Lección 1 Escuela Sabatica "La Influencia del Materialismo"


PARA MEMORIZAR: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:2, RVR 95)



Dios dió bendiciones materiales para el disfrute y el desarrollo del carácter. Cuando las usamos para honrar a Dios y ayudar a quienes él creó, somos bendecidos. Cuando nos volvemos materialistas, perdemos esa bendición.


Max Martin se echó hacia atrás en el cómodo sillón de su oficina, saboreando el momento. Las hojas impresas por su computadora, que tenía en la mano, contaban la historia, una historia muy buena. Su empresa de construcciones había operado bien, y sus inversiones financieras estaban resultando muy exitosas. Había trabajado mucho -y muy duro- para ponerse a sí mismo y a su empresa en el mapa. Aprovechó las situaciones financieras para mejorar su posición. Quería todo, no importaba a quién pisara para obtenerlo. Y ahora era tiempo de gozar del fruto de sus labores.

Por supuesto, se recordó que necesitaba re-invertir muchas de sus ganancias para evitar pagar impuestos más altos. Pero ese sería un buen momento para mudar sus oficinas pequeñas de un segundo piso a una ubicación más importante y céntrica, una suite que anunciaría al mundo que él había llegado.

Una sonrisa comenzó a esbozarse en su rostro, al pensar en un nuevo automóvil y el condominio en la playa. Todas las cosas que había acumulado necesitaban un lugar mejor, de modo que su familia podría comenzar a mirar esa casa más grande que estaban reclamando, que incluyera una piscina y una cancha de tenis. Si solamente la iglesia dejara de importunarlo pidiendo dinero, recordándole que Dios quería el diez por ciento, más ofrendas voluntarias. No le importaría dar eso si ellos administraran mejor ese dinero.

Alcanzó el teléfono y llamó a su consejero de inversiones. Ese sería un año bueno, y muy bueno. Había trabajado mucho por mucho tiempo. Había sacrificado tiempo con su familia, comiendo siempre a la carrera, y a menudo reuniéndose con clientes hasta tarde en la noche. Ahora podría dejar que otros hicieran el trabajo duro, mientras que él cosechaba la recompensa.

Dos días más tarde, los diarios contaban la historia. Max Martin había fallecido de un infarto. La historia recordaba cómo había gozado de las cosas buenas de la vida. Su herencia consistía en siete propiedades, una colección de automóviles antiguos y su preciado caballo de carrera llamado Generosidad. Pero ahora se había ido; sus sueños se habían convertido en cenizas.

EL MATERIALISMO
Gracias a la tecnología moderna, el materialismo ha llevado la maravilla de "conseguir cosas" hasta las partes más remotas del mundo. Sin embargo, estudios psicológicos del estatus financiero en diferentes culturas han mostrado, en cada caso, que "los materialistas estaban menos satisfechos con sus familias, sus amigos, su percepción propia, dónde vivían, su salud, la cantidad de diversión y gozo que experimentaban, el dinero que habían obtenido y sus trabajos".

Mientras que las posesiones pueden afectarnos negativamente, vivir una vida sencilla ofrece por lo menos dos beneficios principales: libertad y la oportunidad de dar. Estos beneficios fortalecen nuestras relaciones y vuelven nuestra atención de nosotros mismos hacia otros.

Una de las definiciones de materialismo que dan los diccionarios es: "Tendencia a dar importancia primordial a los intereses materiales", las posesiones, por ejemplo, y por lo tanto a dar menor importancia a lo espiritual o intelectual. Las posesiones que hemos adquirido a menudo determinan nuestro sentido de estatus y el valor real del sistema por el cual vivimos. Para que podamos comprenderlo mejor, aquí hay siete características esenciales que definen el materialismo.

1. Dinero. El materialismo es el resultado de nuestro amorío con el dinero. No hay límite para la codicia y la avaricia, y eso puede tener una influencia soporífera sobre un cristiano. El dinero es la fachada que esconde la verdadera identidad de Satanás. Él lo ha elevado de tal modo que la gente lo hace el dios de este mundo; pero es solo un semidiós. Tiene poder, pero no el poder último.

Cuando una persona maneja dinero, su cerebro produce la misma sustancia química que se produce cuando una persona consume drogas. La gente pelea por dinero, juega para obtenerlo, miente, hace trampas y roba, para aferrarse a él. Algunos lo llaman el "dulce para el cerebro", y no pueden nunca tener la cantidad suficiente de este dulce artificial, porque con él se pueden comprar cosas. Se imaginan que les dará seguridad. La gente, rica o pobre por igual, pasa su vida persiguiendo el sueño de lá prosperidad. Algunos lo alcanzan, pero muchos gastan su vida deseándola.

2. Consumismo. Si el materialismo es la religión, entonces el consumismo es el santuario en el que se reúnen para adorar. El consumismo es el ciclo en el que nunca se acaba de adquirir más cosas. Nunca tenemos lo suficiente, no importa cuánto tengamos. Solo observe los diferentes vecindarios. Algunos no tienen garaje, mientras que otros tienen garaje para un automóvil, para dos; otros para tres, y todo están llenos de cosas. Las unidades para almacenar cosas están repletas con posesiones, muchas de las cuales son simplemente basura. Los hogares están llenos al máximo. No obstante, los vendedores quieren que compremos más.

Los comerciantes son buenos para separarnos de nuestro dinero. Ellos quieren que cada uno de nosotros llegue a ser un consumidor desde la cuna hasta la tumba. Usan todo método conocido para entender nuestros caprichos de compra, y trabajan sin parar para hacernos desear más, ahora mismo. Ellos saben que, si no compramos ahora, tal vez no compremos nunca. Dar a los clientes lo que quieren se logra con la producción en masa de productos con la capacidad de acomodarlos al individuo. Un ejemplo son los teléfonos inteligentes (smartphones), que se pueden acomodar casi infinitamente al cliente.

El consumismo a menudo es moralizado y espiritualizado como una idea positiva, pero es el mecanismo que mantiene vivo un materialismo peligroso. El consumismo promete -falsamente- que las posesiones nos traerán felicidad, éxito, estatus social y una individualidad fortalecida por la riqueza.


Acumular posesiones no es nuevo. El joven rico no podía soportar separarse de sus posesiones (Mat. 19:16-22). La mujer de Lot dejó en Sodoma sus posesiones, la riqueza acumulada de muchos años, junto con su corazón (Gén. 19:26). "Se rebeló contra Dios porque sus juicios arrastraban a sus hijos y sus bienes a la ruina [...]. Miró hacia atrás presuntuosamente deseando la vida de los que habían despreciado la advertencia divina".

La traducción Biblia en lenguaje actual llama la atención al poder de las posesiones. "Las cosas que ofrece la gente del mundo no vienen de Dios, sino de los pecadores de este mundo. Y estas son las cosas que el mundo nos ofrece: los malos deseos, la ambición de tener todo lo que vemos, y el orgullo de poseer muchas riquezas" (1 Juan 2:16, BLA). En comparación, piensen en Job. Él era rico, pero no permitió que sus posesiones, o la falta de ellas, destruyeran su relación con Dios.

3. La televisión. La gente mira mucho la televisión. Algunas investigaciones indican que abrevia la expectativa de vida para las mujeres en 1,5 años; y para los hombres, en 1,8 años. Aunque la televisión puede ser una herramienta maravillosa en la obra del Señor, también puede ser el brazo evangelizador del materialismo.

En la década de 1950, los componentes del consumismo estaban fijos: una casa, vehículos, comercios y televisión. La casa necesitaba posesiones, el comerciante tenía los productos, a televisión anunciaba los productos y el vehículo proveía los medios para conseguir que los productos llegaran a la casa. Ahora hay centenares de canales por medio de los cuales los comerciantes pueden poner sus productos en el mercado. Tal vez algún día, los drones los entregarán en su casa.

La publicidad nos alcanza por medio de nuestros sentidos: nuestros ojos y oídos. Las imágenes son atractivas, las palabras son elegidas cuidadosamente y la música es seleccionada específicamente para hacer que los productos sean tentadores. Los anunciantes usan frases con humor y sorpresas, y otras maneras de atraer y retener nuestra atención por un período breve de tiempo. Los productos son grabados en nosotros al repetirse los anuncios comerciales una y otra vez. Los comerciantes consideran que su marca es exitosa cuando todo lo que hay que hacer es mostrar un logo, como el de Coca-Cola o Nestlé, y la gente reconoce el producto.

La publicidad afecta la cantidad de comida chatarra que se come, el alcohol que se consume y muchos otros aspectos de cómo vivimos. Especialmente dañina es la influencia sobre los jóvenes, que ven unos cuarenta mil avisos comerciales por año, de acuerdo con la revista Pedriatics. El peligro es que los ñiños no siempre pueden discernir entre la realidad y la fantasía, porque sus poderes cognitivos no están todavía plenamente desarrollados. Los anuncios comerciales son una parte pequeña pero influyente de cómo afectan los hábitos de mirar televisión. Es importante que nosotros sigamos el consejo de David: "No me pondré como meta nada en que haya perversidad. Las acciones de gente desleal las aborrezco; no tendrán nada que ver conmigo" (Sal. 101:3, Nyi).

4. La sensualidad. Satanás añade hechizos para seducir a la gente por un camino atrayente que los aturde para que no vean las realidades eternas. Ninguna otra historia bíblica demuestra el lado sensual del materialismo mejor que la de Sodoma y Gomorra. Elena de White explica el vínculo: "Nada desean los hombres tanto como la riqueza y la ociosidad, y sin embargo, estas cosas fueron el origen de los pecados que acarrearon la destrucción de las ciudades de la llanura".

Mirar las cosas sensuales influye en nuestros pensamientos y acciones. Sin embargo, "una de las razones por las que los individuos tienen ideales no realistas acerca de la riqueza y las posesiones es que con frecuencia ven tales imágenes en los medios". Los comerciantes saben esto, y usan la sensualidad, más que cualquier otra cosa, para vender sus productos. La sensualidad es el complemento perfecto para el materialismo de éxito, aun cuando un locutor y un producto tengan poco o nada en común. Se nos lleva a pensar que la vida será mejor o más feliz, o que tendremos una relación o un encuentro más feliz, si solo obtenemos ciertos productos. Por supuesto, este es un razonamiento falso, pero es usado vez tras vez para vender productos. Los comerciantes saben que el sexo vende y, dentro de la industria publicitaria, se lo llama "el concepto". Un filósofo declaró: "El sexo es el misticismo del materialismo". Basta mirar el comercial de televisión "Never TOO Timeless". Ilustra perfectamente cómo la sensualidad puede vender una llave de agua.

La sensualidad es una experiencia subjetiva y efímera. No hace preguntas ni emite juicios; no obstante, no se contenta hasta que tiene éxito en la indulgencia propia. Rendirse a su atracción resulta en oposición a Dios (2 Ped. 2:10) y ofrece "obras de la carne" (Gál. 5:19). Sin oración, nuestros pensamientos se volverán, naturalmente, a lo sensual (i Cor. 7:5). Cuando oramos, nuestros pensamientos se vuelven hacia el Cielo.

5- La avaricia. El materialismo puede volver avara hasta la oración. La avaricia es el combustible que nos tira hacia las cosas materiales. Jesús pone nuestras posesiones en el contexto de cómo estaremos ante Dios, cuando él señala la conexión entre la avaricia y nuestras posesiones. "Y les dijo: Mirad, guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee" (Luc. 12:15). El hombre rico no vio su egoísmo al construir graneros mayores (Luc. 12:16-20). Jesús declara que el antídoto máximo se encuentra en el versículo 31: Buscad primero el Reino de Dios.

6. El narcisismo. El materialismo tiene las características de un culto y es el jardín perfecto para cultivar el narcisismo; es decir, para enfocarse en uno mismo y ser egocéntrico. Cuando se permite que florezca, el narcisismo astutamente esconderá la verdad, mientras la imagen del egoísmo se perfecciona. Las posesiones y la riqueza pueden hacernos pensar que somos alguien que no somos. El narcisismo incluye las características de la personalidad de un ángel caído (2 Cor. 11:14). En Isaías 14:13 y 14, Satanás hizo cinco declaraciones narcisistas:

"Subiré al cielo.
En lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono
Y en el monte del testimonio me sentaré,
En los extremos del norte;
Sobre las alturas de las nubes subiré
Y seré semejante al Altísimo".

Esta clase de narcisismo lleno de ambición propia es lo opuesto al comentario de Pablo sobre "estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo" (Fil. 2:3-5). "Si empatizamos con otras personas hasta el punto de mezclar nuestras propias identidades con las de otros, nos interesamos en ellos tanto como en nosotros mismos. Como ya no ponemos nuestro interés por sobre los de ellos, ayudarlos es altruismo puro". Moisés mostró altruismo en su oración: "Te ruego que perdones ahora su pecado, y si no, bórrame del libro que has escrito" (Éxo. 32:32). Más tarde, Jesús demostró el altruismo máximo, y eso lo condujo a la Cruz, donde murió por nosotros para que pudiéramos tener un hogar en el cielo.

7. El atesoramiento. El materialismo es una "religión" progresiva y, al final, conduce al atesoramiento. La conexión entre la idea de propiedad y posesiones es más importante en este proceso que el número de posesiones que uno tiene. Este problema se encuentra en casi todas partes del mundo. Un sentido de propiedad se relaciona directamente con identidad, y la identidad de un acaparador se encuentra en sus posesiones, que consumen su vida. No estamos hablando de desórdenes psiquiátricos, sino más bien de con quién o con qué nos identificamos: ¿con nuestras posesiones o con Cristo?

El atesoramiento es una perversión irracional de la administración. Es lo opuesto de la mayordomía y la futilidad máxima del sueño utópico de un materialista, porque las posesiones pueden herrumbrarse y deteriorarse. "Pero el amor al yo lo ha inducido a preferir las posesiones terrenales aun a costa de las celestiales. Usted elige los tesoros que la polilla y el orín corrompen antes que escoger los que son tan perdurables como la eternidad". Debemos combinar nuestra identidad con Cristo. Todo aquello por lo que vivimos estará centrado en Jesús. Pablo afirmó claramente que Cristo "es la vida de ustedes" (Col. 3:4, NVI), y que estamos "vivos para Dios en Cristo Jesús" (Rom. 6:11).

EL ANTÍDOTO PARA EL MATERIALISMO

Muchos dirían que el antídoto para el materialismo descrito en este capítulo es "dar". Pero aun el dar puede ser egoísta. El dador y el don pueden corromperse. Los dadores pueden tener motivos equivocados y dar a la causa equivocada.

El llamado de Elíseo muestra lo opuesto de lo que sucedió con el joven rico. Elíseo dejó su riqueza y, al final, pidió una doble porción del espíritu de Elías (2 Rey. 2:9-11). ¿Cómo podemos tener esta clase de verdadera abnegación? El verdadero antídoto se obtiene "no con ejército, ni con fuerza, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Zac. 4:6). Al decir "ejército", se piensa en un ejército grande; y cuando habla de "fuerza", se piensa en un héroe militar solo. El ejército más grande, los mejores libros de psicología o nuestros familiares más allegados no pueden exceder al poder del materialismo sobre nosotros. El héroe más fuerte -un mentor, un pastor o un guardián espiritual- no es lo suficientemente fuerte para ayudarnos a vencer el materialismo. La atracción del materialismo es dominada solo por el Espíritu de Dios. Así que volverse, sencillamente, a "dar" no es el antídoto. Solo podemos triunfar sobre lo que el mundo tiene para ofrecernos cuando permitimos que el Espíritu de Dios ponga nuestros pensamientos y acciones en armonía con su carácter amante y abnegado.

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