencia a la tentación debe venir del hombre, quien debe obtener su poder de Dios. Por un lado hay sabiduría, compasión y poder infinitos, y por el otro, debilidad, perversidad, impotencia absoluta. HAp 384.3

Dios desea que tengamos dominio sobre nosotros mismos, pero no puede ayudarnos sin nuestro consentimiento y cooperación. El Espíritu divino obra por medio de los poderes y facultades otorgados al hombre. Por naturaleza, no estamos capacitados para armonizar nuestros propósitos, deseos e inclinaciones con la voluntad de Dios; pero si tenemos el deseo de que Dios cree en nosotros la voluntad, el Salvador lo efectuará por nosotros, “destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento a la obediencia de Cristo.” 2 Corintios 10:5. HAp 384.4

El que desea adquirir un carácter fuerte y armónico, el que desea ser un cristiano equilibrado, debe dar todo y hacer todo por Cristo; porque el Redentor no aceptará un servicio a medias. Diariamente debe aprender el significado de la entrega propia. Debe estudiar la Palabra de Dios, aprendiendo su significado y obedeciendo sus preceptos. Así puede alcanzar la norma de la excelencia cristiana: día tras día Dios trabaja con él, perfeccionando el carácter que resistirá el tiempo de la prueba final; y día tras día el creyente está efectuando ante hombres y ángeles un experimento sublime, el cual demuestra lo que el Evangelio puede hacer en favor de los seres humanos caídos. HAp 385.1

“Yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado—escribió Pablo,—pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.” HAp 385.2

Pablo hacía muchas cosas. Desde el tiempo que decidió ser fiel a Cristo, su vida estuvo llena de un servicio incansable. De ciudad en ciudad, de país en país, viajaba refiriendo la historia de la cruz, ganando conversos al Evangelio y estableciendo iglesias. Por esas iglesias sentía una constante solicitud y les escribió muchas cartas de instrucción. A veces, trabajaba en su oficio para ganarse el pan cotidiano. Pero en todas las absorbentes actividades de su vida, Pablo nunca perdió de vista su gran propósito: extenderse hacia el premio de su soberana vocación. Mantenía resueltamente su blanco ante sí: ser fiel a Aquel que se le había revelado junto a la puerta de Damasco. Nada tenía poder para apartarlo de ese blanco. Exaltar la cruz del Calvario, era el absorbente motivo que inspiraba sus palabras y actos. HAp 385.3

El gran propósito que le constreñía a avanzar ante las penalidades y dificultades, debe inducir a cada obrero cristiano a consagrarse enteramente al servicio de Dios. Se le presentarán atracciones mundanales para desviar su atención del Salvador, pero debe avanzar hacia la meta, mostrando al mundo, a los ángeles y a los hombres que la esperanza de ver el rostro de Dios es digna de todo el esfuerzo y sacrificio que demanda el logro de esta esperanza. HAp 386.1

Pablo no se desanimó mientras permanecía preso. Por el contrario, una nota de triunfo resonaba en las cartas que escribía desde Roma a las iglesias. “Gozaos en el Señor siempre—escribió a los filipenses,—otra vez digo: Que os gocéis.... Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad.” HAp 386.2

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.... La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.”

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