Comentario Lección 2: EL PENTECOSTÉS


Lección 2. El pentecostés 

Textos bíblicos:

Hechos 2:1–4, Juan 14:16, Hechos 2:5–13, Joel 2:28–32, Hechos 2:22– 39, Sal. 110:1–3.

Citas

• Belén era Dios con nosotros, el Calvario fue Dios por nosotros, y el Pentecostés es Dios en nosotros. Robert Baer
• El Pentecostés significa poder y vida. Esto es lo que vino a la iglesia en el día en que e Espíritu Santo se derramó sobre ella, en el día del Pentecostés. David Wilkerson
• No necesitamos que venga el Espíritu Santo. Ya vino en el día del Pentecostés. Él nunca ha abandonado a la iglesia. John Stott
• Mis hermanos, ¿Creen en el Espíritu Santo?… ¿Confiamos en el Espíritu Santo? ¿Creemos que, en este momento, puede vestirnos de poder, así como lo hizo con los apóstoles en ocasión del Pentecostés? ¿Creemos que, por nuestra predicación y su poder, mil personas nacerán de nuevo en un día? Charles Spurgeon
• El Pentecostés es una celebración de Dios… una celebración del poder de Dios. Del deseo de Dios de darnos poder y morar dentro de nosotros. Mark Hart
• Sin el Pentecostés, el evento de Cristo (la vida, muerte y resurrección de Jesús) queda presa en la historia como un hecho que recordar, pensar y en el cual reflexionar. El Espritu de Jesús viene a morar dentro de nosotros, para que seamos cristos vivientes aquí y ahora. Henri Nouwen

Para debatir

¿Cuál fue la razón de lo sucedido durante el Pentecostés? ¿Cómo podemos mirar más allá del milagro y ver la intención de Dios? ¿Por qué era necesario que Dios hiciera una demostración tan clara esta vez? ¿Cómo habríamos reaccionado si hubiéramos estado allí en el Pentecostés? ¿Cómo encaja esta experiencia en las respuestas de Dios al gran conflicto?

Resumen bíblico de la lección

Aunque los apóstoles fueron llamados a ser los testigos de Jesús, aquí podemos ver que Dios tuvo que tomar medidas para que el evangelio se expandiera más rápido de lo que hubiera sido posible por medios humanos. Hechos 2:1–4 nos habla sobre el asombroso milagro que fue necesario, mientras que el resto del capítulo nos proporciona detalles sobre las consecuencias. Hecho 2:7-12 nos muestra que estos “galileos” eran escuchados en distintos idiomas, quizás como un ejemplo de un milagro más bien de oídos y no de lenguas. Otros mal pensaron que se trataba de un estado de ebriedad por parte de los discípulos como vemos en Hechos 2:13. El impactante discurso de Pedro en conexión con lo que el Señor y había revelado antes condujo a muchos a la convicción. Cuando la gente escuchó esto, sintieron remordimiento de conciencia. Entonces le preguntaron a Pedro y a los apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?” Hechos 2:37 VBL. La respuesta: “Arrepiéntanse y bautícense.” Y muchos hicieron exactamente esto. Además, no hemos de ignorar la escena idílica de la iglesia primitiva al final del capítulo. Juan 14:16 nos habla de la promesa de la venida del Consolador. Es sorprendente que ya esta promesa se había hecho en Joel 2:28-32. Finalmente, Salmos 110:1–3 nos promete la victoria a través del Señor que vendrá.

Comentario

Los asombrosos eventos ocurridos durante el Pentecostés nos estremecen aun hoy. No obstante, debemos mirar más allá del milagro para entender lo que Dios estaba procurando con ello. No se trataba solamente de unas lenguas de fuego, sino de una propagación intencional de la buena noticia de una forma que de otro nodo no hubiera sido posible. Si lo que decían los apóstoles solo se hubiera entendido en un idioma, su impacto habría estado limitado. Pero el verdadero milagro aquí, es que “todos escuchaban hablar en su propio idioma.” Hechos 2:6 VBL. ¡Un total de al menos dieciséis grupos de distintos idiomas se pueden identificar, y posiblemente había muchos más! Aunque no podemos evitar sentirnos atraídos por los aspectos físicos, como el ruido de un viento que llenó la sala, la aparición de llamas de fuego sobre los discípulos, y la cacofonía de múltiples idiomas, debemos mirar más allá de esto. ¿Por qué? ¿Era solo una demostración visible? En parte, quizás. Sin duda impresionó a los oyentes, y confirmó la fe de los cristianos presentes allí, incluyendo a los hablantes.

Pero la función principal era fortalecer el avance del plan de Dios. Todo lo que Dios hace tiene una razón. Imaginémonos a todas esas personas regresando a sus casas habiendo sido inspirados a contemplar la vida de Jesús, y a pensar en su significado, especialmente en términos de la declaración de Jesús: “Si me han visto a mi han visto al Padre.” De eso se trata el Pentecostés. Aunque podemos sentirnos cautivados por el milagro evidente, este tenía un propósito específico y esencial: llevar el evangelio tan lejos como fuera posible. Hay aquí una lección de la cual todos podemos aprender. Aunque busquemos las experiencias sobrenaturales, nuestro Dios obra con propósitos claros. ¡Todo tiene una razón! Ser “pentecostal” no se trata de hablar en lenguas, sino de cómo representamos a Dios y su buena nueva del evangelio. ¡Este fue el hecho principal del Pentecostés!

Comentarios de Elena de White

En el día de Pentecostés, Cristo dio a sus discípulos el Espíritu Santo para que fuera el Consolador de ellos. Siempre moraría con su iglesia. En el transcurso de todo el sistema judío, la influencia del Espíritu Santo con frecuencia se reveló de una manera marcada, pero no en toda su plenitud. El Espíritu había estado esperando la crucifixión, la resurrección y la ascensión del Señor Jesucristo… y llenó por completo el recinto. Se presentó con plenitud y poder, como si hubiera estado retenido por años, pero recién
ahora se lo derramaba sobre la iglesia para ser difundido al mundo. ¿Qué siguió a este derramamiento? Miles se convirtieron en un día. {El Cristo Triunfante, p. 303}

Durante la dispersión, los judíos habían sido esparcidos a casi todos los lugares del mundo habitado, y en su destierro habían aprendido a hablar varios idiomas. Muchos de estos judíos estaban en esta ocasión en Jerusalén, asistiendo a las festividades religiosas que se celebraban. Toda lengua conocida estaba representada por la multitud reunida. Esta diversidad de idiomas hubiera representado un gran obstáculo para la proclamación del Evangelio; por lo tanto, Dios suplió de una manera milagrosa la deficiencia de los apóstoles. El Espíritu Santo hizo por ellos lo que los discípulos no hubieran podido llevar a cabo en todo el curso de su vida. Ellos podían ahora proclamar las verdades del Evangelio extensamente, pues hablaban con corrección los idiomas de aquellos por quienes trabajaban. Este don milagroso era una evidencia poderosa para el mundo de que la comisión de ellos llevaba el sello del cielo. Desde entonces en adelante, el habla de los discípulos fue pura, sencilla y correcta, ya hablaran en su idioma nativo o en idioma extranjero. {Los Hechos de los Apóstoles, p. 32}

Preparado y escrito por. © Jonathan Gallagher 2018

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