Comentario lección 5 Escuela Sabática: CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL


Cristo en el Santuario Celestial 

Preparado por © Jonathan Gallagher

Textos Bíblicos: 

Romanos 8:3, Juan 1:29, Apocalipsis 5:12, Hebreos 7:1-28, 9:11-15, Levíticos 16:13, Hebreos 9:20-23, Filipenses 2:9,10. 

Citas 

• Ellos [los israelitas] se habían alejado tanto que ya no podían comprender cómo Dios podría vivir con ellos, siendo un Dios invisible, por lo que Dios dijo: “me harán un santuario, para que yo habite entre ustedes…” (Ex. 25: 8) La columna de nube sobre el tabernáculo y la presencia visible de Dios manifestada en su interior, ayudaron a los israelitas a comprender más fácilmente la presencia real y permanente del Señor con ellos. Stephen Haskell 
• Cristo ha llevado nuestra naturaleza al cielo para que nos represente, y nos ha dejado en la tierra con su naturaleza para representarlo. John Newton. 
• Dios es el señor soberano de todos nosotros... Por lo tanto, la relación del hombre con Dios es directa y no requiere intermediarios; cualquier reclamo de Iglesia o sacerdote para ser un medio necesario debe ser repelido. John Wycliffe 
• No solo no hay necesidad de un intermediario a través del cual Él quisiera que le hables, sino que se complace en que te trate con Él personalmente y con toda confianza. Alphonsus Liguori 

Para debatir 

¿Cuál es la imagen de Cristo en el santuario que debe lograrse en nuestra relación con Dios? ¿Qué es importante acerca de identificar a Jesús como nuestro sumo sacerdote? ¿Qué quiere decir Jesús cuando dice que no va a rezar al Padre por nosotros? ¿Cómo impacta esta declaración clara nuestra comprensión de su ministerio sacerdotal? 
Resumen Bíblico 
Romanos 8:3 nos cuenta que Dios nos envió a su hijo como ofrenda. El Cordero de Dios quita los pecados del mundo (Juan 1:29) y quién es digno (Ap. 5:12). Jesús es un sacerdote según el orden de Melquisedec (Hebreos 7: 1-28). Ingresó al Lugar Santísimo por los méritos de su sangre, la representación simbólica de su vida y muerte que es nuestra salvación (Hebreos 9: 11-15; 20-23). Lev. 16:13 se refiere a la cubierta del arca del pacto, donde simbólicamente se produjo la unión. No solo Jesús es nuestro sumo sacerdote, sino también nuestro rey (Filipenses 2: 9, 10). 

Comentario 

Mucho de lo que apreciamos acerca de Jesús como nuestro Sumo Sacerdote dependerá del rol que creamos que está desempeñando. El ministerio de Jesús en el santuario no debe ser visto como una contradicción de su afirmación más clara, donde dice que “Les hablaré claramente acerca de mi Padre. Y no digo que voy a rogar por ustedes al Padre, ya que el Padre mismo los ama”. Juan 16:25-27. Sus discípulos están encantados de escuchar tales verdades, y claman: “Ahora sí estás hablando directamente, sin vueltas ni rodeos” (v.29). Si la verdad más simple y clara es que Jesús no está suplicando a favor de nosotros, ¿qué hacemos con tales ideas de que Jesús está suplicando al Padre por nosotros? En realidad, el libro de Hebreos no dice eso. Sí dice en Hebreos 9:24 que Cristo entró al cielo “para presentarse ahora antes Dios por nosotros”. (NVI). Pero no tenemos la imagen de Él rogándole al Padre que sea amable con nosotros, tratando de persuadir a Dios para que haga otra cosa que no sea lo que él ya había planeado. Decir lo contrario sería dividir la trinidad, establecer la Deidad uno contra el otro. 

De hecho, los diversos textos que mencionan a Jesús que intercede ante el Padre “por nosotros” deben ser vistos como defensores de nosotros, no del Padre, sino de todo el universo como el “jurado”. Satanás es el Acusador, no Dios, y Dios ya sabe la verdad Él no necesita ser persuadido. Entonces la imagen correcta es del Hijo como nuestro abogado, defendiendo nuestro caso ante todo el tribunal, refutando las afirmaciones del Acusador, y vindicando al Padre, y también a nosotros en el proceso que hemos elegido al aceptar la salvación sanadora de Dios. 

El peligro del mensaje del santuario, mal entendido, es sugerir que Jesús (el Dios bueno) tiene que luchar contra el Padre (el Dios enojado y hostil) para alcanzar nuestra salvación. De esta manera, reflejamos las acusaciones de Satanás, quien condenó a Dios por ser hostil e implacable, un ser no amante y vengativo que se deleitaba en el castigo vengativo de las criaturas erradas. Haríamos bien en rechazar totalmente esa imagen. ¡No fue para inducir amor en el corazón del Padre que Jesús viniera y muriera, sino por el amor del Padre! “Pero, como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.” Hebreos 7:24, 25. Ver también Romanos 8:34. Si Dios está principalmente interesado en responder a los problemas en la gran controversia, así como también en salvarnos, entonces todo el concepto de Jesús que logra la expiación al interceder con Dios necesita una explicación muy cuidadosa. En Juan 16:26 Jesús dice que no va a rogar al Padre por nosotros. Entonces, ¿con quién o por quién está suplicando? ¿Se trata de convencer a un Dios reacio a hacer lo que no haría? ¡Seguramente no! 

Justo en el centro del trabajo expiatorio de Cristo podemos decir cosas equivocadas acerca de Dios. Si vemos a Jesús como nuestro amigo que está tratando de convencer a Dios para que sea amable con nosotros; si Jesús es la barrera protectora que se interpone entre nosotros y un Dios enojado, ¿qué estamos diciendo acerca de Dios el Padre? Que él no nos ama tanto como a Jesús; que él está contra nosotros; que tiene que ser persuadido para que nos perdone y así sucesivamente... Esto no es hablar bien de Dios; de hecho, esta es una visión pagana de Él, una visión que exige sacrificios humanos para apaciguar a los dioses terribles. ¿No nos ama Dios el Padre tanto como a Dios el Hijo? Debemos ser muy cuidadosos con lo que decimos sobre el Santuario, porque al decir cosas buenas sobre el Hijo, podemos estar tergiversando al Padre. Dios no nos está condenando. Las acusaciones provienen del acusador de los hermanos, Satanás mismo. Es por eso que Jesús habla por nosotros, para contrarrestar los cargos del enemigo. Y debemos tener en cuenta que esto es parte de los problemas más amplios en la gran controversia, y esta intercesión no está tratando de persuadir a Dios el Padre para que sea bueno con nosotros. Dios siempre está trabajando para nosotros, ¡no partamos la Trinidad! Tanto el Padre como el Hijo son igualmente amorosos y ambos dieron su vida por nosotros, trabajando juntos para la salvación-curación de la humanidad. La verdad es que, de una manera completa, Jesús cumple la función del sacerdote de revelar a Dios a la humanidad. 

Cuando consideramos el santuario terrenal, debemos darnos cuenta de que fue dado al pueblo de Dios de la época como una ayuda de enseñanza, una ayuda para que pudieran comprender mejor a Dios. Entendido correctamente, el santuario fue una bendición maravillosa. Pero como sucede tan a menudo, las personas tomaron los símbolos en lugar de la realidad, las ceremonias en lugar de una relación personal profunda con Dios. Como resultado, hoy, así como en ese entonces, es demasiado fácil empantanarse en las minucias en lugar de ver todo el mensaje del santuario como una demostración de la verdadera naturaleza y carácter de Dios. 

El libro de Hebreos es un buen ejemplo de ello. Fue escrito para ayudar a los judíos a entender cómo Cristo cumplió con el santuario y sus sistemas, utilizando el lenguaje que comprenderían. Fue para guiarlos del judaísmo al cristianismo, y no al revés. La venida de Cristo terminó con la necesidad de los sistemas antiguos, porque ahora Dios se había revelado en persona. El punto esencial es comprender todo el sistema de una manera que no revierte a la observancia legalista. Puede ser muy útil leer Hebreos en una versión moderna. Por ejemplo, utilizar la traducción de J.B. Phillips de Hebreos 3 es de gran ayuda ya que usa el concepto de “no abandonar la confianza” en lugar del término “incredulidad”. Esto apunta a la centralidad de confiar en Dios en todo el libro de Hebreos, y proporciona una mayor comprensión, ya que quizás podamos comprender más fácilmente la importancia de la confianza, mientras que la incredulidad puede verse simplemente como un rechazo a operar de acuerdo con declaraciones de creencias o dogmas. 

El peligro de mirar demasiado al santuario es que desperdiciamos nuestro tiempo fijándonos en los símbolos y las prácticas, y no vemos a Dios. Porque como se menciona tan a menudo, pero tan poco practicado, vemos al santuario como un libro ilustrado, un instrumento de enseñanza, una ilustración para ayudar a una banda analfabeta de vagabundos las verdades fundamentales sobre Dios y la salvación. 

Entonces, en lugar de pedir la interpretación de cada pieza del mobiliario, preguntemos qué información sobre la naturaleza y el carácter de Dios nos proporciona el santuario. Como concluye Hebreos: “Pues esos son solamente requisitos religiosos, que tienen que ver con la comida y la bebida, y diversas ceremonias que implican el lavamiento, las cuales fueron impuestas hasta que llegó el tiempo en que Dios estableció una nueva forma de relacionarnos con Él.”. Hebreos 9:10 VBL. En otras palabras, eran herramientas de enseñanza en el camino hacia la verdad, pero no eran la verdad. Jesús es la verdad, y ¿cuál es la verdad que vino a revelar? La verdad completa sobre Dios, y la solución de los problemas del Gran Conflicto, y cómo él podía salvarnos de nosotros mismos. Solo desde esa perspectiva el santuario tiene sentido. 

Comentarios de Elena de White 

Todos los que. han recibido la luz sobre estos asuntos deben dar testimonio de las grandes verdades que Dios les ha confiado. El santuario en el cielo es el centro mismo de la obra de Cristo en favor de los hombres. Concierne a toda alma que vive en la tierra. Nos revela el plan de la redención, nos conduce hasta el fin mismo del tiempo y anuncia el triunfo final de la lucha entre la justicia y el pecado. {El Evangelismo, p. 165} 

Muchos olvidaron el verdadero significado de estas ofrendas; y la gran verdad de que por medio de Cristo solamente hay perdón para el pecado, se perdió para ellos. La multiplicación de las ofrendas de sacrificio, la sangre de becerros y carneros no podía quitar el pecado. {La Maravillosa Gracia de Dios, p. 155} 

Al entrar Jesús en el templo, su mirada abarcó toda la escena. Vio las transacciones injustas. Vio la angustia de los pobres, que pensaban que sin derramamiento de sangre no podían ser perdonados sus pecados. {El Deseado de Todas las Gentes, p. 130} 

Contemplando al Redentor crucificado, comprendemos más plenamente la magnitud y el significado del sacrificio hecho por la Majestad del cielo. El plan de salvación queda glorificado delante de nosotros, y el pensamiento del Calvario despierta emociones vivas y sagradas en nuestro corazón. Habrá alabanza a Dios y al Cordero en nuestro corazón y en nuestros labios; porque el orgullo y la adoración del yo no pueden florecer en el alma que mantiene frescas en su memoria las escenas del Calvario. {El Deseado de Todas las Gentes, p. 616} 

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