Lección 6: *MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN*

Lección 06
04 de noviembre - 10 de noviembre

Motivación y preparación para la misión

Imagen del título semanal

Sábado por la tarde

Lea para el estudio de esta semana

Lucas 24:1-12; Lucas 24:36-49; Hechos 1:12-26; Hebreos 10:24-25; Hechos 2:1-41; 1 Corintios 11:1.

Texto de memoria:

"Estas son las palabras que os hablé cuando aún estaba con vosotros: que es necesario que se cumplan todas las cosas que están escritas en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos acerca de mí" (Lucas 24:44).

Pablo escribió a los Filipenses: "Algunos, a la verdad, predican a Cristo aun por envidia y contienda, y otros también por buena voluntad: Los primeros predican a Cristo por ambición egoísta, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis cadenas; pero esto último por amor, sabiendo que estoy destinado a la defensa del evangelio. ¿Y entonces qué? Sólo que en todo, ya sea en la pretensión o en la verdad, se predica a Cristo; y en esto me regocijo, sí, y me regocijaré" (Filipenses 1:15-18).

¡Palabras poderosas! Ya sea en "pretensión o en verdad", Cristo es predicado, y eso es lo que le importaba a Pablo. Idealmente, sin embargo, nuestros motivos para predicar a Cristo, para la misión, para alcanzar a otros con las buenas nuevas, deberían ser por amor y por verdad, y no por ambición egoísta, envidia o contienda.

Entonces, ¿cuáles son algunas de las motivaciones para predicar a Cristo, y cuáles son algunas de las maneras en que podemos prepararnos para hacerlo?

Esta semana veremos algunos eventos en la iglesia primitiva que pueden darnos orientación sobre estas partes cruciales de la misión.

*Estudie la lección de esta semana para prepararse para el día de reposo 11 de noviembre.




Comentarios Elena G.W

Jesús desea que los que trabajan en su servicio no estén ansiosos por recibir recompensas, ni que sientan que deben recibir una compensación por todo lo que hacen. El Señor quiere que nuestras mentes se encaucen por un conducto diferente, porque él no ve en la forma como el hombre ve. Él no juzga por las apariencias, sino que estima a un hombre por la sinceridad de su corazón...

Pablo contempló constantemente la corona de vida que se le daría, y no solo a él sino también a todos los que aman su venida. Fue la victoria ganada mediante la fe en Jesucristo la que hizo la corona tan deseable. Él siempre exaltó a Jesús. Está fuera de lugar toda jactancia de nuestra parte acerca de los talentos o la victoria. "No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová". Jeremías 9:23, 24 (Consejos sobre la mayordomía cristiana, pp. 353, 354).

El Señor desea que confiemos en él sin hacer preguntas con respecto a nuestra recompensa. Cuando Cristo mora en el alma, el pensamiento de recompensa no primará. Este no es el motivo que impulsa nuestro servicio. Es cierto que, en un sentido secundario, debemos tener en cuenta la recompensa. Dios desea que apreciemos las bendiciones que nos ha prometido. Pero no quiere que estemos muy ansiosos por la remuneración, ni que pensemos que por cada deber hemos de recibir un galardón. No debemos estar tan ansiosos de obtener el premio, como de hacer lo que es recto, independientemente de toda ganancia. El amor a Dios y a nuestros semejantes debe ser nuestro motivo (Palabras de vida del gran Maestro, p. 329).

[E]l servicio voluntario y la gozosa abnegación... un espíritu tal es el único que debiera impulsar a quienes siguen a Jesús. Nuestro divino Maestro nos ha dado un ejemplo de cómo deben trabajar sus discípulos. A aquellos a quienes invitó así: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres" (Mateo 4:19), no ofreció ninguna suma definida como recompensa por sus servicios. Debían compartir su abnegación y sacrificio.

Al trabajar no debemos hacerlo por el salario que recibimos. El motivo que nos impulsa a trabajar para Dios no debe tener nada que se asemeje al egoísmo. La devoción abnegada y un espíritu de sacrificio han sido siempre y seguirán siendo el primer requisito de un servicio aceptable. Nuestro Señor y Maestro quiere que no haya una sola fibra de egoísmo entretejida con su obra. Debemos dedicar a nuestros esfuerzos el tacto y la habilidad, la exactitud y la sabiduría, que el Dios de perfección exigió de los constructores del tabernáculo terrenal; y sin embargo en todas nuestras labores debemos recordar que los mayores talentos o los servicios más brillantes son aceptables tan solo cuando el yo se coloca sobre el altar, como un holocausto vivo (Profetas y reyes, p. 47).
 Domingo
5 de noviembre

Para compartir las buenas nuevas

Lee Lucas 24:1-12. ¿Cuál fue la respuesta de los que oyeron hablar del Cristo resucitado?

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Temprano en la mañana del domingo, después de la muerte de Jesús, Lucas dice que varias mujeres fueron a la tumba. Llevaban especias consigo; por lo tanto, es probable que fueran a atender el cuerpo de Jesús ahora que el sábado había terminado. Esperando encontrar una tumba aún sellada, se sorprendieron al encontrar la tumba vacía. Sin saber qué hacer, tuvieron miedo cuando aparecieron dos hombres con ropas brillantes. Sin embargo, los hombres tenían un mensaje para ellos. Recordándoles las palabras de Jesús, les dijeron a las mujeres que Jesús había resucitado, como había dicho que lo haría. Llenos de alegría con la noticia, regresaron rápidamente a donde se encontraban los discípulos y muchos de los otros seguidores de Jesús y contaron lo que habían visto y oído, porque su emoción no podía contenerse. Es decir, estaban compartiendo con otros lo que habían aprendido de Cristo.

¿Te imaginas cómo se habrán sentido las mujeres? Acababan de tener una experiencia asombrosa, una que ciertamente los llenó de asombro, pero los discípulos llamaron a su experiencia "cuentos ociosos" y no les creyeron. Por lo tanto, sin estar seguro de si creer a las mujeres o no, Pedro corrió a la tumba para verlo por sí mismo.

Para Pedro, y para muchos de nosotros, hay una vacilación en aceptar algo simplemente porque alguien más lo dijo. Aunque Pedro escuchó a las mujeres, no pudo compartir su experiencia hasta más tarde. Al principio, todo lo que experimentó fue una tumba vacía, y eso, dice Lucas, simplemente lo dejó "maravillándose a sí mismo" (Lucas 24:12). Su experiencia en la tumba no fue la misma que la de las mujeres.

Independientemente de la respuesta de Pedro, tan pronto como estas mujeres escucharon las noticias sobre Jesús, quisieron compartirlas con los demás. ¿Qué mayor motivación para la misión podría haber que dar a conocer a otros lo que Jesús ha hecho por ellos? ¿Qué motivo más grande que difundir las buenas nuevas de la salvación en Jesús, la única esperanza que cualquiera de nosotros tiene?

Por supuesto, necesitamos una experiencia personal con Dios antes de poder compartirla con los demás. Nuestro deseo de compartir con los demás lo que tanto amamos debe ser una parte crucial de nuestra motivación para la misión. Al final, no podemos compartir lo que nosotros mismos no tenemos, ¿verdad?

¿Cuáles son algunas de las experiencias que has tenido con la realidad de Dios y Su amor? ¿Por qué son tan valiosos para ti esos tiempos, y cómo te motivan a tender la mano a los demás con las buenas nuevas?

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Comentarios Elena G.W

La primera obra que hizo Cristo en la tierra después de su resurrección consistió en convencer a sus discípulos de su no disminuido amor y tierna consideración por ellos. Para probarles que era su Salvador vivo, que había roto las ligaduras de la tumba y no podía ya ser retenido por el enemigo la muerte, para revelarles que tenía el mismo corazón lleno de amor que cuando estaba con ellos como su amado Maestro, les apareció vez tras vez. Quería estrechar aún más en derredor de ellos los vínculos de su amor. Id, decid a mis hermanos —dijo— que se encuentren conmigo en Galilea.

Al oír esta cita tan definida, los discípulos empezaron a recordar las palabras con que Cristo les predijera su resurrección. Pero aun así no se regocijaban. No podían desechar su duda y perplejidad. Aun cuando las mujeres declararon que habían visto al Señor, los discípulos no querían creerlo. Pensaban que era pura ilusión (El Deseado de todas las gentes, p. 736).

¡Cuántos están haciendo todavía lo que hacían esos discípulos! ¡Cuántos repiten el desesperado clamor de María: “Han llevado al Señor… y no sabemos dónde le han puesto”! ¡A cuántos podrían dirigirse las palabras del Salvador: “¿Por qué lloras? ¿a quién buscas?” Está al lado de ellos, pero sus ojos cegados por las lágrimas no lo ven. Les habla, pero no lo entienden.

¡Ojalá que la cabeza inclinada pudiese alzarse, que los ojos se abriesen para contemplarle, que los oídos pudiesen escuchar su voz! “Id presto, decid a sus discípulos que ha resucitado.” Invitadlos a no mirar la tumba nueva de José, que fue cerrada con una gran piedra y sellada con el sello romano. Cristo no está allí. No miréis el sepulcro vacío. No lloréis como los que están sin esperanza ni ayuda. Jesús vive, y porque vive, viviremos también. Brote de los corazones agradecidos y de los labios tocados por el fuego santo el alegre canto: ¡Cristo ha resucitado! Vive para interceder por nosotros. Aceptad esta esperanza, y dará firmeza al alma como un ancla segura y probada. Creed y veréis la gloria de Dios (El Deseado de todas las gentes, p. 737).

Deberíamos cultivar la bondad y la cortesía en nuestro trato con aquellos con quienes nos encontramos. Esforcémonos ... siempre por presentar la verdad de una manera fácil. Esta verdad significa vida, vida eterna para aquel que la recibe. Estudiad por lo tanto la manera de pasar fácil pero cortésmente de temas de naturaleza temporal a los de naturaleza espiritual y eterna. ... Mientras camináis por la calle o estáis sentados junto al camino podéis sembrar la semilla de la verdad en algún corazón.

Hay trabajo que hacer por nuestro Maestro. Hay almas que por nuestra influencia, pueden ser conducidas a Cristo. ¿Quién está listo para dedicarse de todo corazón a esta obra? (Nuestra elevada vocación, p. 303).
 Lunes
6 de noviembre

Un fundamento profético

Lee Lucas 24:36-49. ¿Qué sucedió aquí, y por qué fue esta una experiencia tan crucial para los apóstoles?

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Es interesante que al principio los discípulos no creyeron por miedo. Luego, después de ver a Jesús y estar seguros de que realmente estaba vivo, no creyeron de gozo (Lucas 24:41). ¿Alguna vez has sentido que algo era demasiado bueno para ser verdad? Esta fue la experiencia de los discípulos y de los demás en el aposento alto.

Sin embargo, si Jesús los hubiera dejado solo con esta experiencia, entonces cuando se fue, su fe podría no haber durado. Con el tiempo, el poder de la experiencia podría haberse desvanecido; Lo olvidarían, o tal vez empezarían incluso a cuestionarlo. Por lo tanto, Jesús no se detuvo en mostrarles sus cicatrices y comer pescado frente a ellos. En cambio, Él los llevó a la Palabra y les mostró el fundamento profético para Su obra y ministerio. Es decir, no importa cuán grande fuera la experiencia que tuvieron con Él, Jesús todavía quería que su fe estuviera cimentada en la Palabra de Dios.

"Estas son las palabras que os hablé cuando aún estaba con vosotros: que es necesario que se cumplan todas las cosas que están escritas en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos acerca de mí" (Lucas 24:44).

También aquí encontramos una poderosa motivación para el testimonio, para la misión: la Palabra de Dios. Jesús sabía que para solidificar la experiencia de los discípulos, ellos necesitaban entender por qué tenía que morir y qué significaba su resurrección. Necesitaban que su visión del mundo cambiara de un reino político y terrenal a la gran solución del pecado y la victoria de Cristo sobre la muerte. El evangelio era mucho más que lograr la soberanía política de Israel. Reveló la victoria de Cristo sobre Satanás y garantizó que un día toda la maldad del mundo sería destruida, que la tierra sería creada de nuevo y que Dios estaría entre su pueblo. Él "abrió su entendimiento" (Lucas 24:45) para que pudieran comprender estas verdades, las cuales debían compartir con el mundo.

Nuestras experiencias con Jesús no pueden sostenerse sin el fundamento de Su Palabra, incluyendo las profecías que señalan la historia y los acontecimientos que condujeron a, e incluyendo, el primer y segundo advenimiento de Cristo. Con estas verdades firmemente entendidas, podemos estar listos y motivados para la misión.

¿Cuán bien cimentado está usted en las profecías que apuntan a Cristo, tanto en Su primera como en Su segunda venida? Especialmente en los últimos días, ¿por qué debemos estar cimentados en la Palabra de Dios, incluyendo las profecías, y por qué es tan crucial entenderlas, especialmente para la misión?

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Comentarios Elena G.W

Cuarenta días permaneció Jesús con sus discípulos, alegrándoles el corazón al declararles más abiertamente las realidades del reino de Dios. Los comisionó para dar testimonio de cuanto habían visto y oído referente a su pasión, muerte y resurrección, así como de que él había hecho sacrificio por el pecado, para que cuantos quisieran pudieran acudir a él y encontrar vida. Con fiel ternura les dijo que serían perseguidos y angustiados, pero que hallarían consuelo en el recuerdo de su experiencia y en la memoria de las palabras que les había hablado. Les dijo que él había vencido las tentaciones de Satanás y obtenido la victoria por medio de pruebas y sufrimientos. Ya no podría Satanás tener poder sobre él, pero los tentaría más directamente a ellos y a cuantos creyeran en su nombre. Sin embargo, también podrían ellos vencer como él había vencido. Jesús confirió a sus discípulos el poder de obrar milagros, diciéndoles que aunque los malvados los persiguieran, él enviaría de cuando en cuando sus ángeles para librarlos; nadie podría quitarles la vida hasta que su misión fuese cumplida; entonces podría ser que se requiriese que sellasen con su sangre los testimonios que hubiesen dado (Primeros escritos, pp. 188, 189).

Aquellos en cuyos corazones mora Jesús por la fe, han recibido realmente el Espíritu Santo. Cada individuo que recibe a Jesús como su Salvador personal, ciertamente recibe también el Espíritu Santo a fin de ser su Consejero, su Santificador, su Guía y su Testigo. Cuanto más estrechamente camine el creyente con Dios, más claro será su testimonio, y como resultado seguro, será más poderosa la influencia de su testimonio del amor del Salvador sobre otros y más evidencia dará de que valora la Palabra de Dios. Esta es su comida, lo que satisface su alma sedienta. Valora el privilegio de conocer la voluntad de Dios en su Palabra (Alza tus ojos, p. 17).

Creer en [Cristo] es esencial para la vida espiritual. Los que participan del banquete de la Palabra nunca sienten hambre, nunca padecen de sed, nunca desean ningún bien más elevado ni más exaltado.

El conocimiento más sublime y verdadero se encuentra en la Palabra de Dios. Hay elocuencia en su sencillez…

La Biblia es nuestra guía en las sendas seguras que conducen a la vida eterna. Dios ha inspirado a hombres que escriban lo que nos presenta la verdad, lo que nos atraerá, y que, si lo practicamos, nos capacitará para recibir y obtener poder moral para situarnos entre las mentes más educadas. La mente de todos aquellos que estudien la Palabra de Dios, se ampliará. Mucho más que cualquier otro estudio, este es de una naturaleza que aumenta las facultades de comprensión y proporciona nuevo vigor a cada facultad. Pone a la mente en relación con los amplios y ennoblecedores principios de la verdad. Nos coloca en íntima relación con todo el cielo, al impartir sabiduría, conocimiento y entendimiento. El evangelio está adaptado para ser alimento espiritual, para satisfacer el apetito espiritual del hombre. En todos los casos, es precisamente lo que el hombre necesita (Sons and Daughters of God, p. 70; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 72).
 Martes
7 de noviembre

Espera y misión

Lucas 24:1-53 termina con la ascensión de Jesús al cielo (Lucas 24:50-53). Pero ese no es el final de la historia. El autor, Lucas, continúa escribiendo el libro de los Hechos. Justo antes de que Jesús ascendiera al cielo, les dio a los discípulos una misión, una promesa e instrucciones inmediatas de esperar en Jerusalén el "poder de lo alto" (Lucas 24:49; ver también Hechos 1:4-8).

Jesús instruyó a los discípulos a esperar en Jerusalén hasta que Él cumpliera Su promesa de enviar la Promesa del Padre (el Espíritu Santo), quien los capacitaría para ser testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y más allá.

Lee Hechos 1:12-26. ¿Qué estaban haciendo los discípulos, que ahora sumaban alrededor de 120 hombres y mujeres, mientras esperaban?

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Jesús había dado a los discípulos una misión clara: debían ser testigos de Él ante el mundo. Así que, mientras esperaban, se prepararon para su misión de dos maneras. Primero, Lucas dice que continuaron en oración y súplica unidas. No había duda en la mente de ninguno de ellos acerca de cuál era la misión que Jesús les había dado, y cada uno de ellos había aceptado esa misión. Esto los inspiró a unirse en oración. Lucas no comparte por qué estaban orando, pero es muy seguro que estaban orando por sabiduría, fortaleza y coraje para cumplir la misión juntos. Qué ejemplo para nosotros.

Lo segundo que hicieron mientras esperaban fue prepararse logísticamente para su misión. Judas había entregado a Jesús para su ejecución y luego se había quitado la vida. Esto había dejado una vacante entre los doce. Así que, mientras esperaban, los discípulos buscaron la guía de Dios y seleccionaron un reemplazo. En efecto, los discípulos se estaban organizando y planeando el inicio de su misión. En la toma de estas decisiones, Pedro desempeñó un papel de liderazgo. Nadie cuestionó su decisión; todos vieron en ello la sabiduría de Dios. Había un entendimiento y una confianza en que Dios estaba actuando, obrando y moviéndose en medio de ellos. Su tiempo de espera no fue ocioso, sino que estuvo lleno de propósito y acción impulsada por la misión.

Mientras esperamos el derramamiento del Espíritu Santo para ayudarnos a completar la gran misión de Dios, debemos unirnos para animarnos unos a otros (Hebreos 10:24-25), orando por el Espíritu Santo de Dios. Además, debemos alinearnos a nosotros mismos y a nuestra iglesia con la prioridad de Dios: la salvación de los perdidos.

¿Cómo puedes aprender a esperar en el Señor y no perder la fe mientras tanto? Mientras tanto, mientras esperas, ¿cuál es la mejor manera de usar tu tiempo, como lo hicieron los discípulos aquí?

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Comentarios Elena G.W

Los anhelosos discípulos [de Cristo] escuchaban gozosamente las enseñanzas del Maestro, alimentándose, llenos de alegría, con cada palabra que fluía de sus santos labios. Sabían ahora con certeza que era el Salvador del mundo. Sus palabras penetraban hondamente en sus corazones, y lamentaban que tuviesen que separarse pronto de su Maestro celestial y no pudiesen ya oír las consoladoras y compasivas palabras de sus labios. Pero de nuevo se inflamaron sus corazones de amor y excelso júbilo, cuando Jesús les dijo que iba a aparejarles lugar y volver otra vez para llevárselos consigo, de modo que siempre estuviesen con él. También les prometió enviarles el Consolador, el Espíritu Santo, para guiarlos en toda verdad. “Y alzando sus manos, los bendijo” (Primeros escritos, p. 189).

Nosotros… debemos destinar momentos especiales para meditar, orar y recibir refrigerio espiritual. No reconocemos debidamente el valor del poder y la eficacia de la oración. La oración y la fe harán lo que ningún poder en la tierra podrá hacer…

Las tentaciones a que estamos expuestos cada día hacen de la oración una necesidad. Todo camino está sembrado de peligros. Los que procuran rescatar a otros del vicio y de la ruina están especialmente expuestos a la tentación. En continuo contacto con el mal, necesitan apoyarse fuertemente en Dios, si no quieren corromperse…

Al permitir que nuestra comunión con Dios se interrumpa, perdemos nuestra defensa. Ni aun todos vuestros buenos propósitos e intenciones os capacitarán para resistir al mal. Tenéis que ser hombres y mujeres de oración. Vuestras peticiones no deben ser lánguidas, ocasionales, ni caprichosas, sino ardientes, perseverantes y constantes. No siempre es necesario arrodillarse para orar. Cultivad la costumbre de conversar con el Salvador cuando estéis solos, cuando andéis o estéis ocupados en vuestro trabajo cotidiano. Elévese el corazón de continuo en silenciosa petición de ayuda, de luz, de fuerza, de conocimiento. Sea cada respiración una oración (El ministerio de curación, pp. 407, 408).

Aquellos que pertenecen a la familia de la fe nunca debieran dejar de reunirse, porque este es el medio que Dios ha designado para conducir a sus hijos a la unidad, a fin de que con amor y compañerismo cristiano se ayuden y fortalezcan y animen unos a otros…

Como hermanos en nuestro Señor, somos llamados por una santa vocación a una vida santa y feliz. Habiendo entrado por la senda estrecha de la obediencia, refresquemos nuestras mentes mediante la comunión de unos con otros y con Dios. Mientras vemos aproximarse el día de Dios, reunámonos a menudo para estudiar su Palabra y exhortarnos unos a otros a ser fieles hasta el fin. Estas reuniones son el medio designado por Dios por el cual tenemos la oportunidad de hablarnos unos a otros y de obtener toda la ayuda posible para prepararnos en forma debida, a fin de recibir en las asambleas celestiales el cumplimiento de la promesa de nuestra heredad (Nuestra elevada vocación, p. 168).

 Miércoles
8 de noviembre

"A quien crucificaste"

Hechos 2:1-47 registra el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés. Mientras los seguidores de Jesús oraban, lenguas de fuego descansaban sobre sus cabezas. Reconocieron que el poder prometido del Espíritu Santo había sido dado.

Lee Hechos 2:1-41. ¿Qué les sucedió a los discípulos como resultado de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés?

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Los discípulos comenzaron a hablar en otros idiomas "según el Espíritu les daba que hablaran" (Hechos 2:4). Lo que es crucial aquí es que Dios empoderó a cada persona para el beneficio de los incrédulos. La bendición no era meramente para su propio bien. No era una bendición hacerlos aptos para el cielo ni una bendición hacer que fuera más fácil hacer negocios en un idioma extranjero. La bendición fue dada por cumplir la misión de Dios con los perdidos. Hoy Dios llama a cada uno de sus seguidores a usar sus dones personales para el bien de su misión a los incrédulos. Se nos han dado dones: ¿Qué mayor llamado a la misión que usar lo que se nos ha dado para alcanzar a los demás?

El derramamiento del Espíritu Santo resultó en que muchas de las personas se arrepintieran de su rechazo al Mesías, porque seguramente algunos de ellos estaban en Jerusalén cuando murió. Piense en el poder aquí: Pedro acusó a algunos de ellos de haber crucificado a Cristo. Obviamente, se dieron cuenta de lo que habían hecho y, al ser condenados, clamaron: "Varones y hermanos, ¿qué haremos?" (Hechos 2:37).

Y, sin embargo, incluso ellos podían recibir el perdón. Pedro les dijo: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch 2: 38).

Trabajando juntos, en armonía con el Espíritu Santo y entre sí, estos seguidores de Jesús predicaron el arrepentimiento y el perdón de los pecados, ¡incluso para aquellos que podrían haber estado directamente involucrados en la crucificción de Jesús! Ese es el poder del evangelio. Si ese mensaje no nos motiva a la misión, ¿qué lo hará? Estamos llamados a difundir el evangelio al mundo, un mundo pecaminoso, caído y corrupto con personas pecadoras, caídas y corruptas. Nuestro trabajo no es juzgar; nuestro trabajo es dar testimonio del poder salvador de Jesús.

¿Por qué la idea de que incluso a algunos de los que fueron cómplices de la muerte de Cristo se les ofreció la salvación (1) debería animarnos por nuestras propias almas y (2) animarnos a testificar a otros, sin importar cuán malos puedan parecer?

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Comentarios Elena G.W

En el día de Pentecostés, el Infinito se manifestó con poder a la iglesia. Mediante su Espíritu Santo, descendió de las alturas de los cielos como un poderoso viento al aposento donde estaban reunidos los discípulos. Palabras de arrepentimiento y confesión se mezclaban con cantos de alabanza por los pecados perdonados. Se oían expresiones de agradecimiento y profecía. Todo el cielo se inclinaba para contemplar y adorar la sabiduría de amor incomparable e incomprensible.

Los apóstoles y discípulos estaban maravillados, y exclamaron: “¡Aquí hay amor!” Se apoderaron del don impartido. Sus corazones estaban llenos de una benevolencia tan plena, tan profunda, tan abarcante, que los impulsó hasta lo último de la tierra, testificando... Estaban llenos de un intenso anhelo por añadir a la iglesia a los que serían salvos (A fin de conocerle, p. 343).

Tres mil almas se añadieron a la iglesia. Los apóstoles hablaron impulsados por el Espíritu Santo; y sus palabras no podían ser contradichas porque las confirmaban extraordinarios milagros llevados a cabo gracias al derramamiento del Espíritu de Dios. Los discípulos mismos se asombraron de los resultados de esta manifestación, y de la rapidez y la abundancia de la cosecha de almas. Todos se llenaron de asombro…

Los argumentos de los apóstoles por sí solos, aunque claros y convincentes, no habrían sido capaces de eliminar los prejuicios de los judíos que se habían opuesto a muchísima evidencia. Pero el Espíritu Santo introdujo esos argumentos con poder divino en sus corazones. Eran como agudas flechas del Todopoderoso, que los convencieron de su terrible culpa al rechazar y crucificar al Señor de gloria. “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (La historia de la redención, pp. 255, 256).

Pronto se realizarán cambios importantes y rápidos, y el pueblo de Dios debe estar dotado del Espíritu Santo para que, con sabiduría celestial, pueda hacer frente a las emergencias de esta época y hasta donde sea posible contrarrestar los movimientos desmoralizadores del mundo. Si la iglesia no se duerme, si los discípulos de Cristo velan y oran, podrán tener luz para comprender y apreciar los movimientos del enemigo.

¡El fin está cerca! Dios invita a la iglesia a poner en orden las cosas pendientes. Colaboradores de Dios, estáis facultados por el Señor para llevar a otros al reino. Habéis de ser los agentes vivos de Dios, conductos de luz para el mundo, y en derredor vuestro hay ángeles del cielo, enviados por Cristo para sosteneros y fortaleceros mientras trabajáis por la salvación de las almas (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 436).
 Jueves
9 de noviembre

Una imagen de la Iglesia primitiva

Lee Hechos 2:41-47. ¿Qué tipo de imagen de la iglesia primitiva está presente aquí?

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Hechos 2:1-47 termina con una hermosa imagen de cómo era la iglesia primitiva. Hechos 2:41 dice que los que fueron bautizados fueron "añadidos a ellos". Podríamos leer esto para decir que alguien hizo los cálculos y sumó el número de nuevos creyentes al número de creyentes existentes y estableció una nueva membresía total para el grupo. Pero esa es una comprensión superficial. Oculta en la redacción está la idea de que estos creyentes recién bautizados se convirtieron en parte del grupo como iguales.

Mientras tanto, una función central de la iglesia cristiana primitiva era el discipulado. A medida que se añadían nuevos miembros, se les discipulaba de tres maneras. En primer lugar, continuaron siendo enseñados por la doctrina y la enseñanza de los apóstoles. Las palabras "doctrina" y "comunión" en este texto significan literalmente "instrucción" y "asociación". La predicación de los apóstoles confrontaba creencias incorrectas y ofrecía nuevas explicaciones de lo que la gente estaba viendo y experimentando. Pero no les enseñó cómo vivir esa nueva verdad en sus vidas. Más bien, la aplicación de la verdad a la vida de uno ocurrió en la relación como parte del grupo. Los nuevos creyentes fueron discipulados cuidadosa e intencionalmente a través de la enseñanza directa, así como a través de la participación en la vida diaria de los otros creyentes, todo bajo la supervisión y el liderazgo de los apóstoles espiritualmente maduros y cimentados.

Es una predicación pobre que le dice a la gente qué hacer, pero no cómo hacerlo. Sin embargo, incluso si uno lee libros de instrucciones o escucha sermones que explican cómo hacer las cosas, no hay sustituto para ver a las personas haciéndolo y luego imitarlas. Pablo sabía esto e instruyó a sus seguidores a imitarlo como él había imitado a Jesús (1 Corintios 11:1). Cuando otros puedan verte a ti y a la realidad de tu experiencia con Cristo, también los impactará.

Desafío: Piensa en alguien en tu vida que te gustaría que fuera creyente. Ore todos los días para que él o ella tenga una experiencia personal con Jesús.

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Desafío: ¿A quién estás discipulando y llevando a una relación con Jesús? Busque maneras de llevarlo a la comunión con otros creyentes.

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Comentarios Elena G.W

Después del derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos salieron para proclamar al Salvador resucitado, poseídos del único deseo de salvar almas. Se regocijaban en la dulzura de la comunión con los santos. Eran afectuosos, atentos, abnegados, dispuestos a hacer cualquier sacrificio en favor de la verdad. En sus relaciones cotidianas unos con otros, manifestaban el amor que Cristo les había ordenado revelar al mundo. Por sus palabras y sus acciones desinteresadas, se esforzaban por encender este amor en otros corazones.

Los creyentes debían continuar cultivando el amor que llenaba el corazón de los apóstoles después del derramamiento del Espíritu Santo. Debían proseguir adelante y obedecer gustosos al nuevo mandamiento: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Juan 13:34. Debían vivir tan unidos con Cristo que se vieran capacitados para cumplir sus requerimientos. Debían ensalzar el poder de un Salvador que podía justificarlos por su justicia (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 251, 252).

El apóstol [Pablo] exhortó a sus hermanos a manifestar en su vida el poder de la verdad que les había presentado. Con mansedumbre y bondad, tolerancia y amor, debían manifestar el carácter de Cristo y las bendiciones de su salvación. Hay un solo cuerpo, un Espíritu, un Señor, una fe. Como miembros del cuerpo de Cristo, todos los creyentes son animados por el mismo espíritu y la misma esperanza. Las divisiones que haya en la iglesia deshonran la religión de Cristo delante del mundo, y dan a los enemigos de la verdad ocasión de justificar su conducta. Las instrucciones de Pablo no fueron escritas solamente para la iglesia de su tiempo. Dios quería que fuesen transmitidas hasta nosotros. ¿Qué estamos haciendo para conservar la unidad en los vínculos de la paz?

Cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre la iglesia primitiva, los hermanos se amaban unos a otros. “Comían juntos con alegría y con sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. Hechos 2:46, 47. Los cristianos primitivos eran pocos en número, y no tenían riquezas ni honores; sin embargo, ejercieron una poderosa influencia. La luz del mundo resplandecía por medio de ellos. Aterrorizaban a los que hacían mal, dondequiera que se conocían su carácter y sus doctrinas. Por esta causa, eran odiados de los impíos, y perseguidos aun hasta la Muerte (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 221, 222).

Pablo llevaba consigo el ambiente del cielo. Todos cuantos le trataban sentían la influencia de su unión con Cristo. Daba mayor valía a su predicación la circunstancia de que sus obras estaban de acuerdo con sus palabras. En esto consiste el poder de la verdad. La impremeditada e inconsciente influencia de una vida santa, es el más convincente sermón que puede predicarse en favor del cristianismo. Puede ser que los argumentos, por irrebatibles que sean, no provoquen más que oposición; pero un ejemplo piadoso entraña fuerza irresistible (Los hechos de los apóstoles, p. 407).
 Viernes
10 de noviembre

Reflexiones adicionales

Nuestro trabajo misionero debe provenir de un profundo amor y agradecimiento por lo que Jesús ha hecho y está haciendo en nuestras vidas. Cualquier otra motivación es errónea. Mantenerse inmerso en la Palabra y en sintonía con la Palabra es la clave para un alcance y evangelismo exitosos.

"Nuestra vida debe estar ligada a la vida de Cristo; debemos beber constantemente de Él, participando de Él, el Pan vivo que descendió del cielo, bebiendo de una fuente siempre fresca, dando siempre sus abundantes tesoros. Si mantenemos al Señor siempre delante de nosotros, permitiendo que nuestros corazones salgan en acción de gracias y alabanza a Él, tendremos una frescura continua en nuestra vida religiosa. Nuestras oraciones tomarán la forma de una conversación con Dios como hablaríamos con un amigo. Él nos hablará de sus misterios personalmente. A menudo nos llegará una dulce sensación gozosa de la presencia de Jesús. A menudo, nuestros corazones arderán dentro de nosotros a medida que Él se acerque para comunicarse con nosotros como lo hizo con Enoc. Cuando esta es en verdad la experiencia del cristiano, se ve en su vida una sencillez, una humildad, mansedumbre y humildad de corazón, que muestran a todos con quienes se relaciona que ha estado con Jesús y ha aprendido de Él". —Elena G. de White, Christ's Object Lessons, págs. 129, 130.

"No puede haber crecimiento ni fecundidad en la vida que está centrada en uno mismo. Si has aceptado a Cristo como un Salvador personal, debes olvidarte de ti mismo y tratar de ayudar a los demás. Habla del amor de Cristo, cuéntales [a otros de Su muerte abnegada a favor de ellos]. . . . A medida que recibas el Espíritu de Cristo, el Espíritu de amor desinteresado y de trabajo por los demás, crecerás y producirás fruto. Tu fe aumentará, tus convicciones se profundizarán, tu amor se perfeccionará". (Christ's Object Lessons, págs. 67, 68.)

Preguntas de discusión


  1. ¿Cómo entiendes las palabras de Pablo en Filipenses acerca de que Cristo fue predicado por envidia, contienda o ambición egoísta? ¿Cómo podemos asegurarnos de que nosotros mismos no somos culpables de hacer precisamente eso?
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  2. ¿Cuál ha sido tu experiencia personal con la realidad de Dios y el amor de Dios? Es decir, basándote en tus propias experiencias, ¿podrías predicar a los demás con sinceridad y honestidad acerca de la bondad y el amor de Dios? ¿Cuál sería su testimonio?
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  3. ¿Cuál ha sido su experiencia al esperar en el Señor, y qué le ha enseñado acerca de confiar en Él y acerca de la fe en general?
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Comentarios Elena G.W

A fin de conocerle, 8 de diciembre, “¡Él viene otra vez!”, p. 346;Reflejemos a Jesús, 4 de mayo, “Glorifiquemos a Dios en cuerpo y espíritu”, p. 130.

Motivación y preparación para la misión – Plan de enseñanza

Pensamiento clave: Nuestro trabajo misionero proviene de un profundo amor y agradecimiento por lo que Jesús ha hecho y está haciendo en nuestras vidas. Permanecer en la palabra y en sintonía con la palabra es la clave para una evangelización y una extensión exitosas.

A. Haga que un voluntario lea Lucas 24:36-49.

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este pasaje.
  2. ¿Cuál fue la respuesta de quienes escucharon acerca del Cristo resucitado?
  3. Aplicación Personal: ¿Cuál fue una experiencia que has tenido con Dios y Su amor? ¿Cómo te motivó o te motivó esto a acercarte a los demás? Comparte tus pensamientos..
  4. Estudio de caso: Uno de sus familiares afirma: “¿Qué tan bien fundamentado está usted en el asunto de la primera y segunda venida de Cristo? ¿Por qué debemos estar cimentados en la palabra y las profecías para estos últimos días?” ¿Cómo le responderías a tu familiar?

B. Haga que un voluntario lea Hechos 1:14 , 21-26 .

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué estaban haciendo los discípulos mientras esperaban el prometido derramamiento del Espíritu?
  3. Aplicación Personal: ¿Cómo puedes esperar en el Señor y no perder la fe? ¿Cómo podemos usar mejor nuestro tiempo como lo hicieron los discípulos? Comparte tus pensamientos
  4. Estudio de caso: Uno de tus amigos dice: “¿Qué significa que “echaron suertes” después de orar? ¿Fue un lanzamiento de moneda o un proceso de votación? Parece marcar una diferencia a la hora de entender el método de elegir de acuerdo con la oración, ¿no es así? ¿Cómo le responderías a tu amigo?

C. Haga que un voluntario lea Hechos 2:7-11 , 37-41 .

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una breve reflexión sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué podemos extraer de estos versículos sobre la composición de la iglesia primitiva? ¿Qué desafíos podrían haber tenido debido a su diversidad de idioma y cultura?
  3. Aplicación personal: Cuando discipulamos y llevamos a personas de diferentes orígenes a una relación personal con Jesús, ¿cómo los llevamos a la comunión con otros creyentes? Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de caso: Uno de sus vecinos afirma: “He oído hablar de miles de personas que entregaron sus vidas a Jesús en otros países y, a veces, en Estados Unidos. Pero, ¿qué tipo de compañerismo y discipulado se lleva a cabo en estos bautismos masivos? ¿En qué son bautizados? ¿Una iglesia? ¿Cómo se les enseña? Me preocuparían estos bautismos masivos de hoy.”.” ¿Cómo le responderías a tu familiar?

D. Haga que un voluntario lea Hechos 2:41-47

  1. Pida a los miembros de la clase que compartan una idea sobre cuál es el punto más importante de este texto.
  2. ¿Qué significa para nosotros hoy que a algunos que alentaron la muerte de Jesús se les ofreció la salvación?
  3. Aplicación personal: ¿Cómo ayudamos a los nuevos creyentes a continuar firmemente en la doctrina, el compañerismo, la oración y la fracción del pan? Comparte tus pensamientos.
  4. Estudio de caso: Piense en una persona que necesita escuchar un mensaje de la lección de esta semana. Dile a la clase lo que planeas hacer esta semana para compartir con ellos.

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