Lección 2: UN DÍA EN EL MINISTERIO DE JESÚS

Lección 02 
06 de julio - 12 de julio

Un día en el ministerio de Jesús

Imagen del título semanal

Tarde de Sábado

Leer para el estudio de esta semana

Marcos 1:16-45 ; Juan 1:29-45 ; Marcos 5:41 ; Lucas 6:12 ; Levítico 13:1-59 .

Texto de memoria:

“Entonces Jesús les dijo: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres” ( Marcos 1:17 ).

Cada Evangelio introduce el comienzo del ministerio de Jesús de una manera particular.

Mateo presenta a Jesús llamando a sus discípulos y luego predicando el Sermón del Monte.

Lucas cuenta la historia del sermón inaugural de Jesús en un sábado en la sinagoga de Nazaret.

Juan relata el llamado de algunos de los primeros discípulos y la boda en Caná, donde Jesús realiza su primera señal.

El Evangelio de Marcos relata el llamado de cuatro discípulos y describe un sábado en Capernaúm y lo que siguió.

Este “Sábado con Jesús” al comienzo de Marcos le da al lector una idea de quién es Jesús. En toda la sección de la lección de esta semana, hay muy pocas de sus palabras registradas: un breve llamado al discipulado, una orden a un demonio, un plan para visitar otros lugares y la curación de un leproso con instrucciones de presentarse ante un sacerdote para ser limpio. El énfasis está en la acción, particularmente en sanar a las personas. Al escritor del Evangelio le gusta usar la palabra inmediatamente para ilustrar el movimiento de acción rápida del ministerio de Jesús.

*Estudie la lección de esta semana para prepararse para el sábado 13 de julio.


Comentarios Elena G.W

Después que hubo entrado en su ministerio, dijo: “Conviéneme obrar las obras del que me envió, entretanto que el día dura: la noche viene, cuando nadie puede obrar”. Juan 9:4. Jesús no rehuyó los cuidados y la responsabilidad, como los rehuyen muchos que profesan seguirle… El carácter positivo y enérgico, sólido y fuerte que manifestó Cristo, debe desarrollarse en nosotros, mediante la misma disciplina que él soportó. Y a nosotros se nos ofrece la gracia que recibió él.

Mientras vivió entre los hombres, nuestro Salvador compartió la suerte de los pobres. Conoció por experiencia sus cuidados y penurias, y podía consolar y estimular a todos los humildes trabajadores. Los que tienen un verdadero concepto de la enseñanza de su vida, no creerán nunca que deba hacerse distinción entre las clases, que los ricos han de ser honrados más que los pobres dignos (El Deseado de todas las gentes, pp. 53, 54).

Cristo eligió lo insensato del mundo, a los que este consideraba indoctos e ignorantes, para confundir a los sabios. Los discípulos no conocían las tradiciones de los rabinos, pero con el ejemplo de Cristo, su Maestro, obtuvieron una educación de primer orden, porque tenían ante sí un Ejemplo divino. Cristo les fue presentando las verdades más elevadas.

A los que Dios emplea en su servicio, los prepara a su manera con el fin de que lo sirvan. Los que predican a Cristo deben aprender de él diariamente, para comprender el misterio de salvar y servir a las almas por las cuales él murió… Deben seguir su ejemplo en todo, para compartir con otros su tierna compasión, y su decidida oposición a toda obra mala (Cada día con Dios, p. 39).

La vida terrenal del Salvador fue una vida de comunión con la naturaleza y con Dios. En esta comunión nos reveló el secreto de una vida llena de poder.

Jesús obró con fervor y constancia. Nunca vivió en el mundo nadie tan abrumado de responsabilidades, ni llevó tan pesada carga de las tristezas y los pecados del mundo. Nadie trabajó con celo tan agobiador por el bien de los hombres. No obstante, era la suya una vida de salud. En lo físico como en lo espiritual fue su símbolo el cordero, víctima expiatoria, “sin mancha y sin contaminación”. 1 Pedro 1:19. Tanto en su cuerpo como en su alma fue ejemplo de lo que Dios se había propuesto que fuera toda la humanidad mediante la obediencia a sus leyes.

Cuando el pueblo miraba a Jesús, veía un rostro en el cual la compasión divina se armonizaba con un poder consciente. Parecía rodeado por un ambiente de vida espiritual. Aunque de modales suaves y modestos, hacía sentir a los hombres un poder que si bien permanecía latente, no podía quedar del todo oculto (El ministerio de curación, p. 33).
Domingo
7 de julio

"Sígueme"

Lee Marcos 1:16-20 . ¿Quiénes fueron los hombres a quienes Jesús llamó como discípulos y cuál fue su respuesta?
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En Marcos 1:1-45 no se registran muchas de las palabras de Jesús. Sin embargo, en Marcos 1:17 sí se encuentran las palabras que Jesús dirigió a dos pescadores: Simón, que más tarde sería llamado “Pedro”, y su hermano Andrés. Los dos hombres están de pie en la orilla del mar de Galilea, echando la red.

No se menciona ninguna barca ni ningún otro equipo de pesca, lo que puede sugerir que los dos hombres no están en buena situación económica. En Marcos 1:19-20 , Santiago y Juan están en una barca con su padre y sus sirvientes, lo que sugiere que estaban en mejor situación económica que Pedro y Andrés. Lucas indica que Pedro sí tiene una barca y que, de hecho, Santiago y Juan eran compañeros de Pedro y Andrés (véase Lucas 5:1-11 ). Pero el Evangelio de Marcos puede estar presentando un contraste entre los dos grupos de hermanos, y para ilustrar esa diferencia, Jesús llama al discipulado tanto a los que tienen menos recursos como a los que tienen más.

El llamado de Jesús a estos hombres es sencillo, directo y profético: los llama a seguirlo, es decir, a convertirse en sus discípulos. Les indica que, si responden a su llamado, Él asumirá la tarea de hacerlos pescadores de hombres.

Reflexione sobre por qué estos hombres inmediatamente ( Marcos 1:16-20 ) dejarían todo y seguirían a Jesús.
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El Evangelio de Juan completa el cuadro con más detalle (ver Juan 1:29-42 ). Parece que los hermanos eran seguidores de Juan el Bautista y oyeron su proclamación de que Jesús era “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” ( Juan 1:29 ). Se encontraron con Jesús y pasaron tiempo con Él cerca del río Jordán. En consecuencia, su aceptación del llamado de Jesús al ministerio no fue una broma ni una escapada. Lo habían pensado bien.

Pero ¿por qué Marcos no aporta más detalles? Probablemente lo hace para destacar el poder de Jesús. Él llama y los pescadores dispuestos responden, pero sus vidas y el mundo mismo nunca vuelven a ser los mismos.

¿A qué has sido llamado a renunciar para seguir a Jesús? (Piensa en las implicaciones de tu respuesta, especialmente si no se te ocurre nada).
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Comentarios Elena G.W

Cuando Cristo estuvo en la tierra, no aconsejó a los pescadores que dejaran sus redes y barcas y que fueran a los maestros judíos con el fin de obtener una preparación para el ministerio evangélico. “Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red er el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron”. Mateo 4:18-22.

Esta rápida obediencia, que no hace preguntas, que no espera un salario, parece extraordinaria. Pero las palabras de Cristo constituían una invitación que implicaba realmente todo lo que él quería dar a entender. Sus palabras tenían una influencia impelente. No contenían largas explicaciones, pero lo que decía tenía una fuerza decisiva (Cada día con Dios, p. 39).

Los que se desempeñan en las tareas comunes de la vida desarrollarán talentos inesperados. Si solamente se les diera el mensaje a los seres humanos, muchos de los que escuchan lo recibirían. Aceptará la verdad para este tiempo gente que proviene de todas las clases sociales, elevadas y bajas, ricas y pobres. Algunas personas consideradas sin educación serán llamadas al servicio del Maestro, así como los humildes e ignorantes pescadores fueron llamados por el Salvador. A otros se los invitará a dejar el arado, como en el caso de Eliseo, y se sentirán impelidos a asumir la obra que Dios les ha señalado. Comenzarán a trabajar con sencillez y serenidad, para leer y explicar las Escrituras a los demás. Sus humildes esfuerzos alcanzarán el éxito (Cada día con Dios, p. 113).

Eran hombres humildes y sin letras aquellos pescadores de Galilea; pero Cristo, la luz del mundo, tenía abundante poder para prepararlos para la posición a la cual los había llamado. El Salvador no menospreciaba la educación; porque, cuando está regida por el amor de Dios y consagrada a su servicio, la cultura intelectual es una bendición. Pero pasó por alto a los sabios de su tiempo, porque tenían tanta confianza en sí mismos, que no podían simpatizar con la humanidad doliente y hacerse colaboradores con el Hombre de Nazaret. En su intolerancia, tuvieron en poco el ser enseñados por Cristo. El Señor Jesús busca la cooperación de los que quieran ser conductos limpios para la comunicación de su gracia…

El que llamó a los pescadores de Galilea está llamando todavía a los hombres a su servicio. Y está tan dispuesto a manifestar su poder por medio de nosotros como por los primeros discípulos. Por imperfectos y pecaminosos que seamos, el Señor nos ofrece asociarnos consigo, para que seamos aprendices de Cristo. Nos invita a ponernos bajo la instrucción divina para que unidos con Cristo podamos realizar las obras de Dios (Conflicto y valor, p. 282).

Lunes
8 de julio

Un servicio de adoración inolvidable

Lee Marcos 1:21-28 . ¿Qué experiencia inolvidable ocurrió en la sinagoga de Capernaúm y qué verdades espirituales podemos extraer de este relato?
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La mayoría de los cristianos tienen momentos inolvidables en su vida cristiana: la decisión de seguir a Jesús, el día de su bautismo, un sermón poderoso en el que sintieron profundamente la presencia de Dios. Algunos de estos momentos no solo pueden ser inolvidables, sino que también pueden cambiarles la vida.

Así pudo haber sido para algunas personas en Capernaúm el día de reposo descrito en Marcos 1:1-45 . “Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” ( Marcos 1:22 ). Mientras Jesús enseñaba, un hombre poseído por un demonio, sin duda impactado por el poder de la enseñanza de Jesús, gritó: “'¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios” ( Marcos 1:24 ), y Jesús expulsó al demonio.

Piense en las implicaciones de estas palabras del demonio.

En primer lugar, el demonio reconoce a Jesús como “el Santo de Dios”. Reconoce que Jesús es el santo emisario de Dios, en contraste con las huestes impuras e impías de Satanás. En un ambiente de adoración, uno espera cosas e individuos santos, no cosas impías e impuras. Por lo tanto, en esta historia hay un marcado contraste entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Podemos ver aquí la realidad del gran conflicto. Es posible que la gente aún no sepa quién es Jesús, pero el demonio ciertamente lo sabe y también lo reconoce públicamente.

A continuación, la orden de salir del hombre es comprensible, pero ¿por qué la orden de “Calla”? A partir de aquí, en Marcos, aparece un motivo notable: el llamado de Jesús a guardar silencio respecto de quién es Él. Los eruditos lo llaman el “secreto mesiánico”.

El llamado de Jesús al silencio tiene sentido debido a las connotaciones políticas de las expectativas mesiánicas en su tiempo. Era arriesgado ser un mesías. Sin embargo, junto con los llamados al silencio se encuentran las revelaciones inequívocas de quién es Jesús. Lo que quedará claro con el tiempo es que la identidad de Jesús no se puede ocultar, y la verdad de quién es Él se convierte en el centro del mensaje del evangelio. Las personas no solo necesitan saber quién es Jesús, sino también tomar una decisión sobre cómo responderán a su venida y qué significa para ellas.

Al tratar de dar testimonio a los demás, ¿cuándo podría ser prudente no presentar todo lo que creemos acerca de la “verdad presente”?
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Comentarios Elena G.W

[El endemoniado] comprendía parcialmente que se hallaba en presencia de quien podía libertarlo; pero cuando intentó ponerse al alcance de aquella mano poderosa, otra voluntad le retuvo; y las palabras de otro fueron pronunciadas por su medio.

Terrible era el conflicto entre sus deseos de libertad y el poder de Satanás. Parecía que el pobre atormentado habría de perder la vida en aquel combate con el enemigo que había destruído su virilidad. Pero el Salvador habló con autoridad y libertó al cautivo. El que había sido poseído del demonio, estaba ahora delante de la gente admirada, en pleno goce de la libertad y del dominio propio…

[C]ada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en vez de oraciones, solo podía pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo no serán abandonados al poder de Satanás ni a las flaquezas de su propia naturaleza (El ministerio de curación, pp. 61, 62).

El mismo mal espíritu que tentó a Cristo en el desierto y que poseía al endemoniado de Capernaúm dominaba a los judíos incrédulos. Pero con ellos asumía un aire de piedad, tratando de engañarlos en cuanto a sus motivos para rechazar al Salvador. Su condición era más desesperada que la del endemoniado; porque no sentían necesidad de Cristo, y por lo tanto estaban sometidos al poder de Satanás…

[L]os dirigentes y maestros de Israel no podían resistir la obra de Satanás. Estaban descuidando el único medio por el cual podrían haber resistido a los malos espíritus. Fue por la Palabra de Dios como Cristo venció al maligno. Los dirigentes de Israel profesaban exponer la Palabra de Dios, pero la habían estudiado solo para sostener sus tradiciones e imponer sus observancias humanas. Por su interpretación, le hacían expresar sentidos que Dios no le había dado. Sus explicaciones místicas hacían confuso lo que él había hecho claro. Discutían insignificantes detalles técnicos, y negaban prácticamente las verdades más esenciales. Así se propalaba la incredulidad. La Palabra de Dios era despojada de su poder, y los malos espíritus realizaban su voluntad (El Deseado de todas las gentes, pp. 222, 223).

El verdadero conocimiento proviene de Dios, y vuelve a él. Sus hijos han de recibir para poder dar a su vez. Los que por la gracia de Dios han recibido beneficios intelectuales y espirituales, deben llevar a otros consigo a medida que avanzan hacia una excelencia superior. Y esta obra, hecha en beneficio de los demás, tendrá la cooperación de agentes invisibles. A medida que continuemos fielmente el trabajo, tendremos altas aspiraciones de justicia, santidad, y un conocimiento perfecto de Dios (Consejos para los maestros, p. 19).
Martes
9 de julio

Más ministerio del sábado

Lee Marcos 1:29-34 . ¿Cómo ayudó Jesús a la familia de Pedro y qué lecciones espirituales podemos extraer de este relato?
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Después del asombroso servicio en la sinagoga, Jesús se retira con su pequeño grupo de discípulos (Pedro, Andrés, Santiago y Juan) a la casa de Pedro, evidentemente para pasar el resto del día de reposo en una comida amistosa y en comunión.

Pero una nota de preocupación ensombrece la escena: la suegra de Pedro está enferma con fiebre, lo que en aquel entonces significaba que o te curabas o morías. Le cuentan a Jesús de la enfermedad, y Él toma a la suegra de Pedro de la mano y la levanta. Ella inmediatamente comienza a proveer para sus necesidades. ¡Qué poderoso ejemplo del principio de que quienes han sido salvados, sanados, por Jesús ministrarán a otros como resultado!

A lo largo de Marcos se suele decir que Jesús sana tocando a la persona afectada (véase Marcos 1:41 ; Marcos 5:41 ), aunque otras veces no se menciona ningún toque (véase Marcos 2:1-12 ; Marcos 3:1-6 ; Marcos 5:7-13 ).

Jesús no había terminado su ministerio ese día. Después de la puesta del sol, muchos fueron a la casa de Pedro para ser sanados, sin duda por haber visto lo que había sucedido en la sinagoga ese día o por haber oído hablar de ello. El hecho de que el escritor del Evangelio no les diga a sus lectores que la gente se demoraba debido a las horas del sábado indica que esperaba que sus lectores conocieran el sábado. Esta característica de Marcos es coherente con el hecho de que sus lectores eran observadores del sábado.

Marcos dice que toda la ciudad se reunió a la puerta aquella tarde ( Marcos 1:33 ). Jesús debió de tardar algún tiempo en ayudar a toda esa gente.

“Vinieron y se fueron hora tras hora, porque nadie podía saber si al día siguiente encontrarían al Sanador entre ellos. Nunca antes Capernaum había presenciado un día como éste. El aire estaba lleno de voces de triunfo y gritos de liberación. El Salvador estaba gozoso por el gozo que había despertado. Al presenciar los sufrimientos de los que habían acudido a él, su corazón se conmovió de simpatía y se regocijó en su poder para restaurarlos a la salud y la felicidad.

“Jesús no cesó su obra hasta que el último doliente fue aliviado. Ya era bien entrada la noche cuando la multitud se retiró, y el silencio reinó en la casa de Simón. El largo y excitante día había pasado, y Jesús buscó descanso. Pero mientras la ciudad todavía estaba sumida en el sueño, el Salvador, ‘levantándose muy de mañana, . . . salió y se fue a un lugar solitario, y allí oraba’ ” (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes , pág. 259).

Comentarios Elena G.W

En la vivienda del pescador en Capernaúm, la suegra de Pedro yacía enferma de “grande fiebre; y le rogaron por ella”. Jesús la tomó de la mano “y la fiebre la dejó”. Lucas 4:38, 39; Marcos 1:30. Entonces ella se levantó y sirvió al Salvador y a sus discípulos. Mateo 8:15.

Con rapidez cundió la noticia. Hizo Jesús este milagro en sábado, y por temor a los rabinos el pueblo no se atrevió a acudir en busca de curación hasta después de puesto el sol. Entonces, de sus casas, talleres y mercados, los vecinos de la población se dirigieron presurosos a la humilde morada que albergaba a Jesús. Los enfermos eran traídos en camillas, otros venían apoyándose en bordones, o sostenidos por brazos amigos llegaban tambaleantes a la presencia del Salvador…

No cesó Jesús su obra hasta que hubo aliviado al último enfermo. Muy entrada era la noche cuando la muchedumbre se alejó, y la morada de Simón quedó sumida en el silencio (El ministerio de curación, p. 19).

Nuestra confesión de su fidelidad es el factor escogido por el Cielo para revelar a Cristo al mundo. Debemos reconocer su gracia como fue dada a conocer por los santos de antaño; pero lo que será más eficaz es el testimonio de nuestra propia experiencia. Somos testigos de Dios mientras revelamos en nosotros mismos la obra de un poder divino. Cada persona tiene una vida distinta de todas las demás y una experiencia que difiere esencialmente de la suya. Dios desea que nuestra alabanza ascienda a él señalada por nuestra propia individualidad. Estos preciosos reconocimientos para alabanza de la gloria de su gracia, cuando son apoyados por una vida semejante a la de Cristo, tienen un poder irresistible que obra para la salvación de las almas (El Deseado de todas las gentes, p. 313).

Hemos de llevar el yugo de Cristo, obrar como él obró por la salvación de los perdidos; y los que son partícipes de sus padecimientos participarán también de su gloria. El apóstol dice: “Sois colaboradores de Dios”. Aferrémonos, pues, de su fortaleza. Que todo el que pronuncie el nombre de Cristo entre nosotros se convierta en obrero juntamente con Dios. Que la carga de toda la obra no recaiga sobre los ministros, sino que cada miembro de la iglesia entienda que tiene una obra que hacer…

La comisión del Salvador a su pueblo es: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Oh, cuán penosamente se ha descuidado esta obra, y sin embargo el mundo hambriento perece por falta del pan de vida. Que cada uno se entregue a Dios, acepte la dádiva celestial del Espíritu Santo, y salga a anunciar a los que están en tinieblas el amor y el sacrificio del Salvador, para que no perezcan, sino que tengan vida eterna. En cualquier lugar donde os establezcáis, sed una luz para la gente, señalando el camino trazado para los redimidos del Señor, y convertíos así en colaboradores de Dios (Bible Echo, 15 de abril, 1892).
Miércoles
10 de julio

El secreto del ministerio de Jesús

Lee Marcos 1:35-39 . ¿Qué lecciones importantes se pueden sacar de lo que hizo Jesús aquí?
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Jesús se levantó antes del amanecer y salió a un lugar tranquilo y desierto para orar. Marcos 1:35 enfatiza la oración como el centro de la acción de Jesús. Todas las demás formas verbales de la oración están en forma resumida: se levantó, salió y se fue (todas en tiempo aoristo en griego, que significa completitud). Pero el verbo “orar” está en tiempo imperfecto, una forma que se usa para expresar, particularmente aquí, un proceso continuo. Estaba orando, seguía orando . El texto también enfatiza cuán temprano era cuando Jesús salió, lo que implica que su tiempo de oración a solas fue extenso.

A lo largo de los Evangelios encontramos a Jesús como un hombre de oración (ver Mateo 14:23 ; Marcos 6:46 ; Juan 17:1-26 ). Este parece ser uno de los secretos clave del poder del ministerio de Jesús.

Lee Lucas 6:12 . ¿Qué nos enseña esto acerca de la vida de oración de Jesús?
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Muchos cristianos tienen horarios fijos para la oración. Esta práctica es buena y correcta, pero también puede convertirse en una rutina, casi algo que se hace de memoria. Una forma de romper con un molde establecido es cambiar el horario de oración de vez en cuando o rezar más tiempo de lo habitual en ocasiones. El punto es no encerrarse en algún tipo de fórmula que nunca pueda cambiar.

Pedro y sus compañeros no acompañaron a Jesús al lugar de oración. Tal vez conocían el lugar porque lo encontraron. Su comentario de que todos buscaban a Jesús sugería que Jesús continuara la emocionante experiencia del día anterior con más sanación y enseñanza. Sorprendentemente, Jesús se muestra reticente y señala un campo de servicio más amplio en otros lugares. “Pero Jesús les dijo: Vayamos a los pueblos vecinos para predicar también allí, porque para esto he venido” ( Marcos 1:38 ).

Si Jesús mismo necesitaba pasar tanto tiempo en oración, ¿qué pasa con nosotros? ¿Cuánto tiempo deberíamos pasar en oración? ¿Qué nos dice el ejemplo de Jesús?
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Comentarios Elena G.W

¡Contemplad al Hijo de Dios postrado en oración ante su Padre! Aunque es el Hijo de Dios, fortalece su fe por la oración, y por la comunión con el cielo acumula en sí poder para resistir el mal y para ministrar las necesidades de los hombres. Como Hermano Mayor de nuestra especie, conoce las necesidades de aquellos que, rodeados de flaquezas y viviendo en un mundo de pecado y de tentación, desean todavía servir a Dios. Sabe que los mensajeros a quienes considera dignos de enviar son hombres débiles y expuestos a errar; pero a todos aquellos que se entregan enteramente a su servicio les promete ayuda divina. Su propio ejemplo es una garantía de que la súplica ferviente y perseverante a Dios con fe —la fe que induce a depender enteramente de Dios y a consagrarse sin reservas a su obra— podrá proporcionar a los hombres la ayuda del Espíritu Santo en la batalla contra el pecado.

Todo obrero que sigue el ejemplo de Cristo será preparado para recibir y usar el poder que Dios ha prometido a su iglesia para la maduración de la mies de la tierra. Mañana tras mañana, cuando los heraldos del evangelio se arrodillan delante del Señor y renuevan sus votos de consagración, él les concede la presencia de su Espíritu con su poder vivificante y santificador (Los hechos de los apóstoles, p. 46).

Todos los que están en la escuela de Dios necesitan de una hora tranquila para la meditación, a solas consigo mismos, con la naturaleza y con Dios. En ellos tiene que manifestarse una vida que en nada se armoniza con el mundo, sus costumbres o sus prácticas; necesitan, pues, experiencia personal para adquirir el conocimiento de la voluntad de Dios. Cada uno de nosotros ha de oír la voz de Dios hablar a su corazón. Cuando toda otra voz calla, y tranquilos en su presencia esperamos, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. Él nos dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Salmo 46:10. Esta es la preparación eficaz para toda labor para Dios. En medio de la presurosa muchedumbre y de las intensas actividades de la vida, el que así se refrigera se verá envuelto en un ambiente de luz y paz. Recibirá nuevo caudal de fuerza física y mental. Su vida exhalará fragancia y dará prueba de un poder divino que alcanzará a los corazones de los hombres (El ministerio de curación, p. 37).

Temprano por la mañana, Pedro y sus compañeros vinieron a Jesús diciendo que ya le estaba buscando el pueblo de Capernaúm… Pero con sorpresa oyeron a Cristo decir estas palabras: “También a otras ciudades es necesario que anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto soy enviado”.

En la agitación que dominaba en Capernaúm, había peligro de que se perdiese de vista el objeto de su misión. Jesús no se sentía satisfecho atrayendo la atención a sí mismo como taumaturgo o sanador de enfermedades físicas. Quería atraer a los hombres a sí como su Salvador. Y mientras la gente quería anhelosamente creer que había venido como rey, a fin de establecer un reino terrenal, él deseaba desviar su mente de lo terrenal a lo espiritual. El mero éxito mundanal estorbaría su obra (El Deseado de todas las gentes, pp. 225, 226).
Jueves
11 de julio

¿Puede guardar un secreto?

Lee Marcos 1:40-45 . ¿Qué nos enseña esto acerca de Jesús y de cómo se relacionaba con los marginados de la sociedad?

La lepra, tal como se describe en este pasaje y también en todo el Antiguo Testamento, no se refería únicamente a lo que hoy se conoce como enfermedad de Hansen (lepra auténtica). La terminología bíblica se traduciría mejor como una “temible enfermedad de la piel” y podría incluir también otras dolencias epidérmicas. La enfermedad de Hansen puede haber llegado al antiguo Cercano Oriente alrededor del siglo III a. C. (véase David P. Wright y Richard N. Jones, “Leprosy”, The Anchor Bible Dictionary, vol. 4 [Nueva York: Doubleday, 1992], pp. 277-282). Por lo tanto, el leproso al que se hace referencia en este pasaje bien podría haber tenido la enfermedad de Hansen, aunque no sabemos con certeza qué padecía exactamente el hombre, solo que era una enfermedad grave.

El leproso confía en que Jesús puede limpiarlo. Según Levítico 13:1-59 , un leproso era ritualmente impuro y debía evitar el contacto con otras personas (ver Levítico 13:45-46 ).

Jesús, sin embargo, se compadece del hombre y lo toca. “Entonces Jesús, movido a compasión, extendió la mano, lo tocó y le dijo: Quiero; sé limpio” ( Mr. 1:41 ). Esta acción debería haber contaminado a Jesús hasta la tarde, cuando se le exigiría bañarse para volver a estar ritualmente puro (comparar con Levítico 13:1-15:33 ). Pero Marcos es claro en que la acción de Jesús de tocar al hombre enfermo lo limpia de su lepra. Por lo tanto, Jesús no se contaminó al tocar al hombre.

Jesús envía al hombre a un sacerdote con la instrucción de ofrecer el sacrificio que Moisés ordenó para tales casos en Levítico 14:1-57 . A lo largo del Evangelio de Marcos, Jesús se erige como defensor y partidario de lo que Moisés enseñó (véase Marcos 7:10 ; Marcos 10:3-4 ; Marcos 12:26 ; Marcos 12:29-31 ). Esta visión contrasta marcadamente con los líderes religiosos, quienes en los pasajes de Marcos 7:1-37 ; Marcos 10:1-52 y 12 están subvirtiendo la intención original de las enseñanzas dadas a través de Moisés. Estos detalles explican la orden de Jesús en Marcos 1:44 de silenciar al hombre. Si él contara sobre su curación por Jesús, podría perjudicar la decisión del sacerdote en contra de Jesús.

Pero el leproso limpiado no parece entender esto, y en desobediencia al mandato de Jesús, difunde la noticia por todas partes, haciendo imposible que Jesús entre abiertamente en las ciudades para su ministerio.

¿Cómo podemos tener cuidado de no hacer cosas que podrían obstaculizar la propagación del evangelio, por buenas que sean nuestras intenciones?
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Comentarios Elena G.W

Desde lejos, el leproso percibe algunas palabras del Salvador. Le ve poner las manos sobre los enfermos. Ve a los cojos, a los paralíticos, y a los que están muriéndose de diversas enfermedades levantarse sanos y alabar a Dios por su salvación. Su fe se fortalece. Se acerca más y más a la gente que está escuchando. Las restricciones que se le han impuesto, la seguridad del pueblo, el miedo con que todos le miran, todo lo olvida. No piensa más que en la bendita esperanza de curación.

Es un espectáculo repulsivo. La enfermedad ha hecho en él horrorosos estragos y da miedo mirar su cuerpo en descomposición. Al verle, la gente retrocede. Aterrorizados, se atropellan unos a otros para rehuir su contacto. Algunos procuran evitar que se acerque a Jesús, mas en vano. Él no los ve ni los oye, ni advierte sus expresiones de repulsión. No ve más que al Hijo de Dios ni oye otra voz sino la que da vida a los moribundos.

Abriéndose paso hasta Jesús, se arroja a sus pies, clamando: “Señor, si quisieres, puedes limpiarme”.

Jesús le contesta: “Quiero; sé limpio”, y pone su mano sobre él. Mateo 8:2, 3.

Al instante se produce un cambio en el leproso. Su sangre se purifica, sus nervios recuperan la sensibilidad perdida, sus músculos se fortalecen. La pálida tez, propia del leproso, desaparece, caen las escamas de la piel, y su carne se vuelve como la de un niño (El ministerio de curación, pp. 68, 69).

Los discípulos querían evitar que su Maestro le tocara, pues el que tocaba a un leproso quedaba también inmundo. Pero al poner la mano sobre él, Jesús no se contaminó. La lepra fue limpiada. Así sucede con la lepra del pecado, tan profundamente arraigada, tan mortífera, tan imposible de curar por el poder humano… Pero Jesús, al humanarse, no se contamina. Su presencia es virtud curativa para el pecador. Cualquiera que se postre a sus pies, diciéndole con fe: “Señor, si quisieres, puedes limpiarme”, oirá esta respuesta: “Quiero: sé limpio”.

En algunos casos de curación, no concedía Jesús en el acto el beneficio pedido. Pero en este caso de lepra, apenas oyó la petición la atendió. Cuando oramos para pedir bendiciones terrenales, la respuesta a nuestra oración puede tardar, o puede ser que Dios nos dé algo diferente de lo pedido; pero no sucede así cuando le pedimos que nos libre del pecado. Es su voluntad limpiarnos de pecado, hacernos sus hijos y ayudarnos a llevar una vida santa. Cristo “se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro”. Gálatas 1:4. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado”. 1 Juan 5:14, 15 (El ministerio de curación, pp. 46, 47).
Viernes
12 de julio

Pensamiento adicional

Lean Elena G. de White, “En Capernaúm”, págs. 252–261; “Puedes limpiarme”, págs. 262–266, en El Deseado de todas las gentes .

¿Qué imagen de Jesús presenta Marcos 1:1-45 ? Jesús tiene autoridad para llamar a los discípulos, y ellos responden. Él es santo en contraste con los espíritus inmundos que están bajo el control de Satanás. Se está librando una gran batalla entre el bien y el mal, y Jesús tiene más poder que los demonios. Jesús tiene compasión por los enfermos y los ayuda, tocándolos cuando tal vez nadie más lo haría.

“Jesús, en la sinagoga, habló del reino que había venido a establecer y de su misión de liberar a los cautivos de Satanás. Un grito de terror lo interrumpió. Un loco se precipitó de entre la gente, gritando: “Déjanos; ¿qué tienes que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios”.

“Ahora todo era confusión y alarma. La atención de la gente se había desviado de Cristo, y sus palabras no fueron escuchadas. Este era el propósito de Satanás al conducir a su víctima a la sinagoga. Pero Jesús reprendió al demonio, diciendo: 'Calla, y sal de él. Y el demonio, derribándolo en medio, salió de él, y no le hizo daño'... El que había vencido a Satanás en el desierto de la tentación se encontró nuevamente cara a cara con su enemigo. El demonio ejerció todo su poder para retener el control de su víctima. Perder terreno aquí hubiera sido darle la victoria a Jesús... Pero el Salvador habló con autoridad, y liberó al cautivo.”—Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes , pp. 255, 256.

Mientras tanto, nuestro Señor llevaba adelante un ministerio muy activo, moviéndose de un lugar a otro y casi constantemente en contacto con muchas personas. ¿Cómo mantenía una actitud serena y firme hacia el ministerio y hacia las personas? Sin duda, mediante su experiencia diaria de oración.

Piensa en qué horario podría ser adecuado para ti en cuanto a tiempo para la oración y el estudio de las Escrituras. Encuentra lo que te funcione y aprovecha ese tiempo para desarrollar un espíritu de paz, guiado por el Espíritu y la Palabra de Dios.

Preguntas de discusión


  1. Hable en clase sobre la cuestión de la oración y por qué es tan importante en la vida cristiana. ¿Cuáles son algunas de las preguntas que la gente tiene sobre el propósito y la eficacia de la oración?
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  2. En clase, hablen de casos en los que, en determinados momentos, sería mejor no hablar demasiado de nuestra fe. ¿Cuándo sería prudente hacerlo y, sin embargo, cómo podemos hacerlo sin comprometer nuestro testimonio?
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  3. ¿Quiénes son los “leprosos” en su cultura actual? ¿Cómo podría su iglesia acercarse y “tocar” a estas personas para llevarles el evangelio?
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Comentarios Elena G.W

Reflejemos a Jesús, 11 de agosto, “Los pescadores de hombres necesitan la presencia divina”, p. 229.

El Deseado de todas las gentes, “Puedes limpiarme”, pp. 227-238.



Pensamiento clave: Marcos describe un sábado con Jesús y el llamado de cuatro discípulos. El énfasis está en la acción, en particular la sanación de personas.

1. Pida a un voluntario que lea Marcos 1:16-20 .

  1. Pídeles a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este pasaje.

  2. ¿Quiénes fueron los hombres a quienes Jesús llamó como discípulos y cuál fue su respuesta?
  3. Aplicación personal: ¿Te han pedido que renuncies a algo para seguir a Jesús? ¿O crees que Él no te ha pedido que renuncies a nada? Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de caso: Uno de sus familiares dice: “¿Por qué Jesús llamaría a estos hombres a seguirlo inmediatamente, y por qué dejarían todo y seguirían a Jesús en ese momento?” ¿Cómo le respondería a su pariente?

2. Pida a un voluntario que lea Marcos 1:21-34 .

  1. Pídeles a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué experiencia ocurrió en la sinagoga y qué verdades espirituales podemos sacar de este relato?
  3. Aplicación personal : Al dar testimonio a los demás, ¿por qué no es prudente presentar de una sola vez todo lo que creemos acerca de la verdad presente? Comparta sus ideas.
  4. Estudio de caso: Uno de tus amigos dice: “¿Cómo ayudó Jesús a la familia de Pedro y qué lección espiritual podemos sacar de este evento?” ¿Cómo le responderías a tu amigo?

3. Pida a un voluntario que lea Marcos 1:35-39 y Lucas 6:12.

  1. Pídeles a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué lecciones podemos sacar de lo que Jesús hizo aquí?
  3. Aplicación personal: Si Jesús pasó mucho tiempo en oración, ¿cuánto tiempo deberíamos pasar nosotros en oración? Comparte tu opinión.
  4. Caso práctico: Uno de sus vecinos dice: “¿Por qué Jesús necesitaba orar al Padre si están unidos como uno solo? ¿No podría Jesús haber hecho lo que quisiera porque era Dios en la tierra?” ¿Cómo le respondería a su vecino?

4. Pida a un voluntario que lea Marcos 1:40-45 .

  1. Pídeles a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué nos enseña esto acerca de cómo Jesús se relacionaba con los marginados de la sociedad?
  3. Aplicación personal: ¿Cómo podemos tener cuidado de no hacer cosas que puedan retrasar o dificultar la propagación del evangelio, sin importar cuán buenas sean nuestras intenciones? Comparta sus ideas.
  4. Estudio de caso: Piense en una persona que necesite escuchar un mensaje de la lección de esta semana. Dígale a la clase qué planea hacer esta semana para compartir con ellos.

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