Lección 3: *EL LLAMADO DE DIOS A LA MISIÓN*

Lección 03
14 de octubre - 20 de octubre

  El llamado de Dios a la misión

Imagen del título semanal

Sábado por la tarde

Lea para el estudio de esta semana

Génesis 11:1-9; Génesis 12:1-3; Daniel 9:24-27; Mateo 1:21; Génesis 12:10-20; Génesis 13:1; Hechos 8:1-4; Hechos 1:8.

Texto de memoria:

"Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra" (Hechos 1:8).

Dios a veces puede sacarnos de nuestra zona de confort y hacernos sus testigos. A veces este cambio puede ser usado para lograr Sus propósitos, como en el ejemplo de la dispersión de la gente en la Torre de Babel. "Esta dispersión fue el medio de poblar la tierra, y así el propósito del Señor se cumplió por medio de los mismos medios que los hombres habían empleado para impedir su cumplimiento." (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pág. 120.) Abraham, por su parte, fue de su país natal a otro (Génesis 12:1-20) como medio de testimonio. Los discípulos de Jesús pasaron de trabajar solo entre su propia gente (Hechos 3:1-26) a trabajar también para los demás (Hechos 8:1-4; En Hechos 1:8, Jesús estableció un principio de evangelización: comenzarían localmente, Jerusalén y Judea, luego irían a Samaria y, finalmente, a los confines de la tierra.

Pero incluso si no salimos de nuestro país, Dios todavía quiere que nos acerquemos a las personas que nos rodean. Cuando la iglesia en Jerusalén se estaba volviendo complaciente, sus miembros se dispersaron. Aunque vino persecución y la gente sufrió, estos desafortunados acontecimientos se convirtieron en un medio para esparcir las buenas nuevas por todo el mundo.

*Estudie la lección de esta semana para prepararse para el día de reposo 21 de octubre.



Comentarios Elena G.W

El Ángel del pacto está dotando a sus siervos de poder para que lleven la verdad a todas partes del mundo. Ha enviado a sus ángeles con el mensaje de misericordia; pero, como si no se apresuraran lo suficiente para satisfacer el amoroso anhelo de su corazón, coloca sobre cada miembro de su iglesia la responsabilidad de proclamar este mensaje. "El que oye, diga: ¡'Ven!'" Todo miembro de iglesia ha de mostrar su lealtad invitando a los sedientos a beber del agua de la vida. Una cadena de testigos vivientes ha de llevar la invitación al mundo. ¿Realizarás tu parte en esta gran obra?

Cristo llama a muchos misioneros, tanto hombres como mujeres, para que se consagren a Dios, y estén dispuestos a gastar y ser gastados en su servicio. ¡Oh!, ¿podemos dejar de recordar que existe un mundo por el cual trabajar? ¿No avanzaremos paso a paso permitiendo que Dios nos use como su mano ayudadora? ¿No nos colocaremos sobre el altar del servicio? Entonces el amor de Cristo nos tocará y transformará, convirtiéndonos, por su causa, en personas dispuestas a trabajar con osadía (El colportor evangélico, p. 19).

Dios nos ha dado el don del habla para que podamos relatar a otros cómo él nos trata, para que su amor y compasión pueda conmover a otros corazones, y que de otras almas puedan elevarse también alabanzas a Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. El Señor ha dicho: "Vosotros sois mis testigos". Isaías 43:10. Pero todos los que son llamados a testificar por Cristo, deben aprender de él a fin de ser testigos eficientes. Como hijos del Rey celestial, deben educarse para dar testimonio en voz clara y distinta, y de tal manera que nadie pueda recibir la impresión de que les cuesta hablar de la misericordia del Señor (Consejos para los maestros, p. 230).

En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra obra puede ser comparada con esta y nada debe desviar nuestra atención de ella.

Las verdades que debemos proclamar al mundo son las más solemnes que jamás hayan sido confiadas a seres mortales. Nuestra tarea consiste en proclamarlas. El mundo debe ser amonestado, y el pueblo de Dios tiene que ser fiel a su cometido...

No es un hecho de poca importancia que Dios nos haya revelado con tanta claridad sus planes y sus consejos. Comprender la voluntad de Dios, tal como está revelada en la segura palabra profética, es para nosotros un maravilloso privilegio, pero nos impone una pesada responsabilidad. Dios espera que impartamos a otros el conocimiento que nos ha dado (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 17).
 Domingo
15 de octubre

Salir de nuestra zona de confort

Para alcanzar a los demás, Dios quiere que salgamos de nuestra zona de confort. El deseo de permanecer sólo con los de nuestra propia clase y etnia o tipo social puede conducir al egoísmo, incluso al mal. Este peligro es una de las lecciones que se derivan de la historia de Babel.

Lee Génesis 11:1-9. ¿Cuáles eran las intenciones de la gente? ¿Qué querían hacer, y por qué Dios lo frustraría?

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Esta historia de la gente de la Torre de Babel revela su gran ambición. Planeaban hacer una estructura monumental, una ciudad y una torre como no existían en ningún otro lugar del mundo: "una torre que llegue hasta los cielos, para que nos hagamos famosos" (Génesis 11:4).

¿Con qué frecuencia hoy en día la gente busca hacer lo mismo? Ya sea a través de la política, el arte, los negocios, incluso la religión, no importa. Hay quienes quieren hacerse un gran nombre. Al final, cuán inútiles y sin sentido son sus esfuerzos. (Véase Eclesiastés 2:1-11.)

La Biblia dice en Génesis 11:4 que estas personas querían construir la torre para evitar ser esparcidos sobre la faz de la tierra. Querían permanecer juntos por sus propias razones egoístas. Pero Dios tenía otro plan.

Estas personas también se unieron para esta obra. Pero "el Señor dijo: 'Si como un solo pueblo que habla la misma lengua han comenzado a hacer esto, entonces nada de lo que planeen hacer les será imposible'" (Génesis 11:6). Este ambicioso plan del pueblo era, de hecho, malvado.

Aunque las Escrituras no lo dicen explícitamente, Elena White dice que no confiaron en la promesa de Dios de que nunca volvería a destruir la tierra con agua (Génesis 9:14-15). Tenían la intención de construir para su propia seguridad percibida en lugar de confiar en la Palabra de Dios. Cualesquiera que fueran sus motivos últimos, Dios sabía que sus intenciones no eran puras, sino que estaban llenas de ambición egoísta, y por eso les impidió alcanzar sus metas declaradas.

¿Eres parte de un grupo o comunidad étnica que se siente más cómoda entre ellos? ¿De qué maneras es posible que te relaciones con otras personas que no sean parte de tu raza, etnia o nacionalidad?

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Comentarios Elena G.W

Los moradores de la llanura de Sinar establecieron su reino para su exaltación propia, no para la gloria de Dios. Si hubieran tenido éxito, hubiera nacido un imperio poderoso, que, proscribiendo la justicia, inauguraría una nueva religión. El mundo se hubiera desmoralizado... Pero Dios nunca deja al mundo sin testigos suyos. En esa época había hombres que se humillaban ante Dios y oraban a él. "Oh, Señor", rogaban, "interpónte entre tu causa y los planes y métodos del hombre"...

De repente, la obra que había estado avanzando tan prósperamente fue interrumpida. Fueron enviados ángeles para anular los propósitos de los edificadores... Esto produjo confusión y consternación. Toda la obra se detuvo...

"Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra". Esta dispersión obligó a los hombres a poblar la tierra, y el propósito de Dios se alcanzó por el medio empleado por ellos para evitarlo.

En nuestros días, el Señor desea que su pueblo sea dispersado por toda la tierra. No deben colonizar. Jesús dijo: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura". Marcos 16:15 (Conflicto y valor, p. 43).

El mundo caído es el campo de batalla del mayor conflicto que el universo celestial y los poderes de la tierra hayan presenciado jamás. Fue señalado como el escenario en el cual se libraría la mayor lucha entre el bien y el mal, entre el cielo y el infierno. Todo ser humano desempeña una parte en este conflicto. Nadie puede permanecer en terreno neutral. Los hombres pueden aceptar o rechazar al Redentor del mundo. Todos son testigos, en favor o en contra de Cristo. Cristo llama a los que se alistan bajo su estandarte para que entren con él en el conflicto como fieles soldados, para que puedan heredar la corona de la vida. Han sido adoptados como hijos e hijas de Dios. Cristo les ha dejado su promesa segura de que habrá un gran galardón en el reino de los cielos para que participen en su humillación y sufrimientos por causa de la verdad (Hijos e hijas de Dios, p. 244).

El fiel embajador de Cristo no se avergüenza de la bandera de la cruz. No deja de proclamar la verdad por impopular que sea. En todo lugar, a tiempo y fuera de tiempo, proclama las buenas nuevas de la salvación. Los misioneros de Dios son llamados a enfrentar peligros, a soportar privaciones y a sufrir vituperio por causa de la verdad. Pero en medio de los peligros, de las privaciones y del vituperio, aún deben mantener en alto la bandera...

Estos testigos de los últimos días son osados soldados de Jesucristo. Han gustado los poderes del mundo por venir. Sus pies no están en arenas movedizas sino sobre la roca sólida. No son alejados fácilmente de la fe una vez dada a los santos. Serán fortalecidos por su Dirigente para enfrentar las dificultades. Son mensajeros de justicia, representantes de Cristo que revelan los triunfos de la gracia (Reflejemos a Jesús, p. 339).
 Lunes
16 de octubre

Convirtiéndonos en una bendición para el mundo entero

Lee Génesis 12:1-3. ¿De qué manera la instrucción de Dios a Abram fue un llamado a la misión?

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Dios le pidió a Abram (cuyo nombre más tarde cambió a Abraham) que dejara su país y su pueblo y se fuera a otra tierra. Todo era parte del plan de Dios de usar a Abraham como un vehículo para cumplir Sus propósitos divinos en la tierra. Y Abraham fue, conforme a la palabra del Señor. Si Dios tiene un plan para ti, puede ser un llamado para que dejes a tu familia extendida y a tu pueblo y vayas a un lugar que Él está abriendo para que le sirvas, a fin de que puedas ser una bendición para los demás.

Lee los siguientes textos. ¿Qué nos dice cada texto del pacto de Dios, de la promesa que nos ha hecho?

Génesis 3:15

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Génesis 17:19

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Números 24:17

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Isaías 9:6

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Daniel 9:24-27

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Mateo 1:21

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A partir de los textos anteriores, está claro que Dios iba a cumplir la promesa, hecha en el Jardín del Edén, de que Alguien vendría como solución al problema del pecado. Esta solución, Jesucristo el Mesías, debía surgir de la línea de Abraham e Isaac (a través de Sara). Hebreos 11:9 dice que Isaac y Jacob eran herederos de la promesa de bendición que Dios le hizo a Abraham.

No sabemos exactamente cuánto sabía o entendía Abraham mismo de cómo la Simiente prometida surgiría a través de él, pero de todos modos se movió con fe. "Por la fe Abraham obedeció cuando fue llamado a salir al lugar que recibiría como herencia. Y salió, sin saber adónde iba" (Hebreos 11:8).

¡Qué ejemplo para nosotros!

Supongamos que eres llamado por Dios a ir, "sin saber" a dónde vas. ¿Cómo respondes y por qué?

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Comentarios Elena G.W

La sentencia pronunciada contra Satanás: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15), era para nuestros primeros padres la promesa de la redención que iba a obrarse por Cristo…

El Mesías había de ser del linaje real; porque en la profecía pronunciada por Jacob el Señor dijo: “No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga Shiloh; y a él se congregarán los pueblos”. Génesis 49:10.

Isaías profetizó… haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes de David. He aquí, que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti; por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado”. Isaías 11:1; 55:3-5 (Los hechos de los apóstoles, pp. 180, 181).

[Cristo] dejó su hogar de seguridad y paz, dejó la gloria que él tenía con el Padre antes que el mundo fuese, dejó su puesto en el trono del universo. Salió como uno que sufre, como hombre tentado; salió solo, para sembrar con lágrimas, para verter su sangre, la simiente de vida para el mundo perdido.

Sus servidores deben salir a sembrar de la misma manera. Cuando Abraham recibió el llamamiento a ser un sembrador de la simiente de verdad, se le ordenó: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”. “Y salió sin saber adónde iba”. Hebreos 11:8… Así los que son llamados a unirse con Cristo deben dejarlo todo para seguirle a él. Las antiguas relaciones deben ser rotas, deben abandonarse los planes de la vida, debe renunciarse a las esperanzas terrenales. La semilla debe sembrarse con trabajo y lágrimas, en la soledad y mediante el sacrificio (Palabras de vida del gran Maestro, p. 19).

Hay personas que podrían estar en situaciones favorables ... en todas las cosas de la vida, pero Dios puede tener para ellos una obra que hacer en otra parte, una obra que no podrían hacer entre sus parientes y amigos. La misma comodidad y los parientes que los rodean pueden impedirles desarrollar los rasgos de carácter que Dios quisiera que desarrollaran. Pero Dios ve que cambiando su situación y enviándolos a lugares cuyo ambiente sea completamente diferente, ellos estarán en el sitio donde mejor podrán desarrollar un carácter que lo glorifique…

Cuando nos situamos donde todo es comodidad y facilidad, no sentimos tanto la necesidad de depender momento a momento de Dios. Dios en su providencia nos coloca en situaciones en las cuales sentimos nuestra necesidad de su ayuda y poder, y ama revelarse a nosotros (En los lugares celestiales, p. 114).
 Martes
17 de octubre

El llamado de Abraham

Siguiendo el llamado de Dios, Abraham entró en la tierra como Dios le había mandado. Sin embargo, desde el principio, las cosas no parecieron ir demasiado bien para él. Llegó a donde Dios le dijo que fuera, pero según la Biblia, "los cananeos estaban entonces en la tierra" (Génesis 12:6), paganos conocidos por su crueldad y violencia. No es de extrañar que justo después de que Abraham llegara allí, el Señor se le apareció y le dijo: "A tu descendencia daré esta tierra" (Génesis 12:7). No hay duda de que Abraham necesitaba el aliento.

Sin embargo, las cosas no le fueron especialmente bien, al menos al principio.

Lea Génesis 12:10-20; Génesis 13:1. ¿Qué cosas le sucedieron después, y qué errores cometió este hombre de Dios?

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Cuán desalentador debe haber sido para él: dejar una existencia cómoda y probablemente próspera en la patria, solo para irse, "sin saber a dónde iba" (Hebreos 11:8). ¡Y una de las primeras cosas a las que se enfrentó fue a una hambruna! Esta hambruna fue tan grave que tuvo que dejar el lugar en el que Dios le había dicho que se estableciera e irse a otro lugar. Y luego las cosas empeoraron aún más después de eso.

"Durante su estadía en Egipto, Abraham dio evidencia de que no estaba libre de la debilidad e imperfección humanas. Al ocultar el hecho de que Sara era su esposa, traicionó una desconfianza en el cuidado divino, una falta de esa elevada fe y valor tan a menudo y noblemente ejemplificados en su vida. . . . Debido a la falta de fe de Abraham, Sara fue puesta en gran peligro. El rey de Egipto, informado de su belleza, hizo que la llevaran a su palacio, con la intención de hacerla su esposa. Pero el Señor, en su gran misericordia, protegió a Sara enviando juicios sobre la casa real". (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pág. 130.)

Nadie ha dicho nunca que la obra misionera fuera fácil, y al mentir, al ser engañoso, Abraham solo empeoró las cosas. Afortunadamente, Dios es un Dios de paciencia, y no desechó a su siervo por su error, que, desafortunadamente, no sería el único que Abraham cometería. Qué reconfortante es saber que, incluso a pesar de nuestros errores, si nos aferramos al Señor con fe y sumisión, como lo hizo Abraham, no solo se pueden perdonar nuestros errores, pecados y faltas, sino que el Señor aún puede usarnos para la misión.

¿Qué lecciones podemos aprender de la historia de Abram en Egipto?

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Comentarios Elena G.W

¿Qué es tentación? Es medio por el cual los que pretenden ser hijos de Dios son probados y examinados. Leemos que Dios tentó a Abraham; que tentó a os hijos de Israel. Esto significa que permitió que existieran las circunstancias que probaron su fe, y los indujo a acudir a él en procura de ayuda. Dios permite que la tentación sobrevenga a los suyos hoy día para que puedan comprender que él es su ayudador. Si se le acercan cuando son tentados, los fortalece para hacer frente a la tentación. Pero son vencidos si se rinden al enemigo, descuidando el colocarse cerca de su todopoderoso Ayudador. Se separan de Dios. No dan una evidencia de que caminan en la senda de Dios (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1094).

Abraham continuó su viaje hacia el sur; y otra vez fue probada su fe. El cielo retuvo la lluvia, los arroyos cesaron de correr por los valles, y se marchitó la hierba de las llanuras. Los ganados no encontraban pastos, y el hambre amenazaba a todo el campamento. ¿No pondría ahora el patriarca en tela de juicio la dirección de la Providencia? ¿No miraría hacia atrás anhelando la abundancia de las llanuras caldeas? Todos observaban ansiosamente para ver qué haría Abraham, a medida que una dificultad sucedía a la otra. Al ver su confianza inquebrantable, comprendían que había esperanza; sabían que Dios era su amigo y seguía guiándole.

Abraham no podía explicar la dirección de la Providencia; sus esperanzas no se habían cumplido; pero mantuvo su confianza en la promesa: “Y bendecirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.” Génesis 12:2. Con oraciones fervientes consideró la manera de preservar la vida de su pueblo y de su ganado, pero no permitió que las circunstancias perturbaran su fe en la palabra de Dios. Para escapar del hambre fue a Egipto. No abandonó a Canaán, ni tampoco en su extrema necesidad se volvió a la tierra de Caldea de la cual había venido, donde no había escasez de pan; sino que buscó refugio temporal tan cerca como fuese posible de la tierra prometida, con la intención de regresar pronto al sitio donde Dios le había puesto (Patriarcas y profetas, pp. 121, 122).

La fe de Abraham debe ser nuestro ejemplo; sin embargo, cuán pocos soportarán pacientemente una simple reprensión por los pecados que hacen peligrar su bienestar eterno. Cuán pocos reciben la corrección con humildad y sacan un beneficio de ella. La exigencia de Dios respecto de nuestra fe, nuestros servicios y nuestros afectos debe recibir una respuesta alegre. Tenemos una deuda infinita para con el Señor y debemos cumplir sin vacilación el menor de sus requerimientos. Para violar los mandamientos, no es necesario que pisoteemos todo el código moral. Si despreciamos un precepto, somos transgresores de la ley sagrada. Pero si queremos ser fieles observadores de los mandamientos, debemos observar estrictamente todo lo que Dios nos ha impuesto (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 250).
 Miércoles
18 de octubre

La Iglesia Primitiva y las Zonas de Confort

Lee Hechos 8:1-4. En la iglesia primitiva, ¿qué provocó la dispersión de los creyentes más allá de su zona de confort?

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Hasta este momento, la iglesia primitiva estaba principalmente en Jerusalén (o dentro del territorio judío y entre el pueblo judío). Cuando comenzó la persecución, en la que Saulo, un judío devoto y fariseo, participó activamente, la iglesia de Jerusalén se dispersó por toda Judea y Samaria. Jesús había predicho en Hechos 1:8 que "ustedes serán mis testigos en Jerusalén y en toda Judea y Samaria" (NVI). Esta declaración se cumplió, como se señala en Hechos 8:4, que "los que habían sido esparcidos predicaban la palabra dondequiera que iban" (NVI).

Incluso después de que la iglesia comenzó a mudarse más allá de Jerusalén, los creyentes seguían predicando en las regiones de los judíos o en los barrios del pueblo judío en otras ciudades. Hechos 11:19 indica que los creyentes fueron dispersados hasta Fenicia (Líbano) y Chipre, pero en esta etapa no predicaron el mensaje a nadie más que a los judíos solamente. Los discípulos de Jesús y la iglesia primitiva no tenían la intención de ver a los gentiles, sino solo a los judíos, venir al Señor. Todavía tenían puntos de vista muy estrechos sobre cuál iba a ser la misión de la iglesia.

Pedro, un discípulo de Jesús y una de las principales figuras de la iglesia primitiva, era reacio a llevar el mensaje del evangelio a los gentiles, incluso después de que Pablo había comenzado a hacerlo. Pedro era conocido como un apóstol de la circuncisión (es decir, los judíos), y Pablo un apóstol de los gentiles (Gálatas 2:8). Al principio, Pedro ni siquiera quería ser visto con los gentiles (Gálatas 2:11-12). Sin embargo, Dios sacó a Pedro de su zona de confort y cambió su corazón. Estaba empezando a aprender acerca de lo que realmente implicaba la comisión del evangelio y lo que la muerte de Jesús estaba destinada a lograr para el mundo entero.

Lea Hechos 10:9-15,28-29. ¿Cuál era el mensaje que el Señor le estaba dando a Pedro, y cómo debemos, en nuestros días, aplicar este principio a la obra de la misión?

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Comentarios Elena G.W

Después que los discípulos fueron expulsados de Jerusalén por la persecución, el mensaje evangélico se difundió rápidamente por las comarcas limítrofes de Palestina, y en importantes poblaciones se constituyeron pequeñas compañías de creyentes. Algunos de los discípulos “fueron hasta Fenicia, y Chipre, y Antioquía, predicando la palabra”. Sus labores se limitaban por lo general a los judíos hebreos y griegos, de los cuales había entonces grandes colonias en casi todas las ciudades del mundo…

Fue Dios el que les dio el nombre de cristianos. Este es un nombre real, que se da a todos los que se unen con Cristo. En cuanto a este nombre Santiago escribió más tarde: “¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los juzgados? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?” Santiago 2:6, 7. Y Pedro declaró: “Si alguno padece como Cristiano, no se avergüence; antes glorifique a Dios en esta parte.” “Si sois vituperados en el nombre de Cristo, sois bienaventurados; porque la gloria y el Espíritu de Dios reposan sobre vosotros”. 1 Pedro 4:16, 14 (Los hechos de los apóstoles, pp. 126, 128).

[Pedro] se sobrepuso a su natural prejuicio hasta el punto de sentarse a la mesa con los conversos gentiles. Pero cuando ciertos judíos celosos de la ley ceremonial vinieron de Jerusalén, Pedro cambió imprudentemente su actitud hacia los conversos del paganismo… Esta manifestación de debilidad de parte de aquellos que habían sido respetados y amados como dirigentes, hizo la más penosa impresión en la mente de los creyentes gentiles. La iglesia estaba amenazada por un cisma, pero Pablo, que vio la subversiva influencia del mal hecho a la iglesia por el doble papel desempeñado por Pedro, le reprendió abiertamente por disimular así sus verdaderos sentimientos…

Pedro vio el error en que había caído, y se puso a reparar inmediatamente el mal que había hecho, hasta donde pudo. Dios, que conoce el fin desde el principio, permitió que Pedro revelara esta debilidad de carácter, a fin de que el probado apóstol pudiera ver que no había nada en sí mismo por lo cual pudiera enorgullecerse (Los hechos de los apóstoles, p. 161).

Cristo trataba de enseñar a sus discípulos la verdad de que en el reino de Dios no hay fronteras nacionales, ni castas, ni aristocracia; que ellos debían ir a todas las naciones, llevándoles el mensaje del amor del Salvador. Pero solo más tarde comprendieron ellos en toda su plenitud que Dios “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos; para que buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros.” Hechos 17:26, 27 (Los hechos de los apóstoles, p. 17).

 Jueves
19 de octubre

Empezando desde donde estás

Lee Hechos 1:8. ¿Qué principio presentó Jesús al hacer la obra de compartir o ser Sus testigos al mundo?

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Este es el principio establecido por Jesús que nos muestra cómo debemos actuar como Sus discípulos, que tienen las buenas nuevas para compartir con los demás. Compartir la verdad no se trata de convencer a otros de lo equivocados que están, sino de compartir a Jesús como se describe en los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12.

Hay, sin embargo, algunos principios en las palabras de Jesús en Hechos 1:8.

Primero, "ustedes serán mis testigos en Jerusalén" (NVI). Como hemos visto (pero vale la pena repetirlo), debemos ser Sus testigos en el lugar donde residimos físicamente. Esto puede incluir nuestro propio hogar, nuestra iglesia, nuestro vecindario y nuestra comunidad. Primero tenemos que ser Sus testigos donde estamos, en el área en la que Él nos ha colocado inicialmente, en casa o en el trabajo, y ser Sus testigos para las personas más cercanas a nosotros. Puede ser la familia cercana o la familia extendida, la gente de la iglesia, los compañeros de trabajo, los vecinos y la comunidad.

A veces las personas solo están interesadas en ir a un país lejano y a una cultura extraña para ser testigos de Dios. Pero ahora no testifican a las personas que los rodean. Debemos comenzar donde estamos y movernos desde allí a medida que el Señor nos guíe.

A continuación, "en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra" (Hechos 1:8). Una vez más, Jesús afirma la realidad de que testificar implica cruzar las fronteras culturales. Comenzando desde donde estamos, podemos ser llamados a mudarnos a otras áreas para llegar a diferentes grupos sociales, étnicos y religiosos. Si pertenezco a cierto grupo étnico o lingüístico, puede ser mucho más fácil para mí testificarles debido a las mínimas barreras culturales que hay que cruzar. En algunas partes del mundo, solo un clan o tribu está representado en la composición de la iglesia. Sin embargo, la gran comisión de Jesús nos dice que, como Sus testigos, es crucial salir de nuestra zona de confort e invertir nuestros recursos en estos grupos de personas. También necesitan el mensaje de Jesús.

Desafío: Identifique y haga una lista de grupos de personas con necesidades especiales en su comunidad, a quienes la iglesia no ha hecho esfuerzos por alcanzar.

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Desafío: Comience a orar por una oportunidad en el futuro cercano para participar en la misión a las personas con necesidades especiales.

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Comentarios Elena G.W

Cristo ordenó a sus discípulos que empezasen en Jerusalén la obra que él había dejado en sus manos. Jerusalén había sido escenario de su asombrosa condescendencia hacia la familia humana. Allí había sufrido, había sido rechazado y condenado. La tierra de Judea era el lugar donde había nacido. Allí, vestido con el atavío de la humanidad, había andado con los hombres, y pocos habían discernido cuánto se había acercado el cielo a la tierra cuando Jesús estuvo entre ellos. En Jerusalén debía empezar la obra de los discípulos.

En vista de todo lo que Cristo había sufrido allí, y de que su trabajo no había sido apreciado, los discípulos podrían haber pedido un campo más promisorio; pero no hicieron tal petición. El mismo terreno donde él había esparcido la semilla de la verdad debía ser cultivado por los discípulos, y la semilla brotaría y produciría abundante mies. En su obra, los discípulos habrían de hacer frente a la persecución por los celos y el odio de los judíos; pero esto lo había soportado su Maestro, y ellos no habían de rehuirlo. Los primeros ofrecimientos de la misericordia debían ser hechos a los homicidas del Salvador (El Deseado de todas las gentes, pp. 759, 760).

Nos estamos acercando al final de la historia de esta tierra. Pronto nos encontraremos delante del gran trono blanco. Pronto habrán pasado vuestras oportunidades para trabajar. Por lo tanto, trabajad mientras se dice hoy. Cada verdadero creyente, con la ayuda de Dios, puede ver dónde está el trabajo que debe realizarse. Cuando el ser humano colabora con la voluntad de Dios, se hace omnipotente, y el obrero puede crear oportunidades. Vigilad las almas con quienes entráis en contacto. Buscad oportunidades para hablarles una palabra oportuna. No esperéis ser presentados, o hasta que os familiaricéis con ellos, antes de procurar salvar a las almas que perecen a vuestro alrededor. Si estáis dispuestos a trabajar con sinceridad, se abrirán caminos delante de vosotros para el cumplimiento de esta obra. Apoyaos en el brazo divino en busca de sabiduría, fortaleza, y habilidad para hacer la obra que Dios os ha dado (Nuestra elevada vocación, p. 300).

¿Se levantarán ahora nuestras iglesias, y despertarán ante la situación? Los representantes de Cristo han de llevar una carga por las almas. Cada nación y tribu y lengua y pueblo ha de escuchar el último mensaje de misericordia al mundo. Cuando los miembros de nuestra iglesia logren una mejor comprensión de la verdad bíblica, se levantarán de su soporífero sueño y estarán listos para dedicar su dinero a la causa de Dios, y para entregarse en ferviente labor bajo la conducción del Espíritu Santo. El pueblo de Dios es su instrumento, señalado para proclamar la verdad en todas partes del mundo…

Cada miembro de iglesia ha de comprometerse en el servicio activo para el Maestro. “¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?”, pregunta. “Id también vosotros a la viña...” “entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar”. Mateo 20:6, 7; Juan 9:4 (Reflejemos a Jesús, p. 204).
 Viernes
20 de octubre

Reflexiones adicionales

Lee Elena G. de White, "La Gran Comisión", págs. 25–34, y "Un buscador de la verdad", págs. 131–142, en Los Hechos de los Apóstoles.

"Antes de ascender al cielo, Cristo dio a sus discípulos su comisión. Les dijo que debían ser los albaceas del testamento en el que legaba al mundo los tesoros de la vida eterna. Vosotros habéis sido testigos de mi vida de sacrificio en favor del mundo, les dijo. Habéis visto Mis trabajos por Israel. Y aunque mi pueblo no quiera venir a mí para tener vida, aunque los sacerdotes y gobernantes hayan hecho conmigo lo que han querido, aunque me hayan rechazado, tendrán todavía otra oportunidad de aceptar al Hijo de Dios. Habéis visto que todos los que vienen a Mí confesando sus pecados, Yo los recibo gratuitamente. Al que a mí viene, no lo echaré fuera. A vosotros, discípulos Míos, os encomiendo este mensaje de misericordia. Ha de ser dada tanto a los judíos como a los gentiles, primero a Israel, y luego a todas las naciones, lenguas y pueblos. Todos los que creen deben ser reunidos en una sola iglesia". (Elena G. de White, Los Hechos de los Apóstoles, págs. 27, 28.)

La Gran Comisión es clara: "Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones" (Mateo 28:19). Por lo tanto, definitivamente se trata de ir a otros, especialmente a otras naciones.

"La comisión del evangelio es la gran carta misionera del reino de Cristo. Los discípulos debían trabajar fervientemente por las almas, dando a todos la invitación de la misericordia. No debían esperar a que la gente viniera a ellos; Debían ir a la gente con su mensaje". (Elena G. de White, Los Hechos de los Apóstoles, pág. 28.)

"Hay muchos en nuestro mundo que están más cerca del reino de Dios de lo que suponemos. En este mundo oscuro de pecado, el Señor tiene muchas joyas preciosas, a las que guiará a Sus mensajeros. En todas partes hay quienes se ponen de parte de Cristo. Muchos apreciarán la sabiduría de Dios por encima de cualquier ventaja terrenal, y llegarán a ser fieles portadores de luz. . . . Convencidos de que el proceder de Pedro estaba en cumplimiento directo del plan de Dios, y de que sus prejuicios y exclusividad eran totalmente contrarios al espíritu del evangelio, glorificaron a Dios, diciendo: 'Entonces también Dios ha concedido a los gentiles arrepentimiento para vida'. Así, sin controversia, se rompió el prejuicio, se abandonó la exclusividad establecida por la costumbre de los siglos, y se abrió el camino para que el evangelio fuera proclamado a los gentiles". (Elena G. de White, Los Hechos de los Apóstoles, págs. 140–142.)

Preguntas de discusión


  1. ¿Cómo definirías la palabra misión al aplicarla a tu propia vida?______________________________________________________________________________________________
  2. ¿De qué maneras podrías, diariamente, expresar tu misión en tu actitud y comportamiento? ¿Cómo puedes tener una mayor mentalidad misionera en tus tareas diarias?______________________________________________________________________________________________
  3. ¿Cuán importante es que examinemos nuestro corazón y busquemos el poder de lo alto para ser purificados de los prejuicios contra los que no son como nosotros?______________________________________________________________________________________________

Un. Pida a un voluntario que lea Génesis 11:1-9. Génesis 12:1-3.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este pasaje.
  2. ¿Cuáles eran las intenciones de la gente? ¿Qué querían hacer y por qué Dios los detuvo?
  3. Aplicación personal ¿Eres parte de un grupo que se siente más cómodo entre ellos? ¿De qué manera podrías relacionarte con otras personas que no son parte de tu raza o nacionalidad? Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de casos: Uno de sus parientes dice: "¿De qué manera el llamado de Dios a Abram fue un llamado a la misión? Si Dios te llamara a ir, ¿cómo responderías y por qué?" ¿Cómo le responderías a tu familiar?

B. Pida a un voluntario que lea Génesis 12:1—13:1.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué cosas le sucedieron a Abram después y qué errores cometió Abraham?
  3. Aplicación personal: ¿Qué lecciones podemos aprender de la presencia de Abram en Egipto? Comparte tus pensamientos
  4. Estudio de casos: Uno de tus amigos dice: "¿Qué pasa si Dios nos llama a ir a algún lugar o a alguien a quien parece que no podríamos bendecir, y ciertamente no obtendríamos una bendición de ella? ¿Cómo íbamos a saber que era una verdadera vocación?". ¿Cómo le responderías a tu amigo?

C. Pida a un voluntario que lea Hechos 8:1-4.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué provocó la dispersión de los creyentes más allá de su zona de confort?
  3. Aplicación personal: ¿De qué maneras podrías, diariamente, expresar tu misión en tu actitud y comportamiento? ¿Cómo podrías tener una mentalidad más misionera en tus tareas diarias? Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de casos: Uno de sus vecinos dice: "¿Hay algún grupo de personas con necesidades especiales en su comunidad a los que la iglesia no se haya esforzado por llegar?" ¿Cómo le responderías a tu familiar?

D. Pida a un voluntario que lea Hechos 1:8.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué principio presentó Jesús5 al hacer la obra de testificar al mundo?
  3. Aplicación personal: ¿Cómo definirías la misión mundial al aplicarla a tu propia vida?. Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de casos: Piensa en una persona que necesita escuchar un mensaje de la lección de esta semana. Diga a la clase lo que planea hacer esta semana para compartirlo con ellos.

El amor, la evidencia del discipulado

 (Exaltad a Jesús, 11 de octubre)

En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. Juan 13:35. EJ 292.1

En esta última reunión con sus discípulos, el gran deseo que Cristo expresó por ellos era que se amasen unos a otros como él los había amado. En varias ocasiones habló de esto. “Esto os mando—dijo repetidas veces—: Que os améis los unos a los otros”. Su primer mandato, cuando estuvo a solas con ellos en el aposento alto, fue: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros: como os he amado, que también os améis los unos a los otros”. Para los discípulos, este mandamiento era nuevo; porque no se habían amado unos a otros como Cristo los había amado. El veía que nuevas ideas e impulsos debían gobernarlos; que debían practicar nuevos principios; por su vida y su muerte iban a recibir un nuevo concepto del amor. El mandato de amarse unos a otros tenía nuevo significado a la luz de su abnegación. Toda la obra de la gracia es un continuo servicio de amor, de esfuerzo desinteresado y abnegado. Durante toda hora de la estada de Cristo en la tierra, el amor de Dios fluía de él en raudales incontenibles. Todos los que sean dotados de su Espíritu amarán como él amó. El mismo principio que animó a Cristo los animará en todo su trato mutuo. EJ 292.2

Este amor es la evidencia de su discipulado. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos—dijo Jesús—, si tuviereis amor los unos con los otros”. Cuando los hombres no están vinculados por la fuerza o los intereses propios, sino por el amor, manifiestan la obra de una influencia que está por encima de toda influencia humana. Donde existe esta unidad, constituye una evidencia de que la imagen de Dios se está restaurando en la humanidad, que ha sido implantado un nuevo principio de vida. Muestra que hay poder en la naturaleza divina para resistir a los agentes sobrenaturales del mal, y que la gracia de Dios subyuga el egoísmo inherente en el corazón natural. EJ 292.3

Este amor, manifestado en la iglesia, despertará seguramente la ira de Satanás. Cristo no trazó a sus discípulos una senda fácil. “Si el mundo os aborrece—dijo—, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su Señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán: si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado”. El Evangelio ha de ser proclamado mediante una guerra agresiva, en medio de oposición, peligros, pérdidas y sufrimientos. Pero los que hacen esta obra están tan sólo siguiendo los pasos de su Maestro.—El Deseado de Todas las Gentes, 631-632.

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